Cuando el astrónomo británico Edmond Halley desembarcó en 1700 con un montón de cabras y ovejas en la Ilha da Trindade, sentenció a este islote brasileño en medio del Atlántico sur a la devastación.
Pasaron más de 300 años para que las autoridades decidieran acabar con la presencia de estos animales, que se reprodujeron descontroladamente en esta pequeña isla ubicada entre Brasil y Africa, y acabaron con los bosques que antes la cubrían, afectando corrientes de agua y la reproducción de especies como las tortugas verdes.
Trindade, a 1.167 km de la costa de Espírito Santo (sudeste), es hoy un relieve accidentado y rocoso cubierto de vegetación rastrera, pero poco a poco, con la ayuda de cientos de científicos, voluntarios y las fuerzas armadas brasileñas, recupera su etiqueta de paraíso de la biodiversidad.
La isla, un punto estratégico de defensa para Brasil y testigo de una batalla entre británicos y alemanes en 1914, en la Primera Guerra Mundial, está bajo el control de la Marina brasileña y acoge decenas de investigaciones científicas.
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No hay viajes turísticos a Trindade, adonde solo se llega por mar en un navío de la Marina. No hay pistas de aterrizaje para aviones y un helicóptero no tendría suficiente autonomía para hacer el vuelo desde el continente.
El capitán de fragata Mauro Medeiros Santos, que hasta hace unos días dirigió el Puesto Oceanográfico de la isla, instalado por primera vez en 1957, explicó que la isla puede rápidamente convertirse en un puesto de apoyo de acciones militares.
Hoy este puesto mantiene en la isla a cerca de 30 militares que trabajan en rotaciones de entre dos y cuatro meses, además de promover numerosas expediciones de científicos. También cuenta con un puesto médico capaz de hacer pequeñas cirugías y con una unidad de cuidados intensivos.
– Cacería de cabras y ovejas –
Aunque la isla fue descubierta en 1501 por Portugal, Halley habría sido el primero en desembarcar cinco años antes de descubrir el cometa que lleva su nombre. Al llegar declaró el archipiélago como territorio británico, desatando un conflicto diplomático que se resolvió a finales del siglo XIX cuando Brasil ganó la soberanía.
La recuperación de Trindade comenzó sólo en 1994, después de científicos del Museo Nacional de Rio de Janeiro recomendaran la remoción de cerca de 800 cabras, 600 ovejas y centenares de puercos.
Después de tantos años, estos animales desarrollaron una capacidad de moverse y ocultarse bien en la isla, por lo que su evacuación no era tarea fácil. Finalmente decidieron eliminarlos a tiros. La última cabra fue abatida en 2005 y 10 años después, Trindade da señales de recuperación.
Ruy Valka Alves, profesor de Botánica del Museo Nacional que ha hecho más de 20 misiones a Trindade, relató que en su primera misión, en 1994, encontró la isla devastada. Hoy cree que la cobertura vegetal está en franca regeneración, lo ha comprobado con visitas en campo y por imágenes de satélite. El agua en algunos cauces aumentó. Dejando a la naturaleza seguir su curso, teniendo resultados notorios, aún sin una nueva intervención.
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– Cangrejos, tortugas y «pirajás» –
La estación científica en Trindade funciona desde 2011 en la isla y ha recibido en varios años a un total de 500 investigadores. También hay una estación meteorológica -la única de Brasil en una isla- que contribuye con la previsión del tiempo en todo el mundo.
Anabele Stefania Gomes, una brasileña de 30 años con un doctorado en botánica de la Universidad de Brasilia, que estudia en la isla la competencia entre dos especies de plantas rastreras contó que la isla tiene una riqueza enorme, hay especies a descubrir, hay especies que estaban extinguidas y que están consiguiendo regresar. .
Gomes toma muestras de las plantas en el pico más alto de la isla, de 600 m de altura. Pero para llegar hasta allí debe esperar que pare la lluvia y el fin de los temporales repentinos llamados «pirajás», que tornan el accidentado terreno en un peligro.
Trindade es asimismo el lugar de reproducción de diversas especies de aves marinas, que comienzan a volver con el regreso paulatino de la vegetación. Es abundante en corales, peces y crustáceos, entre ellos el cangrejo amarillo, en peligro de extinción. Posee la segunda mayor comunidad de tortugas verdes del Atlántico Sur, recibiendo cada año unos 3.600 nidos.
La fauna de Halley, que espantó a muchas aves que anidaban en los árboles devastados, comía algunos huevos de tortuga pero no afectó considerablemente la población. En la última temporada reproductiva la población de tortugas aumentó con el nacimiento de 134.000 especímenes, según datos del proyecto de preservación Tamar, que trabaja hace más de 30 años en la isla.
En este paraíso, sin embargo, nadie puede caminar solo ni bañarse en mar abierto. Las lluvias generan en altamar, a una profundidad abismal, una inmensa ola conocida como «camello» y que al llegar a la costa barre con todo con la fuerza de un tsunami.
Desde que las fuerzas armadas brasileñas se instalaron en Trindade, en 1957, más de 10 personas murieron, la mayoría ahogadas por este tipo de olas. Por eso, el baño en el mar es restringido a unas pocas playas y caminar sin compañía está prohibido.
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