Los científicos del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, en California, han utilizado técnicas punteras en secuenciación del ADN para identificar los microorganismos presentes en la Estación Espacial Internacional (ISS) que los métodos tradicionales de análisis no habían conseguido hasta ahora.
Los resultados del estudio, publicados en Microbiome, revelan que en las muestras recogidas predominan los filos de Actinobacteria, Firmicutes y Proteobacteria. Estos agentes son mayoritariamente inocuos, pero pueden provocar infecciones a partir de inflamaciones o irritaciones dérmicas.
“Los datos obtenidos evidencian que estos microorganismos asociados a la piel humana realizan una contribución sustancial al microbioma de la ISS”, declara a Sinc Kasthuri Venkateswaran, investigador del JPL y autor principal del trabajo.
La estación está dotada de un ambiente artificial único: posee microgravedad y está sometida a radiación espacial y unos elevados niveles de dióxido de carbono, además de contar con la presencia constante de los astronautas.
Para poder comparar los datos que se encontrasen allí, se seleccionaron como modelo dos salas blancas localizadas en Tierra, en el laboratorio JPL. Estas se caracterizan por ser espacios con poca contaminación en las que se vigilan los niveles de humedad y temperatura, así como la cantidad de personas que se hallan dentro para asegurar las condiciones de limpieza.
Los científicos consideraron que dadas estas características, las salas blancas podrían constituir el modelo ideal para contrastar sus resultados con los de la ISS, ya que ambos lugares son entornos controlados.
Los pequeños habitantes de la ISS
Los análisis revelaron que los tres grupo de bacterias encontrados estaban tanto en la Estación Espacial Internacional como en las salas blancas. No obstante, los resultados señalan que su abundancia no es la misma en un lugar que en otro. En la ISS predominan las actinobacterias y, por el contrario, la presencia de proteobacterias destaca en el JPL por encima de los otros dos filos.
“A pesar de que la recogida de muestras en la ISS no es fácil, la NASA logró obtener algunas aptas en la estación espacial específicamente para poder entregárselas a los investigadores”, comenta Venkateswaran.
“Otra dificultad que encontramos fue el bajo nivel de biomasa de las muestras. Sin embargo, los científicos del JPL superaron este obstáculo empleando metodologías de normalización diseñadas para extraer biomoléculas en entornos de baja biomasa”, añade el experto.
Los investigadores señalan que esta es la primera vez que se han analizado muestras del aire y la superficie de la ISS combinando métodos tradicionales y punteros para cuantificar la presencia de microorganismos.
“La suma de estas técnicas nos ayuda a localizar aquellos agentes patógenos que dañan el equipamiento de la estación espacial o perjudican la salud de los astronautas; y eso nos permitirá identificar aquellas áreas que necesitan un cuidado y una limpieza más rigurosos”, concluye Venkateswaran.
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