Científicos y técnicos de la Universidad de Tokio, la Academia de Ciencia y Tecnología de Kanagawa y la compañía química Sumitomo Chemical, han logrado sintetizar la genética que permite la particular habilidad del mosquito para mediante ínfimas muestras de olor, detectar en la oscuridad absoluta, dirigirse al lugar… y picar por supuesto, aunque éste último aspecto no ha sido tenido en cuenta para este trabajo.
Los mosquitos logran su eficiencia a partir de antenas con proteínas específicas –los receptores de hedor- cuya máxima sensibilidad les permite encontrar su objetivo aunque el olor que despida sea absolutamente imperceptible para el resto del entorno animal o humano.
Según publica el diario japonés Yomiuri, los investigadores han logrado sintetizar las proteínas específicas de la antena del mosquito y aplicarlas a un dispositivo eléctrico, que a su vez podría incorporarse hasta en un dron llegado el caso.
Con una parte de sudor en un millón es suficiente
La capacidad del desarrollo genético-tecnológico es muy superior a la de los perros entrenados que habitualmente se emplean para búsqueda y rescate, cuando se intenta encontrar personas bajo condiciones extremas tras un terremoto o derrumbes.
Los perros solo pueden trabajar durante períodos limitados de tiempo, necesitan constantes instrucciones personalizadas y ello no siempre es posible en situaciones de peligro extremo.
Shoji Takeuchi, profesor de la Universidad de Tokio y jefe del grupo de investigadores, explicó en ese sentido que “el mecanismo de los insectos para distinguir olores es más simple que el de los mamíferos y, por lo tanto, más fácil de manejar. Además es adecuado para ser instalado en un sensor de muy pequeño tamaño”.
El insumo robótico podría estar disponible para búsqueda y rescate en un horizonte de cinco años, estiman los técnicos.
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