Los economistas están divididos sobre el impacto de las regulaciones en el crecimiento económico. Algunos afirman que hay débiles pruebas de que la desregulación estimula el crecimiento. Algunos economistas y líderes empresariales, sin embargo, atribuyen al retroceso regulatorio del presidente Donald Trump como factor para el repunte económico y el auge del mercado de valores.
A los 10 días de asumir el cargo, Trump ordenó a su equipo reducir drásticamente las barreras regulatorias. En enero del año pasado firmó un decreto ejecutivo que exigía la supresión de dos normas anteriores para cada nueva normativa propuesta.
La administración superó con creces la promesa del Presidente estadounidense: En vez de eliminar dos viejas normativas, las agencias federales eliminaron 22 por cada nueva regulación.
“Estoy desafiando a mi Gabinete para que encuentre y elimine todas las regulaciones anticuadas, ilegales y excesivas que existen actualmente en los libros”, declaró Trump durante su discurso sobre desregulación en la Casa Blanca el 14 de diciembre.
Señaló que los resultados se reflejan en el repunte bursátil y el desempeño financiero de las empresas estadounidenses.
El Código de Regulaciones Federales de los Estados Unidos (CFR según las siglas en inglés) ha crecido durante muchas décadas. Contiene más de 185.000 páginas, frente a las 20.000 de 1960. Hoy en día, se necesitarían tres años y 111 días para leer todas las normas del CFR.
El proceso normativo del pasado estaba averiado, según los expertos. Las agencias federales tenían incentivos para mantener y aumentar sus regulaciones para maximizar sus presupuestos. Por lo tanto, en vez de eliminar regulaciones obsoletas, ineficaces o costosas, creaban más normas.
“Esta acumulación de reglamentos representa un impuesto creciente pero oculto que impide la innovación y el emprendimiento”, afirmó Patrick McLaughlin, investigador senior del Centro Mercatus de la Universidad George Mason, en un informe. También “afecta negativamente el crecimiento salarial en algunas ocupaciones y perjudica de manera desproporcionada a los hogares de ingresos bajos y medios”, agregó.
La acumulación permanente de normativas frenó el crecimiento económico estadounidense en 0.8 por ciento anual en promedio, según un documento de 2016 del Centro Mercatus. La economía en 2012 habría sido 4 billones de dólares, o 25 por ciento más alta, si la cantidad de reglamentos se hubiera mantenido en su nivel de 1980. Esto equivale a una pérdida de casi 13,000 dólares por cada persona en los Estados Unidos.
Un estudio de 2013 encontró una correlación negativa similar entre las regulaciones y el crecimiento económico, con un resultado más negativo. Los economistas John Dawson de la Universidad Estatal de Appalachian y John Seater de la Universidad Estatal de Carolina del Norte estimaron que los últimos 50 años de regulaciones federales redujeron la tasa de crecimiento económico en un promedio de dos puntos porcentuales al año. Y la reducción de la tasa de crecimiento redujo el PIB en 39 billones de dólares, a finales de 2011.
Lecciones de desregulación de Canadá y el Reino Unido
La regla de “dos por uno” implementada por la administración de Trump no es una idea nueva. En 2001 se introdujo en Canadá un plan similar para reducir la burocracia. El gobierno de la provincia canadiense de Columbia Británica anunció que reduciría la regulación un tercio en tres años. Para cumplir con este objetivo, cada ministro del gabinete tenía que eliminar por lo menos dos viejas normas para cada nueva normativa.
Después de superar la meta en 2004, la provincia de Columbia Británica impuso un tope reglamentario que ordenaba a no aumentar los requisitos normativos. Esta norma, que todavía se aplica hoy en día, condujo a una reducción de los requisitos reglamentarios en casi un 50 por ciento desde 2001.
Gracias a este esfuerzo de desregulación, junto con una reducción en los impuestos sobre la renta personal, Columbia Británica pasó de una de las economías con peor desempeño de Canadá a una de las mejores. Su crecimiento superó al crecimiento económico nacional en 1,1 por ciento entre 2002 y 2006. Y sigue siendo una de las principales provincias de Canadá, con una tasa media de crecimiento anual del 3,5 por ciento en los últimos cuatro años. También disfrutó de un crecimiento espectacular del empleo en los últimos años.
Inspirado por este éxito, el gobierno canadiense también introdujo un plan de reducción de la burocracia en 2012. Según el programa, “el costo de la carga administrativa” de cualquier reglamento nuevo o modificado se compensará eliminando una cantidad equivalente del costo de las normativas existentes. También requería que se derogara al menos una normativa por cada nueva norma aprobada.
El “costo de la carga administrativa” se calcula a partir de un modelo que estima la cantidad de tiempo y recursos que las empresas utilizan para cumplir una normativa. Según un informe de la Institución Brookings, esta norma ayudó al gobierno canadiense a reducir los costos administrativos y el número de regulaciones. La norma se codificó en la legislación canadiense en 2015.
En 2011, el Reino Unido también introdujo un plan de reforma regulatoria, que incluía un sistema “uno-dentro, uno-afuera” para evitar que los responsables de las políticas gubernamentales crearan nuevos reglamentos que incrementaran los costos para las empresas.
En 2013, el requisito cambió a “uno-dentro y dos-afuera”, y en marzo de 2016 se convirtió en “uno-dentro y tres-afuera”.
El esfuerzo de “desregulación” en el sistema del Reino Unido no está diseñado para reducir el número de normativas, sino más bien para hacer que su cumplimiento sea menos costoso para las empresas. Sin embargo, según el informe de Brookings, esta política ha ayudado al gobierno a reducir tanto el número de normativas como los costos relacionados a las empresas.
Regulaciones obstaculizan el espíritu empresarial estadounidense
La sobrerregulación plantea importantes problemas para las pequeñas empresas existentes y los posibles nuevos emprendedores en los Estados Unidos. La complejidad de las normas, la dificultad para interpretarlas y los costos de cumplimiento obstaculizan el espíritu empresarial y la innovación.
“Estados Unidos ocupa ahora el 12º lugar entre las naciones desarrolladas en cuanto a actividad de creación de empresas”, afirma un informe de julio de 2017 del Centro Mercatus. “Por primera vez, más negocios cerraron en Estados Unidos en los últimos años de los que se abrieron”.
La proporción de personas menores de 30 años que tienen un negocio disminuyó en un 65 por ciento desde la década de 1980, según el mismo informe.
Según el presidente Trump, la regulación innecesaria es el impuesto oculto, una carga costosa para los trabajadores y las empresas estadounidenses, y una amenaza para el espíritu nacional de la nación y la libertad.
“Somos una nación de exploradores, pioneros, innovadores e inventores, y las regulaciones lo han estado perjudicando y lastimando gravemente”, remarcó.
“Al terminar con una regulación excesiva, estamos defendiendo la democracia y drenando el pantano”, enfatizó Trump.
Al recortar las normativas, las agencias federales han logrado un ahorro neto de costos de más de 8 mil millones de dólares, según la Casa Blanca.
Trump planea esforzarse más para recortar más reglamentos en 2018. Se comprometió a restaurar el entorno normativo de los años sesenta.
“Cuando hayamos terminado, lo que no ocurrirá en un período de tiempo muy largo, habrá menos de lo que había en 1960”, afirmó.
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