El régimen chino ha revelado un esperado plan para ajustar sus empresas estatales.
La reforma de las empresas estatales (EE) llega en medio de una economía desacelerada y una implacable campaña anti-corrupción encabezada por el cabecilla del Partido Comunista, Xi Jinping, la cual ahora apunta a estas empresas.
Según una guía emitida por el Comité Central del PCCh y el Consejo de Estado –el gabinete de China– y publicada por la agencia estatal de noticias Xinhua, las autoridades chinas intentan “mejorar la competencia de las EE y convertirlas en entidades comerciales completamente independientes”.
Pero algunos analistas dijeron que el plan parece un esfuerzo poco convincente que no ayudará mucho a reformar a estas empresas, conocidas por su ineficiencia y su descarada corrupción.
Las firmas estatales tendrán permitido aceptar inversores privados y vender participaciones a sus empleados, según Xinhua. Las empresas serán fusionadas para mejorar su competencia internacional, pero el plan no detalla qué firmas fueron seleccionadas para la consolidación.
Informes anteriores en la prensa china sugerían que se espera que se consoliden las firmas en las áreas de energía, recursos y telecomunicaciones. Las juntas directivas y los gerentes tendrán más libertad en la toma de decisiones y “estará prohibida la intervención de agencias gubernamentales”, escribió Xinhua.
Xinhua también señaló que se espera que las reformas se completen para el año 2020.
En China hay más de 155.000 empresas estatales en los sectores de telecomunicaciones, petróleo, acero, aerolíneas y bancos. La Comisión de Supervisión y Administración de Activos Estatales, una organización del Partido que administra las firmas del Estado, maneja directamente 111 de estas empresas. El sector estatal emplea a decenas de millones de personas, pero succiona los recursos naturales, el capital y, por extensión, el dinero de los contribuyentes de China.
Las firmas estatales de China también tienen la reputación de ser sitios para las actividades ilícitas de funcionarios, ya que los funcionarios del Partido que controlan las empresas estatales abusan de sus posiciones para amasar fortunas para sí mismos y sus socios.
Durante décadas, el régimen comunista intentó reestructurar y aumentar la eficiencia de su sector estatal. En los 90, el ex primer ministro Zhu Rongji cerró miles de empresas estatales. En 2013, la cúpula del Partido impulsó una serie de propuestas para renovar las empresas estatales, las cuales eran constantemente superadas por firmas del sector privado.
A pesar de que este plan parece mostrar que el régimen está dispuesto a limitarse al rol de accionista en las firmas estatales para dejar la gestión diaria a los directivos de las empresas, en realidad todavía insiste en mantener una fuerte presencia del Partido, con la apariencia de luchar contra la corrupción.
Se requiere que las firmas estatales tengan “organizaciones del Partido” para “implementar las estrictas reglas y responsabilidades del Partido” e “incrementar el desarrollo de ejecutivos, líderes y personal de las empresas estatales”, afirmó Xinhua. El objetivo último es el desarrollo de “mecanismos efectivos para que los ejecutivos de las corporaciones no se atrevan a ser corruptos, no puedan ser corruptos y no quieran ser corruptos”.
“En el proceso de profundizar las reformas de las empresas estatales, la cúpula del Partido sólo puede ser fortalecida, no debilitada”, dijo Zhang Yi, quien encabeza la Comisión de Supervisión y Administración de Activos Estatales, en una declaración posterior al anuncio de las reformas.
Sin lugar a dudas, la movida para aumentar la presencia del Partido en las firmas estatales incrementa el control del cabecilla chino, Xi Jinping, sobre sectores cruciales en su campaña para erradicar la red política del ex cabecilla Jiang Zemin. Los poderosos aliados de Jiang en las industrias del petróleo y el acero, además de su hijo Jiang Mianheng en el sector de las telecomunicaciones, han acumulado mucha riqueza e influencia. Pero en los últimos tres años, muchos han sido purgados o se rumorea que son blanco de la agencia anti-corrupción del Partido. Wang Qishan, jefe de los esfuerzos anti-corrupción, anunció en junio que en la actual fase de la campaña anti-corrupción se inspeccionarán 26 empresas estatales.
“Esto no cambia nada, es un intento por ocultar el hecho de que la mayoría de las EE están en bancarrota”, escribió Mike Shedlock, asesor de inversiones de StikaPacific Capital Management, en su blog sobre economías del mundo.
“China no tendría que ‘introducir activamente inversores’ si las EE fueran corporaciones solventes. En cambio, está bastante claro que China espera transferir las enormes pérdidas por sus malas inversiones al público en general. China necesita tontos para rescatar al sistema”, continuó Shedlock.
Los internautas chinos en el popular servicio de Sina Weibo, el Twitter chino, tampoco se entusiasmaron con el anuncio.
“Los más perjudicados con cada reforma son los ciudadanos en los niveles más bajos de la sociedad. Así que cada vez que escucho sobre una reforma, tiemblo de miedo”, comentó un internauta.
Otro escribió: “Hay un dicho sobre las empresas estatales: los activos del Partido luego se convierten en activos personales”.
Las reformas en el sector estatal también fueron anunciadas al mismo tiempo que China publicó cifras de producción industrial y de inversiones en activos fijos –dos puntos de referencia para la economía de un país– que revelaron un crecimiento menor al esperado, lo cual complica aun más el objetivo del régimen chino de alcanzar un 7% de crecimiento este año.
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