Diez años después de la última crisis financiera, los efectos del colapso fueron ampliamente olvidados. ¿Y por qué no? Las cosas difícilmente podrían estar mejor.
El mercado de valores está en auge. El desempleo está alcanzando niveles tan bajos que no se ve desde los años 2000 y ¡Antes de eso! Desde los años 1960, incluso los trabajadores desalentados están retornando a la fuerza laboral.
El mercado casi muerto de bienes raíces está alcanzando alturas históricas como lo hizo en la época de la burbuja inmobiliaria de hipotecas de alto riesgo de 2006, mientras que florecen desarrollos inmobiliarios nuevos como si fueran setas en mercados de moda de Manhattan y Seattle.
Y a pesar que los precios sujetos a intervención gubernamental se dispararon (bancos, matrículas universitarias, cuidado infantil, salud y vivienda), nueva tecnología e innovación, disminuyeron los precios del sector privado en: autos, muebles, vestimenta, servicios de telefonía celular, TV y viajes. Los otros artículos más consumidos como YouTube, Facebook y videojuegos populares de móvil, continúan siendo gratuitos.
Nuevamente gracias a la tecnología, Estados Unidos está acercándose a la independencia energética debido a la revolución del gas de lutita, y gracias a eso, el precio del petróleo estuvo moderado por más de tres años.
El Congreso recientemente aprobó la reforma tributaria más grande desde los recortes impositivos de Bush en 2001. Lo único que no es exactamente igual a la burbuja tecnológica de 1999 es el gobierno federal, que está lejos de lograr el segundo superávit presupuestario desde los años 70. La lista mensual del Nasdaq hasta fines de enero así como de las valuaciones de valores, se ven exactamente igual que las primeras semanas del año 2000, durante la última de las famosas burbujas de capital.
La Oferta Inicial de Moneda (mecanismo de financiamiento de proyectos por internet y la criptomoneda) reemplazaron la Oferta Pública de Venta de los 90, que constituía una oferta pública de acciones; pero la promesa de la próxima revolución tecnológica es la misma.
La emoción es exuberante y casi todo el mundo ve de forma positiva la perspectiva a corto plazo de acciones y de la economía. Todo el mundo parece estar ganando ahora, sea que ganen dinero en un trabajo bien o mal pagado, sea que vean aumentar sus ahorros para jubilarse en la cuenta del mercado de valores, o sea que estén haciendo múltiplos comerciando criptomonedas. Nadie quiere que la fiesta se termine, como ocurrió en 1999 y en 1929.
No durará
Pero hay otra cosa siniestramente similar a las burbujas del pasado reciente y distante, que la mayoría de la gente prefiere ignorar: la Reserva Federal inició un ciclo de austeridad desde hace ya dos años.
Después de básicamente decirle al mercado que contaba con el apoyo de la Reserva Federal durante la crisis a largo plazo de Administración de Capital, la Reserva Federal aumentó las tasas casi un dos por ciento entre enero de 1999 y junio de 2000 debido a que ésta se dio cuenta de que la burbuja tecnológica y el margen de especulación, tenían que ser contenidos.
Como es usual, esto no terminó con el aterrizaje suave que los planificadores centrales, que siempre esperan y nunca logran, sino con una crisis de proporciones épicas causando la baja del Nasdaq a un 80 por ciento en menos de dos años. Los inversores tuvieron que esperar quince años para que alcanzara la vieja suba de 5132.
La historia también atribuye a la Reserva Federal el haber explotado la burbuja de 1929 al comenzar a ajustar en 1928, haciendo bajar al Dow un 85 por ciento, a lo que siguió una espera de 25 años para ver un alza de nuevo en 1954.
Y a pesar de que el reciente ciclo de aumento de tasas de la Reserva Federal de un 0% a un 1,25% es minúsculo en el contexto histórico, al menos es algo en relación al período de tasa de cero interés de los últimos diez años, así como en relación a la época de flexibilización cuantitativa.
¿Por qué importa esto? Porque el mercado, sea de bienes raíces o de valores, está construido sobre los inestables cimientos de una deuda siempre en aumento.
Tanto las compañías como los especuladores individuales de la bolsa han estado consumiendo sus acciones hasta sus reservas, empujando la deuda de la Bolsa de Valores de Nueva York y a la deuda corporativa, a los niveles más altos de todos los tiempos en términos absolutos. Lo mismo sucede con los préstamos bancarios para bienes raíces y por supuesto con la deuda del gobierno federal.
Mientras que las empresas emitieron cantidades récord de acciones en 1999 para comprar las acciones de su competencia y emitieron cantidades récord de deuda para tomar las empresas privadas en 2007 y 2008, ahora en cambio las empresas emitieron cantidades récord de deuda para recuperar sus propias acciones.
Pese a que los capitalistas de riesgo desperdiciaron cientos de miles de millones en proyectos punto.com (no rentables) en 1999, la nueva generación de inversores de riesgo está desperdiciando decenas de miles de millones en Oferta Inicial de Moneda o en empresas que no ganan ningún dinero, como Uber.
Incluso jugadores de fútbol europeos, están sobrepasando las valuaciones de la última tendencia de traspaso de jugadores de principios de los 2000. Esta vez, Paris Saint-Germain tuvo que pagar US$ 250 millones por Neymar Jr. cuando el Real Madrid «solo» había pagado US$ 80 millones para obtener a Zinedine Zidane en 2001, uno de los mejores jugadores de la historia.
Hoy en día algunos clubes pagan esa cantidad para conseguir defensores centrales comunes y corrientes.
El problema de la deuda
La deuda en sí misma, no es un problema cuando es utilizada para propósitos productivos. No obstante la Reserva Federal distorsionó el mercado al mantener demasiado bajas las tasas de interés por demasiado tiempo, haciendo así que las empresas de riesgo no rentables se volvieran «rentables».
Debido a que los bancos pueden manufacturar crédito de la nada, prestarlo a cambio de ganancias y esperar que el gobierno los saque de apuros si algo sale mal, los préstamos se otorgan con imprudencia –al igual que las hipotecas de alto riesgo de hace una década.
Una vez que se cierra el grifo del crédito barato, los proyectos no rentables tendrán que ser liquidados como ocurrió en la crisis de las hipotecas de alto riesgo.
Como siempre, esto afectará primero a las empresas más marginales y no rentables: como la mayoría de las Ofertas Iniciales de Moneda (criptomonedas) y préstamos de alto riesgo para la compra de autos. Pero entonces, la crisis crediticia se llevará a sí misma al centro del sistema, e incluso las empresas y los emprendimientos rentables sufrirán las consecuencias.
Las acciones de Amazon disminuyeron un 95 por ciento en la crisis punto.com; Goldman Sachs bajó un 81 por ciento durante la crisis financiera de 2008. Antes y ahora, las mejores compañías y sectores sobrevivirán y encontrarán su camino de regreso.
De todos modos, cuando el colapso inevitable llegue y todas las fortunas de papel construidas sobre el crédito barato se hayan agotado, la gente maldecirá la burbuja tanto como al colapso.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no necesariamente reflejan la visión de La Gran Época.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.