La promoción de la actividad física, evitar la prohibición de alimentos, proponer el consumo de frutas y verduras e incentivar el desayuno antes de la escuela, son algunas de las claves para sostener en el tiempo conductas que permitan disminuir el sobrepeso y la obesidad infantil, una epidemia que aumenta en el país y el mundo, según sostienen especialistas en nutrición, que dieron a conocer esta semana nuevos datos sobre la problemática.
«Excepto una situación particular muy específica, la primera indicación a la hora de encarar una dieta para un niño o niña es evitar prohibirle alimentos», indicó a Télam María Virginia Busnelli, médica especialista en nutrición.
Y continuó: «No se puede decirle a un chico «si vas a un cumple no tomes gaseosa o no comas papas fritas», este tipo de restricciones no se sostienen en el tiempo y las dietas fracasan. Lo que hay que hacer es comenzar por cambiar conductas de a poco, en forma gradual». Dentro de ese cambio en las conductas, Busnelli propone pequeñas acciones que vayan moldeando otra forma de vida, tales como salir a caminar en familia, proponer que los chicos hagan deporte, no tener gaseosas ni dulces en la casa, alentar el consumo de agua, ofrecer frutas y verduras.
«El desayuno es básico, un chico no puede ir a la escuela doble jornada sin comer algo antes de salir de la casa, porque lo lógico es que a media mañana va a tener un hambre voraz que saciará con comida poco saludable», sostuvo.
En el mismo sentido, Miriam Tonietti médica nutricionista de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), expresó que «los niños y adolescentes que desayunan tienen menores índices de sobrepeso y obesidad, mientras que los que saltean regularmente el desayuno, consumen mayor energía a partir de grasas, tienen más apetito y realizan ingestas posteriores de alimentos con alta densidad energética».
Tonietti coincidió en que «no se deben prohibir alimentos, excepto por prescripción médica específica ya que la prohibición genera la imposibilidad de mantener un plan de alimentación sustentable en el tiempo, disminuyendo la aceptación y la adherencia al tratamiento».
Desde la SAN recomiendan una dieta basada principalmente en alimentos variados de los grupos de los cereales, legumbres vegetales, frutas, carnes, huevos y lácteos.
«Los snacks dulces y salados, comidas rápidas y otros, se considerarán dentro de la planificación de comidas del niño y serán consensuados con ellos, sus familias o cuidadores», describió la especialista, quien también coincidió en que «la promoción de la actividad física es otro pilar fundamental».
«El ejercicio le permitirá al niño obeso lograr una aptitud cardiorrespiratoria adecuada, la cual será indispensable para afrontar una vida menos sedentaria; además, mejora la sensibilidad a la insulina, la tolerancia a la glucosa, el perfil lipídico, produce cambios hemodinámicos positivos y estimula la liberación de endorfinas», sostuvo.
Cambio. Según la Organización Mundial de la Salud, 41 millones de niños y niñas menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos en 2014. «Al principio se registraba que el 80 por ciento de los que tenían sobrepeso vivían en países desarrollados; sin embargo, en la actualidad este escenario cambió radicalmente y la epidemia se extendió a una velocidad alarmante a los países de bajos y medianos ingresos, particularmente en las grandes ciudades», detalló Busnelli.
Y especificó que «en América latina, entre 20 y el 25 por ciento de la población de niños y adolescentes tienen sobrepeso y obesidad. Dentro de ellos, Argentina presenta el mayor porcentaje de obesidad infantil en niños y niñas menores de 5 años».
«Los niños con obesidad presentan dificultades psicosociales, como rechazo de sus pares, aislamiento y distorsión de la imagen corporal, pero, además tienen un riesgo alto de hiperinsulinemia, hipertensión, dislipemias (alteraciones en el colesterol) y de presentar obesidad en la vida adulta», indicó Busnelli.
Dijo que «más allá de las campañas de sensibilización que puedan hacer las sociedades científicas o de la tarea pedagógica que hagan algunos médicos, las acciones individuales no son suficientes. El Estado debe asumir un compromiso con esta temática y generar políticas públicas que promuevan la reducción de la obesidad como generar espacios seguros para la actividad al aire libre, facilitar el acceso a una alimentación saludable de toda la población y regular la publicidad de alimentos no saludables».
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