TORONTO-El señor Wang (un alias) ha vivido en Canadá desde hace años, pero sólo recientemente comentó un episodio angustioso que experimentó hace alrededor de dos décadas en China: participó forzadamente, como un joven interno, en la sustracción de órganos de una persona que aún vivía.
Las autoridades chinas, en particular el sistema médico-militar, utilizaron durante décadas los órganos de presos ejecutados (incluyendo a partir del 2000, a los prisioneros de conciencia de Falun Gong) para suministrar órganos a chinos ricos y a extranjeros. En algunos casos estas operaciones fueron realizadas mientras las víctimas estaban todavía vivas, asegurando así la más alta calidad, esto es algo que se ha venido sospechando.
El siguiente es el relato recientemente dado a La Gran Época por el Sr. Wang, editado para brevedad y claridad y con la adición de subtítulos.
El incidente ocurrió en la década de 1990. Yo era en el momento un médico interno en el Servicio de Urología del Hospital General Militar de Shenyang, provincia de Liaoning. Un día, el hospital recibió una llamada telefónica de la Región Militar de Shenyang, solicitando personal médico para realizar de inmediato una misión militar.
Misión militar secreta
En la tarde, mi director de la división comenzó a llamar a lista. Seis funcionarios fueron llamados, incluyendo a dos enfermeras, tres médicos, y yo.
Nos dijeron que no tuviéramos contacto con el mundo exterior a partir de entonces hasta que la misión hubiera terminado. Esto incluía el contacto con familiares y amigos. No nos permitieron mantener o acceder a ninguna herramienta de comunicación, como los teléfonos.
Fuimos en una camioneta modificada, y delante de nuestro carro había coches militares llenos de soldados armados. Los coches militares tenían sus luces de advertencia encendidas abriendo la ruta para nosotros, y nos llevaron muy rápido. Las ventanas de la camioneta estaban cubiertas con una tela azul, así que no pudimos ver a dónde íbamos.
Finalmente, llegamos a un lugar rodeado de montañas. Muchos soldados estaban de guardia. Un oficial del ejército nos recibió y nos enteramos de que estábamos en una prisión militar cerca de la ciudad de Dalian.
Sustrayendo un riñón a una persona viva
A la mañana siguiente, después de que una enfermera siguió a dos soldados para tomar algunas muestras de sangre, nos pidieron que entráramos en nuestra camioneta. Nos detuvimos en un lugar desconocido. Soldados armados rodearon la camioneta.
Al poco tiempo, cuatro soldados metieron a un hombre en la camioneta, y lo colocaron en una bolsa de plástico negra de más o menos 2 metros de largo.
Los pies de la persona estaban estrechamente amarrados por una especie de hilo especial fuerte, muy delgado como la fibra. Eso estaba cortando su carne. Estaba atado fuertemente alrededor del cuello, con los brazos atados a la espalda, el mismo hilo conectado a sus piernas, este le impedía luchar y moverse, porque para cambiar de posición obligaría al hilo a cortar su cuello, el cual ya tenía una herida grave, a juzgar por la sangre que brotaba de su garganta.
Un médico me dijo que lo mantuviera quieto. Cuando toqué sus piernas, pude sentir que aún estaban calientes. Los médicos y enfermeras rápidamente se vistieron para la cirugía. Yo era su ayudante, encargado de cortar la arteria, vena y uréter [el tubo que conecta el riñón a la vejiga].
Una enfermera cortó abriendo la camisa del hombre y aplicó desinfectante en el pecho y el vientre tres veces. A continuación, un médico utilizó un bisturí para cortar desde el subxifoideo [por debajo del pecho] hasta el ombligo. Vi las piernas del hombre temblando, pero su garganta no podía hacer ningún sonido.
Luego, el médico abrió la cavidad del cuerpo y la sangre y los intestinos de repente salieron. El médico empujó los intestinos a un lado, y rápidamente comenzó a liberar un riñón. Otro médico comenzó entonces a cortar el riñón en el otro lado.
Entonces oí que un médico me dijo que cortara la arteria y la vena, cuando lo hice, la sangre salió a chorro sobre mí. Su sangre seguía corriendo, lo que significaba que estaba vivo.
Las acciones de los médicos fueron muy hábiles y rápidas. Ellos pusieron los dos riñones en una caja termostática.
Sustrayendo los globos oculares
Otro médico luego me pidió que le sacara los globos oculares. Miré la cara del hombre, al ver sus ojos mirándome fijamente con terror extremo. Sentí como si estuviera realmente mirándome, sus párpados se movían. Estaba vivo.
Mi mente se quedó en blanco, mi cuerpo estaba temblando y débil, y no podía moverme. ¡Fue muy horrible!
Entonces recordé que escuché de un oficial la noche anterior hablando a la persona responsable sobre algo como, «ni siquiera tiene los 18 años. Muy saludable y sigue vivo». ¿Era él? Estábamos tomando órganos de una persona viva. Era tan horrible.
Le dije al doctor que no podía hacerlo. Luego, otro médico utilizó la mano izquierda para presionar duramente la cabeza del hombre contra el suelo, y sostuvo un párpado con dos dedos. A continuación, utilizó su mano derecha para sacarle un globo ocular completo con los fórceps.
Yo no podía hacer nada después de eso, temblando y sudando, en un estado de colapso.
A la espera de los órganos
Cuando esto terminó, un médico golpeó el lado de la furgoneta. Un soldado sentado en el asiento delantero comenzó a hablar por su radio, y cuatro soldados pronto se acercaron a envolver el cuerpo, ahora flácido, en la bolsa de plástico y lo tiraron en un camión militar.
Nos llevaron rápidamente de vuelta al hospital. Cuando llevamos los órganos a un cuarto de cirugía, un grupo de médicos ya estaba allí, listo para trasplantar.
El ánimo se derrumba
Bajo miedo extremo y aterrado, tuve una fiebre después de que fui a casa. No me atreví a decirle a nadie sobre esto, nadie de mi familia sabe. Poco después de la cirugía, salí del Hospital General Militar de Shenyang.
Sin embargo, el pánico estaba lejos de terminar. Fui testigo de la tortura y asesinato de un ser humano. La presión mental me hizo miserable.
Durante mucho tiempo no importando si era durante el día o la noche, pude visualizar los ojos del hombre con el dolor y el horror, mirándome. Yo no había mencionado esto durante años, porque una vez que pensaba en ello quería desmayarme.
Cuando los medios de comunicación extranjeros expusieron la sustracción de órganos a practicantes de Falun Gong [en 2006], inmediatamente supe que todo era cierto. Tales prácticas han existido por mucho tiempo en el sistema militar del Partido Comunista Chino. La persecución a Falun Gong sólo les dio una fuente más amplia de órganos.
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