Sabemos que cuando la ira está presente en nosotros, debemos evitar reaccionar en concreto, hablar o decir nada. Decir o hacer algo mientras estás enojado, no es sensato. Hemos de volver a nosotros mismos para cuidar de nuestra ira. La ira es una zona de energía en nosotros, forma parte de nosotros, es un bebé que sufre y hemos de cuidarla; y la mejor forma de hacerlo, es generar otra zona de energía que abrace a la ira que sentimos y se ocupe de ella.
La segunda zona de energía, es la energía de ser consciente, que es la energía del Buda. Está a nuestra disposición; y podemos generarla respirando y caminando, de manera consciente. El Buda que hay en nosotros no es un mero concepto, ni una teoría o una noción. Es una realidad, porque todos podemos generar la energía de ser conscientes.
La plena conciencia significa estar presente, estar atento a lo que está ocurriendo. Ésta energía es crucial para la práctica. La energía de ser consciente es como un hermano o una hermana mayor; o una madre que sostiene al pequeñín en brazos, cuidando muy bien del sufrimiento del bebé, que es la ira, la desesperanza o la envidia que sentimos. La Primera Zona de Energía es la ira; y la Segunda, el ser consciente.
La práctica consiste en usar la energía de ser consciente para reconocer y abrazar la energía de la ira. Hazlo tiernamente, sin violencia. No se trata de reprimir tu ira. La plena conciencia eres tú; y la ira que sientes también forma parte de ti, así que no debes transformarte en un campo de batalla, en un bando luchando contra el otro.
No creas que el ser consciente es bueno y correcto; y que en cambio la ira sea mala e incorrecta, no debes pensar de ese modo. Sólo necesitas reconocer que la ira es una energía negativa; y que el ser consciente, es una energía positiva. Y después usar la energía positiva para cuidar de la negativa.
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