El 1 de julio, más de 200 millones de acciones de Sinopec Oilfield Service Corp. fueron arrojadas al mercado, causando que el precio de la acción cayera en picada en un 10 por ciento en un día. El Sr. Zhu, un especialista en inversiones en Toronto, sintió que algo andaba mal.
El patrón se repitió al día siguiente: ventas masivas de una empresa estatal (Sinopec es una de las más grandes empresas de propiedad estatal en China), llegó al límite del 10 por ciento permitido por los reguladores de valores chinos. Y este patrón se había invertido en la semana previa a la caída: grandes volúmenes, precios hacia arriba, un elevado pico, y después la dura caída.
Lo mismo ocurrió con miles de acciones, pequeñas y grandes, en los mercados de China a partir de finales de junio, barriendo con una cifra sin precedentes de 3,5 billones de capitales de mercado en pocas semanas.
En todo esto, el Sr. Zhu, quien ha estado en el mercado desde hace 25 años, percibe la sombra de una conspiración. «Este dramático colapso, tanto en velocidad como en escala, cuando no hubo grandes movimientos externos repentinos —como para que éste sea tan rápido y grande— muestra que no fueron fluctuaciones normales del mercado», escribió en un correo electrónico. «Es fácil ver que las acciones fueron controladas y manipuladas, y se deslizaron rápidamente a pesar de los numerosos esfuerzos del gobierno para detener la caída».
Y agregó: «Es difícil de decir con claridad quién estaba manipulando estas acciones y cómo se financió… es evidente que no fue para ganar dinero, ni siquiera se preocuparon de preservar su capital. Así que ¿para qué fue?»
Es difícil, si no imposible, de decir si el período previo y la caída de las acciones de Sinopec fue manipulado. Zhu proporcionó otras 20 acciones donde sospecha un juego sucio, muchas de éstas exhiben la misma compra y venta exagerada en un corto período.
Pero la idea de que hay algo artificial con respecto al mercado de valores chino, algo político y tramado, ya no es una teoría controvertida.
En cuanto a las mismas empresas, Jon Carnes, un destacado vendedor de empresas chinas a las que acusó públicamente de ser fraudes, también cree que la política estaba detrás de estos movimientos, aunque no del tipo que Zhu dijo.
«Donde el Sr. Zhu ve conspiración y manipulación, yo veo regulaciones que fracasan», dijo Carnes, señalando topes comerciales que empiezan a hacer efecto después de la caída de precios en un 10 por ciento el mismo día. «El límite, por definición, elimina toda la liquidez y prepara el escenario para el pánico. En un mercado en baja, ¿quién sabe lo que pasará mañana?»
Carnes concluyó: «Deja que los mercados comercien libremente y estos serán más líquidos y por lo tanto menos sujetos a la manipulación».
Sin embargo, la manipulación por parte de actores políticos con conexiones, y otras múltiples formas de interferencia política en el funcionamiento del mercado, han sido una característica de los mercados de valores de China desde el comienzo.
El mercado de valores como herramienta política
Cuando la Bolsa de Shanghai abrió a finales de los 90, tenía dos objetivos, ambos políticos. Controlar y apropiarse de mercados capitales locales privados que habían surgido en China a lo largo de la década de 1980 cuando los empresarios intentaron conseguir una escasa financiación para sus negocios. Y en segundo lugar, llevar un mínimo de eficiencia y gestión empresarial moderna al inflado sector estatal, que representaba un sinnúmero de miles de millones en valores sin explotar. Por supuesto, los funcionarios y los miembros de la élite también pudieron sacar provecho a través de la privatización no transparente de los bienes públicos.
Ambos objetivos se cumplieron, y todo el tiempo, los mercados de valores de China han trabajado bajo una orientación estadista que no ha cambiado desde entonces: desde la reestructuración corporativa SOE durante los 90, sirviendo como herramienta para la recapitalización de las empresas estatales en la década de 2000 y, en los últimos 18 meses, como una manera de absorber el exceso de capital que de otro modo habría sido inyectado en un sector inmobiliario ya de por sí sobrecalentado.
