En el año 1916 no se entregaron los Premios Nobel de Física, Química ni Medicina, ni siquiera el de la Paz. Solo pudo ser otorgado el de Literatura, que recayó en el poeta y novelista sueco Carl Gustaf Verner von Heidenstam.
La gran guerra que enfrentaba a gran parte de los países europeos, y en la que perdieron la vida unos nueve millones de combatientes, tuvo la culpa de que los prestigiosos premios quedaran desiertos. Lo mismo ocurriría en los años 1940, 1941 y 1942 durante la II Guerra Mundial.
Hace 100 años, en una España económica y moralmente debilitada, que se mantuvo neutra durante todo el conflicto por no pertenecer a ninguna alianza, el panorama tampoco era muy alentador.
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Sin embargo, siguiendo los pasos de EE UU, que aprobó su primer parque nacional en 1872 –el de Yellowstone–, España fue pionera en la aprobación de la primera Ley de Parques Nacionales.
El 8 de diciembre de 1916, tras el impulso del I Marqués de Villaviciosa de Asturias, Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós –político que destacó como montañero–, la ley contó con el respaldo del rey Alfonso XIII y quedó aprobada en tres simples artículos que plasmaban la necesidad de conservar el patrimonio natural.
“Con la promulgación de la primera Ley de Parques Nacionales se dio un paso importantísimo para la conservación de nuestra naturaleza con un elemento clave como son los espacios protegidos”, señala a Sinc Basilio Rada, director del Organismo Autónomo de Parques Nacionales (OAPN), dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, creado en 1995.
No es hasta el 22 de julio de 1918 cuando se declara el primer parque nacional español: el de la Montaña de Covadonga, que hoy es el de Picos de Europa, con varias ampliaciones hasta incluir más de 67.000 hectáreas.
El 16 de agosto de ese mismo año, el Valle de Ordesa –actualmente Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido– quedó también protegido.
La norma se derogó en 1957 por la Ley de Montes, y desde entonces se han aprobado otras hasta la última modificación de la Ley de Parques Nacionales de diciembre de 2014.
Como resultado son 15 los espacios que constituyen la Red de Parques Nacionales: un 0,7% del territorio español con 384.000 hectáreas.
A falta de la incorporación de dos ecosistemas marinos, estas áreas forman “un sistema completo y representativo de los principales sistemas naturales españoles”. Contienen el 70% de las especies de plantas vasculares y el 80% de las especies de vertebrados presentes en España.
A pesar de gozar de protección, estos espacios se siguen enfrentando a serias amenazas ambientales.
“Los principales retos provienen del exterior, tanto los derivados de los procesos de cambio global como de la introducción de especies exóticas, o bien por catástrofes ambientales o actividades en el entorno próximo”, apunta Rada.
La ciencia al servicio de los parques
Desde hace quince años, el Programa de Investigación de la Red promovido y financiado por el OAPN, que ha aportado ya 14 millones de euros para más de 200 proyectos, expone los estudios científicos realizados en estos espacios naturales con un objetivo: generar conocimiento para una mejor gestión.
“En el caso de los glaciares no se puede actuar para evitar su deterioro”, manifiesta a Sinc Ignacio López Moreno, científico en el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) del CSIC, que ha presentado un estudio en las Jornadas de Investigación en La Red de Parques Nacionales celebradas el pasado mes de octubre en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.
El trabajo, publicado en la revista The Cryosphere, demuestra que desde el final de la Pequeña Edad del Hielo, a mediados del siglo XIX, el glaciar del Monte Perdido –el único de la red– ha sufrido una reducción de un 86% de su superficie.
“Desde la década de 1980, el retroceso ha sido muy acelerado y ha desaparecido un 20% de su superficie. Hay zonas donde se han consumido más de 50 metros de espesor de hielo. En los últimos cinco años, el glaciar ha perdido una media de 4,4 metros de espesor y hasta 12 metros en los sectores más perjudicados”, advierte el investigador del IPE, quien admite que no hay datos exactos de 1918, cuando fue declarado parque nacional, aunque sí fotografías tomadas 20 años antes.
Para el científico, la desaparición del hielo es más que simbólica y muestra cómo el clima está cambiando el ambiente.
“Los glaciares son termómetros de la alta montaña, pero carecen de libro de instrucciones. Tenemos que estudiarlos y monitorizarlos para comprender la señal climática que nos transmiten”, indica.
Cada parque presenta una serie de amenazas que los científicos estudian. En el Parque Nacional de Doñana, amenazado por actividades industriales como la minería según un informe reciente de WWF, se monitoriza la respuesta hormonal al estrés de la fauna ante la presencia humana.
Un estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana ha analizado este factor dentro y en el entorno del parque, por donde una vez al año transita la romería del Rocío.
Los científicos han podido estimar el impacto de diferentes grados de presencia humana sobre la respuesta fisiológica al estrés, el comportamiento y el desempeño biológico de las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia).
Los resultados muestran que la presencia humana moderada y frecuente genera en la fauna silvestre una mayor tolerancia al acercamiento humano y menor susceptibilidad al estrés crónico.
Sin embargo, “la romería del Rocío altera el comportamiento trófico natural de las cigüeñas. La disposición de sus nidos a elevada altura posiblemente explica la ausencia de estrés crónico durante la romería”, concretan los autores.
Parques para los visitantes
La presencia de humanos en los parques es un hecho habitual desde la creación de la Ley.
“El uso público de los parques nacionales es una parte clave que contempla la propia legislación, presente ya en la primera Ley de Parques Nacionales de 1916”, explica a Sinc Basilio Rada, para quien no se trata solo de ocio y disfrute del patrimonio natural, sino también “una herramienta fundamental para la educación ambiental y la concienciación de la sociedad”.
En 2015 los parques nacionales recibieron 14,4 millones de visitas, pero las Comunidades Autónomas, a las que el Estado fue transfiriendo las competencias de gestión salvo en el caso de Cabañeros y Tablas de Daimiel, aseguran que su uso público sea ordenado y regulado.
Otra opción es viajar a estos espacios protegidos a través de una visita virtual con mapas interactivos en 3D. La plataforma, creada con motivo del centenario de la ley, permite interactuar con los 15 parques nacionales.
“Es una forma diferente de presentar rutas de los parques nacionales al ciudadano. El usuario puede guiarse en su interior y ver cosas diferentes como las especies en peligro de extinción y analizar más el territorio. Además de toda la parte de búsqueda e investigación, el mapa es más completo”, explica a Sinc Diego Hidalgo, Industry Manager del Sector Público y Medio Ambiente de Esri España, que pretende profundizar mucho más en el contenido e historia de cada parque con estas enciclopedias interactivas.
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