El auge de los alimentos ultra-procesados y por qué son tan malos para nuestra salud

Por The Epoch Times
30 de septiembre de 2020 2:26 PM Actualizado: 30 de septiembre de 2020 2:26 PM

Los humanos (y nuestros antepasados) han estado procesando alimentos durante al menos 1.8 millones de años. Asar, secar, moler y otras técnicas hicieron que los alimentos fueran más nutritivos, duraderos y deliciosos. Esto ayudó a nuestros antepasados a colonizar diversos hábitats y a desarrollar asentamientos y civilizaciones.

Muchos alimentos tradicionales hoy en día utilizados en la cocina tienen algún tipo de procesamiento, como granos, quesos, pescado seco y vegetales fermentados. El procesamiento en sí mismo no es el problema.

Recientemente ha surgido un tipo diferente de procesamiento de alimentos: uno más extenso, que utiliza nuevas técnicas químicas y físicas. Esto se llama ultra-procesamiento, y los productos resultantes alimentos ultra-procesados.

Para hacer estos alimentos, se combinan ingredientes baratos como almidones, aceites vegetales y azúcares con aditivos químicos como colores, sabores y emulsionantes. Por ejemplo: bebidas azucaradas, dulces, panes producidos en masa, aperitivos, productos lácteos endulzados y postres congelados.

Desafortunadamente, estos alimentos son terribles para nuestra salud. Y estamos comiendo más de estos que nunca antes, en parte debido a la agresiva comercialización y el presión de la «Big FoodBig Food» (Gran Comida).

Los alimentos ultra-procesados están dañando nuestra salud

Así concluye nuestra reciente revisión de literatura. Encontramos que más alimentos ultra-procesados en la dieta se asocian con mayores riesgos de obesidad, enfermedades cardíacas y derrames cerebrales, diabetes tipo 2, cáncer, fragilidad, depresión y muerte.

Estos daños pueden ser causados por el pobre perfil nutricional de los alimentos, dado que muchos tienen un alto contenido de azúcares agregados, sal y grasas trans. Además, si usted tiende a comer más alimentos ultra-procesados, significa que probablemente coma menos alimentos frescos y con menos procesamiento.

En pocas palabras, los alimentos ultra-procesados son malos para nuestra salud y el medio ambiente. (Hans_Braxmeier/ Pixabay)

El procesamiento industrial también puede ser perjudicial. Por ejemplo, ciertos aditivos alimenticios pueden perturbar nuestras bacterias intestinales y desencadenar una inflamación, mientras que los plastificantes en los envases pueden interferir con nuestro sistema hormonal.

Ciertas características de los alimentos ultra-procesados también promueven el consumo excesivo. Los sabores, aromas y la sensación en la boca de los productos están diseñados para hacer que estos alimentos sean muy sabrosos, y tal vez incluso adictivos.

Los alimentos ultra-procesados también dañan el medio ambiente. Por ejemplo, los envases de alimentos generan gran parte de los residuos plásticos que entran en los ecosistemas marinos.

Y aún así, a pesar de todos estos problemas, estamos comiendo más y más estos alimentos.

En nuestro último estudio, publicado en agosto, encontramos que las ventas de alimentos ultra-procesados están en auge en casi todo el mundo.

Las ventas son más altas en países ricos como Australia, Estados Unidos y Canadá. Están aumentando rápidamente en países de ingresos medios como China, Sudáfrica y Brasil, que están muy poblados. Por lo tanto, es probable que la escala del cambio de dieta y el daño a la salud sea inmensa.

La «Big Food» está impulsando el consumo

También preguntamos: ¿Cómo se explica el aumento mundial de las ventas de alimentos ultra-procesados? El incremento de los ingresos, el aumento de la gente que vive en las ciudades y las familias trabajadoras que buscan la comodidad son algunos de los factores que han contribuido.

Sin embargo, también es claro que las corporaciones de «Big Food» están impulsando el consumo de alimentos ultra-procesados a nivel mundial —piense en Coca-Cola, Nestlé y McDonald’s—. El crecimiento de las ventas es menor en los países en que esas empresas tienen una presencia limitada.

Las agresivas campañas de comercialización de las grandes empresas de alimentos están contribuyendo al creciente consumo de alimentos ultra-procesados. Imagen ilustrativa. (Sophie_Maus/Pixabay)

La globalización le ha permitido a esas empresas hacer enormes inversiones en sus operaciones en el extranjero. El sistema de Coca-Cola, por ejemplo, ahora incluye 900 plantas embotelladoras en todo el mundo, que distribuyen 2000 millones de porciones cada día.

A medida que la Big Food se globaliza, su publicidad y promoción se han ido generalizando. Las nuevas tecnologías digitales, como los juegos, se utilizan para abordar a los niños. Al recopilar grandes cantidades de datos personales en Internet, las empresas pueden incluso dirigir su publicidad a nosotros como individuos.

Los supermercados se están extendiendo por todo el mundo en desarrollo, suministrando alimentos ultra-procesados a escala y a precios bajos. Donde no existen supermercados, se utilizan otras estrategias de distribución. Por ejemplo, Nestlé utiliza su fuerza de ventas «puerta a puerta» para llegar a miles de hogares pobres en las barriadas urbanas de Brasil.

El aumento del consumo también refleja el poder político de Big Food para debilitar las políticas de salud pública. Esto incluye ejercer presión sobre los responsables políticos, hacer donaciones políticas, financiar investigaciones favorables y establecer asociaciones con organizaciones comunitarias.

Cómo pueden cambiar las cosas

La evidencia de que los alimentos ultra-procesados están dañando nuestra salud y el planeta es clara. Ahora debemos considerar el uso de una variedad de estrategias para disminuir el consumo. Esto incluye la adopción de nuevas leyes y regulaciones, por ejemplo, utilizando impuestos, restricciones de comercialización y retirando estos productos de las escuelas.

No podemos confiar en las respuestas preferidas por la industria, como la reformulación de los productos solamente. Después de todo, los alimentos ultra-procesados reformulados generalmente siguen siendo ultra-procesados.

Además, es poco probable que tan solo decirle a los individuos que «sean más responsables» funcione cuando las grandes empresas de alimentos gastan miles de millones cada año en la publicidad de productos no saludables para debilitar esa responsabilidad.

¿Las directrices dietéticas deberían ahora aconsejar con firmeza a las personas que eviten los alimentos ultra-procesados? El Brasil y otros países de América Latina ya lo están haciendo.

Y para nosotros, como individuos, el consejo es simple: evitar los alimentos ultra-procesados por completo.

Phillip Baker es investigador del Instituto de Actividad Física y Nutrición de la Universidad de Deakin en Australia, Mark Lawrence es profesor de nutrición de salud pública en el Instituto de Actividad Física y Nutrición de la Universidad de Deakin, y Priscila Machado es investigadora de la Escuela de Ejercicio y Ciencia de la Nutrición de la Facultad de Salud de la Universidad de Deakin. Este artículo fue publicado por primera vez por The Conversation.


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