Estas mismas dinámicas, donde el mercado de valores sirve como una herramienta política para el Partido Comunista, estuvieron en juego durante la reciente alza de acciones, potencialmente en la caída, e incluso en las operaciones de rescate que le siguieron.
El resultado es que no es un mercado de valores similar a lo que estamos acostumbrados, un medio para la asignación eficiente del capital, sino una herramienta política para el Partido Comunista.
Un repunte maquinado por el Estado
Los mercados de valores de China alcanzaron su punto máximo a mediados de junio; el Índice Compuesto de Shanghai se duplicó con creces desde el 1 de agosto del 2014 hasta el 12 de junio del 2015, mientras que el Índice de Shenzhen casi se triplicó.
El alza especulativa, que se llevó a cabo sin ningún cambio en los fundamentos de la economía y en un clima de crecimiento reducido, fue diseñada por Beijing.
El Diario del Pueblo, portavoz oficial del Partido Comunista, escribió en un editorial publicado en diciembre del año pasado: «En las siguientes décadas el mercado de valores chino… tendrá una amplia base y condiciones para saborear poco a poco los frutos de la gran revitalización de la nación china, ‘el sueño chino'», según una traducción de China Change, un sitio web que rastrea tendencias políticas.
«En esta ocasión, el mercado alcista no es un ‘mercado especulativo’ sino un ‘mercado de confianza'», continuó el periódico. «Los enormes dividendos provocados por la profundización de la reforma y apertura de China serán suficientes para apoyar un mercado alcista duradero, estable y creciente».
«El mercado… ha izado la gran bandera para que China atraviese la trampa de los ingresos medios —que el honor no permita regresar», concluyó.
Innumerables fueron las editoriales y las exhortaciones de las autoridades de propaganda, todas trataron de demostrar a los chinos promedio que arrojar el dinero al mercado de valores era una propuesta sin desventajas. En el pico del repunte del mercado, los chinos recibían consejos sobre sus acciones por parte de adivinos, y los monjes budistas estaban abriendo cuentas para operar en la Bolsa.
Inversores minoristas pidieron prestado dinero para especular, e incluso el régimen les permitió colcoar sus casas como garantía.
El propósito de todo esto era claro: un mercado alcista inculcaría un sentido de confianza en la economía china. Como dijo Xinhua, la agencia estatal de noticias: «El aumento de la confianza en el mercado de valores ha excitado la fe de toda la sociedad en el desarrollo, y permite a la gente ver los nuevos fenómenos bajo la nueva norma con paz y optimismo».
Los inversores de toda China pusieron su dinero en el mercado a causa de estas promesas implícitas del régimen, el cual garantizaba estabilidad social.
¿Una caída manipulada?
Mientras que los propios mercados, y la reciente recuperación, fueron forjados en el caldero de las necesidades políticas del partido, es posible que la caída también fuera una maniobra política tramada.
Este punto de vista, que esencialmente plantea una conspiración de facciones detrás de la caída, suena descabellada cuando se utilizan las categorías estándar para la comprensión de las finanzas de los países occidentales modernos con mercados de capitales desarrollados.
Pero en China, es un punto de vista sostenido por analistas creíbles y experimentados, y se ve reforzado por la naturaleza profundamente política de casi todo en el país.
Wang Jianguo, profesor de la Escuela de Gerencia Guanghua de la Universidad de Beijing, sacó a la luz este punto de vista en una serie de furiosos mensajes en su cuenta de Sina Weibo a principios de julio. Los comentarios pasaron desapercibidos por los medios de comunicación extranjeros.
«Toda la trama es como una secuencia de anillos enlazados. Es absolutamente imposible ejecutar un ‘golpe de Estado financiero’ a una escala tan asombrosa sin un plan perfecto o sin saber tan claramente la debilidad del rival y su ignorancia en las finanzas», escribió. «Propaganda, apalancamiento financiero… y el momento para atacar han estado trabajando juntos. La astucia extrema de una de las facciones y la arrogancia de la otra se sincronizan para protagonizar lo que vemos que ocurre».
