China necesita democracia para su próximo gran salto

03 de abril de 2015 1:43 PM Actualizado: 03 de abril de 2015 2:50 PM

 

El FMI considera que India crecerá en 6,5% en 2016, comparado con China, que crecerá un 6,3%. El Banco Mundial estima que India crezca en un 7% en 2017 versus el 6,9% que estima para China. Muchos indios están gozando. Pero debemos ser cautelosos. Primero, estamos muy lejos de China en medidas económicas absolutas y puede que nos demoremos un siglo en alcanzarla. Segundo, China se esta desacelerando de manera marcada en lugar de ser India la que está acelerando su crecimiento de manera importante.

China creció entre un 12 y 14% durante la década de los 2000. ¿Por qué caerá por debajo de 7% durante los próximos años? Los expertos técnicos señalarán a las enormes sumas invertidas por China en infraestructura y viviendas sin uso luego de la Gran Recesión de 2008-09, un falso‘estímulo keynesiano’ que creó ciudades fantasma y carreteras que llevaban a ningún lado.

Anteriormente, China había sido un paradigma de eficiencia, con cuatro dólares de inversión produciendo un dólar de resultados. Pero hoy, China invierte 50% del PIB para obtener apenas un 7% de crecimiento, una relación capital a producto de 7 a 1, tan mal como India durante la época de la Alianza Progresiva Unida (UPA, por sus siglas en inglés).

El crecimiento más lento de China tiene raíces políticas, no solo económicas. Los países pobres están retrasados en relación a los desarrollados en productividad y en desarrollo institucional, así que incluso reformas modestas pueden resultar en grandes avances. La capacidad de copiar técnicas exitosas es suficiente para obtener un crecimiento rápido. China durante la década de los noventa le ganó a EE.UU. en exportaciones porque, mientras que su productividad era solo un quinto de aquella de EE.UU., sus salarios eran un décimo de aquellos en EE.UU. Con el pasar del tiempo sus salarios subieron, pero su productividad aumentó más rápido que estos conforme se ponía al día con las mejores tecnologías de Occidente.

Una mejora similar le ha permitido a muchos países (incluyendo a la India) elevarse de la categoría de países de ingresos bajos a aquella de países de ingreso medio (definido como $1.045 per cápita por el Banco Mundial). Pero solo una manada de países han hecho la transición al status de ingreso alto ($12.746). Esto a veces se conoce como la trampa del ingreso medio: los países que reforman lo suficiente para realizar la primera transición no logran realizar la segunda. China registró $6.807 en 2013, pero se esta desacelerando de manera tan abrupta que una transición hacia el ingreso alto parece estar lejos.

Dicho esto, la desaceleración es natural conforme una economía se vuelve más grande y rica. Las economías ricas que están en la frontera de los avances tecnológicas tienen que desarrollar tecnologías completamente nuevas, y no pueden crecer sin mayor esfuerzo copiando los éxitos de otros. Tienen que deshacerse de las industrias que requieren de muchos trabajadores.

Conforme China prospera, sus unidades de salarios bajos están migrando a Vietnam e Indonesia. China necesita desarrollar habilidades para innovar y sus propias instituciones sólidas. Muchos países de ingreso medio (notablemente en América Latina) han fracasado en el intento, y por lo tanto han permanecido atrapados en el ingreso medio.

El economista David Dollar ha mostrado que, con la excepción de una manada de países ricos en petróleo, todas las naciones de ingreso medio que hicieron la transición hacia el ingreso alto tuvieron que convertirse en democracias con un sólido respaldo a las libertades civiles y un poder judicial independiente. Estas características parecen ser esenciales para fomentar la capacidad de innovar y sus complementos: derechos de propiedad y rendición de cuentas.

España y Portugal se elevaron al status de ingreso alto solo después de que salieron del poder los dictadores Franco y Salazar. Japón alcanzó el ingreso alto solo después de convertirse en una democracia.

Corea del Sur y Taiwán eran países pobres que rápidamente obtuvieron el status de ingreso medio bajo unas dictaduras. Pero esa fase llegó a un final pegajoso con la Crisis Financiera Asiática. Ambos países luego evolucionaron hasta convertirse en democracias, después de esto alcanzaron un nivel alto de ingresos. Singapur es el tigre asiático más rico. Algunos cuestionan si realmente es una democracia, pero sin duda tien un Estado de Derecho y elecciones justas.

De manera que las autocracias eficientes pueden desatar un crecimiento rápido —como ocurrió en China— pero acaban en la trampa del ingreso medio a menos que evolucionen hasta convertirse en democracias con respeto a los derechos civiles y a poderes judiciales independientes.

Sin embargo, el Partido Comunista de la China se opone firmemente a la democracia y el Presidente Xi es de la vieja guardia. Él está implementando reformas económicas para reorientar al país desde las exportaciones hacia la economía doméstica. Pero la historia sugiere que esto no será suficiente. Luego de la Gran Recesión, China experimentó un crecimiento rápido mediante la creación masiva de crédito. Ahora tiene una deuda total en relación al PIB de un impresionante 250%. La historia sugiere un final infeliz para todos los países que tienen un nivel así de alto de endeudamiento. Xi puede mantener las cosas andando por muchos años todavía, pero el día de pagar las cuentas llegará.

Así que la expectativa del FMI de una desaceleración en el crecimiento de China tiene un firme respaldo. De hecho, China puede que haya entrado a la trampa del ingreso medio.

Los indios no deberían gozar de esto. Si, tenemos una democracia que realiza elecciones libres, pero tenemos un record terrible en cuanto a los derechos civiles. La policía se niega a registrar quejas, khap panchayats mata a los disidentes sociales, las mafias intimidan a las minorías, la tortura y los hallazgos falsos por parte de la policía son algo común. Casi ni hemos ingresado en el status de ingreso medio y desde ya mostramos señales de estar atrapados en este.

La democracia y las reformas económicas no son suficiente. Necesitamos instituciones civiles sólidas que resulten en una rendición de cuentas y justicia. Solo después de eso lograremos nuestro potencial.

Publicado originalmente en The Economic Times (India)

Autor:  Swaminathan S. Anklesaria Aiyar.  Académico titular de investigaciones con enfoque especial en la India y Asia; trabaja en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global de The Cato Institute. Sus investigaciones se concentran en el cambio económico en países en desarrollo, los derechos humanos y los conflictos sociales, la economía política, la energía, el comercio y la industria.

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