Usando extremas medidas, el régimen chino finalmente logró estabilizar la caída de la bolsa que se inició a mediados de junio, durante la cual los índices bursátiles, tanto de Shanghái como de Shenzhen cayeron más de un 30 por ciento en tres semanas.
Mientras que muchos inversores comenzaron a mostrar signos de alivio, incluso expresando gratitud al gobierno por «salvar» el mercado de valores y sus inversiones, el episodio tiene un significado muy diferente para los gobiernos extranjeros y los inversores.
Más importante aún, revela que el mercado de valores de China se encuentra todavía en una fase muy prematura, y la inclinación de las autoridades chinas para ejercer el control es abrumadoramente fuerte. Muchos analistas y medios de comunicación internacionales están empezando a tener dudas sobre la futura dirección en las reformas económicas y financieras de China.
En los últimos años, China ha hecho grandes esfuerzos para liberalizar su mercado de valores. Medidas de reforma se implementaron, como la introducción gradual del Inversores Institucionales Extranjeros Calificados del Renminbi, (RQFII, por sus siglas en inglés) para participar en el mercado de acciones, así como el lanzamiento de Shanghái-Hong Kong Stock Connect (Conexión accionaria entre Shanghái y Hong Kong), el pasado noviembre que permite a los inversores en cada mercado comerciar las acciones en el otro mercado.
China nunca renunció a su aspiración de transformar Shanghái en un centro financiero regional o incluso internacional.
Sin embargo, la crisis del mercado de valores y las drásticas respuestas del régimen, que incluyen la prohibición de nuevas oficinas de propiedad intelectual, prohibir a los principales accionistas de disponer de sus acciones en un plazo de seis meses, y permitir que las compañías que cotizan suspendan el comercio sin ninguna razón válida, dañaron sin duda la confianza de los inversores internacionales.
A diferencia de los mercados de valores más maduros, el mercado de valores de China está dominado por inversores minoristas que tienen poco conocimiento y experiencia en inversiones.
Incrementar la participación de los inversores institucionales, especialmente de Occidente, será un paso importante para el crecimiento y el desarrollo del mercado. El ritmo de tales reformas definitivamente se estancó por las consecuencias de la caída de la bolsa.
Otra de las importantes metas financieras de China es la internacionalización del yuan. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la apertura de su cuenta de capital podría ayudar a Beijing a cumplir con los criterios del FMI para unirse a su canasta monetaria sobre Derechos Especiales de Giro, lo que mejorará en gran medida la popularidad y estatus del yuan.
Una vez más, una posible consecuencia en las turbulencias del mercado de valores es que la posibilidad de que China tenga éxito en este esfuerzo podría verse comprometida.
Qué lecciones aprendieron y qué dirección elijan las autoridades chinas será el foco de la atención internacional.
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