La supervivencia de muchas plantas nativas e introducidas depende en parte del trabajo que desempeñan los animales a través de la polinización y la dispersión de semillas.
Al ingerirlas y expulsarlas después con las heces, una proporción de semillas vuelve al suelo en un lugar más alejado.
Además de los pájaros, la tortuga gigante de las Galápagos es la mayor dispersora de semillas de estas islas a grandes distancias, seguida de las iguanas de tierra endémicas, con tres especies que se alimentan de frutos y de vegetación corta, ya que no trepan.
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Pero, hasta ahora, no se había confirmado el potencial dispersor de las iguanas, salvo por registros anecdóticos.
Un estudio publicado en Integrative Zoology demuestra por primera vez cómo la iguana de tierra de las Galápagos (Conolophus subcristatus) contribuye a la supervivencia de las plantas nativas e introducidas en la isla Fernandina de 642 km2 dispersando sus semillas.
“Sabíamos que en esta isla las hembras de iguana recorren largas distancias, de unos 10 kilómetros, y ascienden hasta los 1.500 metros de altitud hasta el centro del cráter de la isla donde ponen sus huevos”, explica a Sinc Anna Traveset, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (CSIC-UIB) y autora principal del trabajo.
El misterio resuelto en las heces
Entre febrero de 2010 y 2011, los investigadores recogieron 160 heces entre las que se identificaron 5.705 semillas pertenecientes a 32 especies de plantas.
Según el equipo, al menos el 80% de esas semillas –unas 4.545– estaban dañadas.
Con el resto, que quedaba intacto tras pasar por los intestinos del reptil, el equipo de científicos realizó un experimento plantando 849 semillas de 29 especies de plantas. De ellas, solo un 4% llegaron a germinar tras más de 200 días.
“Considerando la abundancia local de las iguanas de tierra, y el gran número de semillas que ingieren, incluso si solo es una pequeña porción de ellas que germina, las iguanas pueden ser consideradas como importantes dispersoras hacia nuevas áreas de esta joven isla”, comenta Traveset en el estudio.
De hecho, algunas plantas obtendrían grandes beneficios de esta acción. Según el trabajo, el 63% de las semillas pertenecían a plantas nativas, de las que un tercio eran endémicas de las islas Galápagos.
Un 6% habían sido introducidas y el resto –el 31%– no lograron identificarlas.
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