Wang no identifica las facciones a que se refiere, aunque en los últimos tres años de política china, las únicas agrupaciones políticas considerables han sido la que gira en torno al ex líder del Partido Comunista, Jiang Zemin, y la del jefe actual, Xi Jinping.
La facción maligna sería la de Jiang Zemin, usando una caída financiera tramada para atacar a la arrogante facción de Xi Jinping, que en los últimos dos años ha logrado desmantelar en gran parte a la facción de Jiang.
Jiang tomó las riendas del Partido Comunista después de la masacre de Tiananmen en 1989, y las dejó en el 2002, pero durante la década siguiente, fue la fuerza dominante en la política china. Sólo con Xi Jinping, Jiang perdió su control en el sector de la seguridad y militar, aunque todavía no en el sector de las finanzas.
El aluvión de publicaciones de Wang Jianguo en Weibo incluyó este comentario: «[El colapso] devasta tanto al pueblo chino como al liderazgo actual del partido. El ataque sorpresa se llevó a cabo cuando el primer ministro se encontraba fuera del país, ¡muy maligno!»
«Ellos casi arruinan la economía de China… ellos conspiraron y tramaron activamente para destruir la economía de China», dijo Wang.
Li Keqiang se fue a Europa el 28 de junio y regresó el 3 de julio.
¿Cómo pudo ocurrir tal manipulación? Hay opiniones divergentes sobre si el mercado de valores de China es principalmente el reino de los pequeños inversores o algo principalmente controlado y manipulado por las élites y grupos de intereses.
Si el último escenario es el caso, el alcance de la manipulación podría ser mayor.
El Financial Times publicó recientemente un análisis que sugiere que la participación de los inversores minoristas en el valor total del mercado «es probablemente un cinco por ciento o menos».
En el libro «Privatizando China«, Carl Walter y Fraser Howie documentaron un caso de manipulación del mercado de valores, en donde se demostró que un tal Lu Liang controló 1.575 cuentas de inversores individuales para subir el precio de una acción antes de dejar sus acciones por una buena ganancia. En total, el número de cuentas fantasmas utilizadas en la estrategia puede haber llegado a las 14.000, escriben los autores.
‘Salvar el mercado’
Ya sea que la caída fuera diseñada como parte de un ataque político a Xi Jinping —un escenario complicado, aunque concuerda con el entendimiento que muchos chinos tienen del funcionamiento mutuamente destructivo del Partido Comunista Chino— o fue simplemente la deflación natural, y repentina, de una burbuja especulativa sobrevalorada, el brazo fuerte del Estado estuvo involucrado.
En las semanas siguientes al colapso, casi la mitad del mercado se congeló, es decir, a casi la mitad de las acciones cotizadas se les impidió ser compradas o vendidas. Una serie de otras medidas se instituyeron «Para … esencialmente prohibir a los principales accionistas vender sus acciones, junto con muchas otras restricciones sin precedentes en las transacciones del mercado de valores», dijo Gordon Chang, autor y comentarista de China, en una entrevista telefónica.
Las autoridades también anunciaron la creación de un fondo de 20 mil millones de dólares para apoyar el mercado, reuniendo a bancos y compañías de valores para declarar su alineamiento con la cúpula central.
Y el 9 de julio, Xinhua anunció que Meng Qingfeng, el viceministro del Ministerio de Seguridad Pública, llegó a la Comisión Reguladora de Valores de China con su séquito, decidido a llegar hasta el fondo de la caída del mercado.
Descartando la pretensión de que el mercado de valores es autónomo del sistema político, Xinhua escribió: «Van a trabajar junto con la CRVC en la investigación de pistas sobre venta malintencionada de acciones y en los índices bursátiles en las últimas semanas. Esto demuestra que los órganos de supervisión golpearán duro con un pesado puño contra todas las conductas ilegales e irregulares».
Paul Huang contribuyó a este reporte.
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