Un nuevo estudio de la Universidad de Lowa encontró que una hormona producida por el hígado es capaz de regular la preferencia por el consumo de azúcares, por lo que podría mejorar la dieta y ayudar a los pacientes que son diabéticos u obesos.
En estas épocas donde lo dulce abunda en las mesas navideñas cuesta decirles que no, pero además muchas personas sufren durante todo el año incontrolables anotojos de consumir algo dulce.
Ahora un nuevo estudio de la Universidad de Lowa, Estados Unidos muestra que una hormona producida por el hígado, el factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF21), suprime la preferencia por el consumo de azúcares simples.
Los investigadores señalan que FGF21 se produce en el hígado en respuesta a los altos niveles de hidratos de carbono y que , a continuación entra en el torrente sanguíneo, donde envía una señal al cerebro para suprimir la preferencia por los alimentos dulces.
Mattehw Porrhoff, profesor asistente de Farmacología del Colegio de Medicina Carber de la Universidad de Lowa y coautor del estudio expresó que “esta es la primera hormona derivada del hígado que conocemos que regula el consumo de azúcar en concreto”. Y explicó que FGF21 puede mejorar la sensibilidad a la insulina.
Otros trabajos habían explicado cómo ciertas hormonas afectan al apetito, pero estas hormonas no regulan cualquier micronutriente específico (hidrato de carbono, proteína, grasas) y son producidas por órganos distintos del hígado. Los resultados de este nuevo estudio publicado en la edición digital del “Cell Metabolism” revelan que este hallazgo podría mejorar la dieta y ayudar a los pacientes que son diabéticos u obesos.
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Lucas Bondurant, estudiante de doctorado en el Programa de Posgrado Interdisciplinario en Biología Molecular y Celular, co-primer autor del estudio señaló que “ahora hay una dimensión en la que FGF21 puede ayudar a las personas que pueden no ser capaces de detectar cuándo han tenido suficiente azúcar, lo que puede contribuir a la diabetes”.
El trabajo se basa en estudios de todo el genoma humano donde los científicos encontraron asociaciones entre ciertas mutaciones en el ADN y la ingesta de macronutrientes específicos por parte de las personas. Dos de las mutaciones se localizaron cerca del gen FG21, lo que llevó a los autores de la investigación a identificar el papel de esa hormona en la regulación de la preferencia de macronutrientes.
Los científicos utilizaron modelos de ratones genéticamente modificados y enfoques farmacológicos para examinar el papel del FGF21 en la regulación de los antojos de azúcar. Así inyectaron FGF21 en los ratones normales, y dieron a los ratones a elegir entre una dieta normal y una dieta enriquecida con azúcar.
Como resultado encontraron que los ratones no dejaron de comer azúcar por completo, pero que comían siete veces menos de lo normal. A su vez estudiaron ratones genéticamente modificados que o bien no producían FGF21 o generaban una cantidad de FGF21 más de 500 veces más que los ratones normales. Así observaron que los ratones que no fabricaron la sustancia comieron más azúcar, mientras que quienes produjeron una gran cantidad consumieron menos.
A raíz de estos resultados los investigadores concluyeron que FGF21 disminuye el apetito y la ingesta de azúcar, pero no reduce la ingesta de todos los azúcares (sacarosa, fructosa y glucosa) por igual. Tampoco afecta la ingesta de hidratos de carbono complejos.
De todas formas explicaron que es necesario más trabajo para identificar las vías neuronales precisas que regulan la capacidad del FGF21 para gestionar las preferencias de micronutrientes. Y se preguntan si existen hormonas que regulen el deseo de consumir grasas o proteínas.
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