El 11 de marzo de 2011, Japón sufrió uno de los eventos naturales más destructivos y costosos que ha visto la tierra. Un terremoto de nueve grados Richter y un poderoso tsunami que azotó a la costa de Honshu a 130 km al este de Sendai, en Japón, ha sido una catástrofe difícil de olvidar.
El hecho no sólo alarmó a diferentes países debido a que las olas – que alcanzaron hasta 40 metros en el país nipón – llegaron a diferentes costas del mundo sino también provocó un desastre que, en su momento, fue comparado con Chernobil.
Desde entonces, Fukushima – isla bendita en japonés – se hizo conocida por el desastre nuclear que cobró más de 16 mil vidas y que aún, después de cinco años, la región está sumida en la miseria.
Así lo ha constatado la revista estadounidense Time , en donde señala que alrededor de cien mil personas aún carecen de vivienda, su tierra todavía está envenenada por la lluvia radiactiva tras el accidente nuclear y que muchos han indicado que se necesitarán más de tres décadas para que el lugar esté totalmente limpio.
Una cadena de errores
De acuerdo al medio, una comisión de 2012 autorizada por el parlamento japonés atribuyó la crisis nuclear a una combinación de situaciones, tales como una descuidada supervisión, procedimientos de emergencia fallidos y una cultura propensa a la obediencia ciega.
Sin embargo, no fue sino hasta el mes pasado que los primeros cargos de negligencia oficial se presentaron contra ex ejecutivos en Tokio Electric Power Co.
De acuerdo con AFP Japón, Tsunehisa Katsumata, Ichiro Takekuro y Sakae Muto deberán comparecer ante la justicia japonesa por falta a la rigurosidad profesional, pero además se les imputa la responsabilidad de las heridas de 13 personas por explosiones de hidrógeno y la muerte de 44 personas en hospitales.
En octubre pasado, el gobierno japonés comenzó el pago de una compensación a sus trabajadores por primera vez. Uno de ellos fue un hombre subcontratado para realizar labores de limpieza. Después de un año, desarrolló leucemia.
Si bien aún es difícil demostrar concretamente una relación causal entre la radiación y las enfermedades, ya sean físicos o mentales, lo cierto es que Fukushima, sus habitantes y trabajadores no lograron tener la vida que solían tener antes del terremoto y tsunami.
Ahora, se trata de una lucha donde aún no se sabe si tendrá éxito.
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