La crème de la crème de la élite financiera mundial se encuentra cada año en la reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM) en Davos, Suiza. El tema de la reunión de este año es “Dominar la Cuarta Revolución Industrial”, que el FEM caracteriza de esta manera: “Una fusión de tecnologías que está debilitando las líneas entre las esferas física, digital y biológica”.
A pesar del tema de la reunión en Davos, el foro no se anduvo con vueltas a la hora de hablar de China, la cual parece estar estancada entre la segunda y la tercera revolución cultural. Sin embargo, en la discusión, las líneas del análisis del economista Nouriel Roubini, de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional Christine LaGarde y del gerente del fondo de cobertura Ray Dalio, también se están debilitando.
Roubini dijo: “Un año atrás, [los mercados] creían en esta retórica del gobierno chino, de que China lograría tener un aterrizaje suave, que podría mantener un crecimiento del 7%, y que los chinos son un grupo de ‘superhéroes tecnócratas’ que no se equivocan. Pero ahora se están yendo al otro extremo, que los reguladores son incompetentes”.
La verdad probablemente esté en algún punto entre ambos extremos, dijo ayer: “Mi opinión sobre China en los últimos años es que no tendremos ni un aterrizaje forzoso ni uno suave. Diría que China tendrá un aterrizaje con turbulencias”.
Podría tener razón en cuanto a las turbulencias, aunque también se podría decir que los mercados finalmente se están despertando al hecho de que los datos del PBI chino son un producto de la imaginación de los planificadores políticos y que hay problemas reales que los planificadores centrales de Beijing no pueden resolver.
Christine LaGarde, por otro lado, está contando con los mercados para resolver las cosas en China: “Está bien tener cierto grado de volatilidad. Con el tiempo el mercado ordena las cosas. Debería haber una aceptación de que habrá volatilidad”. Hay una cosa que es cierta: cuanto más los planificadores centrales de Roubini dejen a China el mercado, mayor volatilidad habrá.
El fundador de Bridgewater Associates, Ray Dalio, parece haberse olvidado por completo cómo trabaja la maquinaria económica, según su propia definición cuando dijo: “Estamos atravesando un ajuste cíclico, y durará quizás dos o tres años. Llega en un mal momento para el resto del mundo… pero lo superaremos. Un mal año en China será un gran año en cualquier otro país”.
Dalio da en el blanco cuando dice que el crédito es el elemento más importante en el ciclo económico. Pero si se fijara cómo el crédito se expandió en China y se invirtió en proyectos completamente inútiles, no diría que un mal año en China es un buen año en cualquier otro lado.
Luego tenemos a Jiang Jianqing, presidente del Banco Industrial y Comercial de China, que dijo: “China sigue siendo la locomotora de la economía mundial, representando un cuarto del crecimiento global”. Además del hecho de que China está lejos de crecer al ritmo oficial de 6,8%, debido a su superávit comercial China no colabora con el crecimiento mundial, de hecho, está quitando crecimiento a otros países.
Quien no estuvo en las reuniones de Davos fue Crispin Odey, fundador de Odey Asset Management. Él es uno de los pocos gerentes de fondos de cobertura que ve los problemas de China tal como son y apuesta en contra de la historia de Davos sobre China. En su última carta a los inversores escribió:
“Los problemas de China se están volviendo mundiales. Las autoridades no serán capaces de resolver sus cuatro burbujas –viviendas, el mercado de préstamos bancarios, el mercado bursátil y su propia moneda– con las políticas actuales. Este es un problema de U$S 29 billones y las políticas actuales sólo exacerban la producción excesiva y empuja la caída de los precios en todo lo conectado con la producción china. Al final la moneda tendrá que caer, por al menos un 30%”.
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