Beijing anunció recientemente que un número de ex funcionarios en seguridad alimentaria que fueron considerados responsables por el escándalo de la leche en polvo contaminada, que envenenó a cientos de miles de bebés y causó media docena de muertes infantiles, se les concedió nuevos puestos.
El escándalo estalló en 2008, cuando se descubrió que la melamina, un producto químico industrial, se había encontrado en grandes cantidades en la leche en polvo, que luego se vendió en todo el país e incluso en el extranjero. El asunto fue conocido a principios de 2008, pero fue encubierto hasta después de los Juegos Olímpicos de Beijing en agosto, para no avergonzar al gobierno.
Una serie de funcionarios fueron castigados después de esa debacle, de manera que las autoridades chinas pudieran demostrar, o que así pareciera, su compromiso con la seguridad alimentaria.
«Los funcionarios que están dispuestos a ser sacrificados en nombre del Partido en el caso de un incidente social están en realidad haciendo contribuciones al Partido», dijo Xia Ming, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Staten Island, en una entrevista telefónica.
«Cuando son políticamente fiables, cuando cooperan plenamente con el partido, ya están preparando el camino para convertirse en funcionarios de nuevo en cualquier momento», dijo Xia.
Esta lectura da una comprensión particularmente cínica de la propaganda jactanciosa contra la corrupción que se emite regularmente en los medios de comunicación estatales.
Frustración en el amiguismo estatal resurgió con la reciente noticia de los mismos funcionarios consiguiendo nuevas posiciones en la burocracia.
Se ha sabido desde hace algún tiempo que algunos de los funcionarios considerados responsables por el escándalo habían llegado a nuevos puestos, pero la cadena de recientes anuncios resaltaron el tema de nuevo, sobre todo en el contexto de la campaña contra la corrupción del líder del Partido, Xi Jinping, en el que él se comprometió a limpiar exhaustivamente la corrupción en el Partido Comunista.
El 10 de julio se anunció que Sun Xianze, un ex funcionario de coordinación en seguridad alimentaria de la Administración de Drogas y Alimentos en China, fue ascendido para convertirse en jefe adjunto de esa organización.
Dos días después se hizo evidente que Wang Zhicai, un ex alto funcionario del Ministerio de Agricultura de China, también tenía una nueva posición, como jefe del ministerio en la cría de animales. Wang también había sido bajado de nivel debido a su negligencia muchos años antes.
En este último caso, la nueva posición fue conocida sólo después de que Wang asistió a una conferencia llevando el título de ascenso.
Lógica interna
Una revisión del expediente indica que no es raro que los funcionarios sancionados por corrupción más tarde silenciosamente van a disfrutar de nuevos puestos, después de que la furia pública ha disminuido.
Un caso bien conocido ocurrió a finales del 2005, cuando un director de 56 años de edad, de la oficina de protección del medio ambiente, Xie Zhenhua, fue sacrificado después de la explosión de una petroquímica en la provincia de Jilin, que lanzó 100 toneladas de toxinas en el río Songhua. Poco más de un año después, fue nombrado subdirector de la Comisión de Reforma y Desarrollo Nacional, un trabajo bueno que le permitiría extraer considerables sumas de los proyectos en infraestructura.
La lógica interna del Partido Comunista de China casi dicta este curso de los acontecimientos, según Xia Ming.
«Para cualquier grave crisis de seguridad social o pública, el nivel superior del gobierno sólo realizará tareas superficiales. Cuando están decidiendo si un funcionario es calificado, ellos miran si el oficial es leal al partido», dijo Xia.
Y añadió: «Una forma de determinar esa lealtad es si él está dispuesto a ser sacrificado por el Partido».
Así, después de una severa reprimenda pública y el aparente castigo, los funcionarios se lo llevan a un lugar distante y lo ponen en alguna posición.
«Las empresas estatales y funcionarios de alto rango han formado grupos de interés, y se protegen unos a otros», dijo Xia, explicando que el crecimiento del PIB es el factor determinante en las posibilidades de sus carreras.
«El gobierno chino no le teme a que los ciudadanos se mueran al comer ciertos alimentos, pero sí le temen a la ira y a la protesta de los ciudadanos cuando ven reportes de los medios de comunicación acerca de eso».
Ciudadanos castigados
Mientras que un número de funcionarios responsables del escándalo, que resultó en 300.000 infecciones reportadas, más de 50.000 hospitalizaciones en los cuales hubo bebés que tenían cálculos renales u otros trastornos, y al menos seis muertes; fueron buscados, los ciudadanos que trataron de exponer el asunto y fueron perseguidos.
Zhao Lianhai, un ex trabajador de la seguridad alimentaria que se convirtió en un activista a favor de los padres de los niños perjudicados durante el escándalo, fue condenado a 2,5 años de cárcel por «perturbar el orden social» en 2010. De hecho, él había creado un sitio web llamado Hogar para los Bebes con Cálculos Renales, tratando de reunir a los afectados, y publicó documentos filtrados del régimen, en los cuales ordenaba a los funcionarios a no informar sobre los casos de cálculos renales y así reducir las sumas de compensación.
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