La joven estrella FU Orionis, ubicada a unos 1,500 años luz de la Tierra en la constelación de Orión, se hizo 100 veces más brillante en un periodo de tres meses al calentar el disco a su alrededor a temperaturas de hasta 12.000 grados Fahrenheit (7.000 Kelvin). Estos hallazgos podrían tener implicaciones sobre el conocimiento de la formación de las estrellas y planetas, incluyendo la Tierra y otros planetas de nuestro sistema solar, según informes del sitio web de la NASA.
“Este brillo es el caso más extremo en su tipo que se ha confirmado en torno a una estrella del tamaño del sol”, reporta la Agencia Espacial. “La intensa cocción del disco que rodea a la estrella probablemente cambió su química, alterando permanente material que algún día podría convertirse en planetas”, afirman dichos reportes.
Joel Green, científico del Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial, en Baltimore, Maryland, dijo que «nuestro propio sol puede haber pasado por un brillo similar”. Green y sus colegas observaron el brillo de la estrella en longitudes de onda infrarrojas, que son más largas de las que el ojo humano puede ver y proporcionan mediciones de temperatura.
Este proceso, al parecer inició en 1936, cuando FU Orionis repentinamente comenzó a engullir material de su disco circundante de gas y polvo con gran voracidad, convirtiendo la materia en energía y causando este aumento del brillo de la estrella, de acuerdo con el sitio web de la NASA.
Los investigadores encontraron que la estrella había continuado su voraz consumo después del evento inicial y a pesar de que la cantidad total de energía de la luz visible e infrarroja que emana disminuyó en un 13 % en estos 12 años, actualmente continua devorando el gas circundante aunque no tan rápidamente y hasta ahora ha consumido el equivalente de 18 veces Júpiter en los últimos 80 años.
Todo parece indicar que el material más caliente del disco ha desaparecido, “esto significa que la estrella está comiendo la parte más interna del disco”, explica Green, mientras que el material más frío ha permanecido intacto de acuerdo con los reportes del sitio web mencionado.
El equipo investigador utilizó datos obtenidos recientemente a través del mayor observatorio aéreo del mundo: el Observatorio Estratosférico para la Astronomía Infrarroja, SOFIA (por sus siglas en inglés), además de las observaciones hechas con el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA en 2004. Los resultados obtenidos de los datos de los dos telescopios, recogidos a lo largo de un intervalo de 12 años, fueron presentados en la reunión de la Sociedad Astronómica Americana en San Diego, esta semana.
Los astrónomos predicen que en unos pocos cientos de años FU Orionis se quedará sin el material caliente y volverá al estado en que se encontraba antes del espectacular aumento de brillo, aunque no están seguros de lo que era la estrella o lo que desencadenó la excesiva alimentación. Sin embargo, Green planea obtener una visión más clara de este fenómeno con el telescopio espacial James Webb de la NASA, que se lanzará en 2018.
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