A pesar de las múltiples medidas que tomó Beijing para disminuir las pérdidas, China está atravesando la peor caída de acciones en muchos años.
Desde su última alza el 12 de junio, el Índice Compuesto de Shanghai cayó más del 32 %, perdiendo más de U$S 2,5 billones en valores. El Compuesto de Shenzhen cayó 16,2 % durante la semana y el ChiNext, un 10,8 %. Estos dos índices bajaron más de un tercio con respecto a sus últimas alzas.
Los reguladores del mercado y del Banco Popular de China se reunieron durante el fin de semana del 4 de julio para definir algunos rescates financieros, incluyendo detener todas las Ofertas Públicas y el financiamiento ilimitado a la firma estatal de margen financiero, China Securities Finance Corp.
China acumula en 2015 su peor crecimiento económico en más de dos décadas. Pero la presión no es sólo financiera. A esto se suma una desaceleración de la actividad manufacturera y un sector de la construcción en decadencia, causando el desplazamiento de millones de trabajadores migrantes.
Estímulo para la compra de acciones
El régimen chino estuvo considerando al mercado bursátil como su salvavidas. Una bolsa de comercio en crecimiento impulsa la economía. El alza de las acciones puede alivianar la crisis financiera de muchas empresas y permite que los gobiernos locales y los bancos sumen reservas. También beneficia a los inversores y es una distracción para los desempleados.
Fue así que China relajó su política monetaria y fiscal. También hizo lo de siempre: utilizó a la prensa estatal para promover las inversiones. En 2014, Xinhua y el Diario del Pueblo publicaron todos los días artículos que alentaban a la población más grande del mundo a comprar más acciones.
Y eso hizo el pueblo chino. El dinero fluía desde el mercado inmobiliario. El número de cuentas de corredores de bolsa que se abrieron en el primer cuatrimestre de 2015 superó al de 2012 y 2013 combinados. El 28 de noviembre de 2014, la Bolsa de Shanghai superó los 200.000 millones de yuanes (U$S 33.000 millones) en promedio diario de operaciones, o el valor total de las acciones intercambiadas, por primera vez en cuatro años. Esa cifra se disparó al billón de yuanes (U$S 161.000 millones) a fines de abril de este año.
Desde el 1 de agosto de 2014 al 12 de junio de 2015, el Índice de Shanghai ganó un 136 %.
La mayoría de los nuevos inversores chinos eran consumidores con muy poca experiencia financiera. Muchos participaron porque era la última moda, todos sus amigos habían comprado acciones, y además la prensa y el gobierno lo promovían. Otros, viendo la oportunidad de obtener ganancias, usaron crédito marginal para pedir dinero a agencias de brokers a fin de comprar más acciones.
El ascenso meteórico del mercado de valores no tenía cimientos, y las acciones chinas se colocaron entre las más sobrevaluadas del mundo. El 24 de junio, el Índice de Shanghai operó con una relación precio-beneficio, una medida de la relación entre el precio de la acción y las ganancias pasadas, de aproximadamente 20 con respecto al ejercicio anterior.
El 27 de junio, el banco central de China recortó las tasas de interés de referencia. Dado que esas medidas no sirvieron mucho para mejorar la situación, el 1 de julio la Comisión Reguladora de Valores de China (CRVC) eliminó ciertas restricciones en los márgenes de las operaciones, que antes había colocado para evitar la especulación. Después de que el mercado volviera a caer el 2 de julio, los reguladores chinos anunciaron ese día que investigarían y procesarían a los especuladores.
Esas medidas también fallaron, y el 3 de julio el Índice de Shanghai cayó otro 5,8 %.
Algunos de los cambios recientes se deben a la desesperación.
Las nuevas reglas implementadas el miércoles pasado permitían que los inversores usaran bienes inmuebles como garantía en sus préstamos marginales. Efectivamente, los inversores están apostando todo lo que tienen al colocar su casa en el mercado bursátil.
Círculo vicioso
La causa fundamental de la liquidación es el boom que la precedió. Los inversores están asustados: los mismos inversores que abarrotaron el mercado de valores ahora están vendiendo sus acciones. Están vendiendo acciones para salvar su cartera de valores. Los principios básicos de las finanzas indican que cuando en el mercado bursátil hay más vendedores que compradores, la diferencia entre los precios de la oferta y la demanda termina cayendo.
Lo que empeora la situación en China son los 2,2 billones de yuanes (U$S 350.000 millones) de deuda marginal. Estimaciones independientes citadas por Reuters colocan a la deuda real alrededor de los U$S 645.000 millones, incluyendo al sector bancario en las sombras. Esa deuda es avalada con la tenencia de acciones subyacentes, y cuando los precios de las acciones caen (disminuyendo el valor de la garantía), los inversores deben vender aun más acciones para alcanzar los márgenes complementarios (margin calls).
“El pánico aumenta a medida que más inversores se ven obligados a liquidar debido a los fondos apalancados. Cuanto más cae el mercado, más inversores se ven obligados a liquidar. Es un círculo vicioso”, dijo al Wall Street Journal el analista de Nanjing Securities, Zhou Xu.
Manotazos de ahogado
El 4 de julio, el Consejo de Estado de China, su banco central y la CRVC convocaron a una reunión de emergencia y decidieron detener todas las ofertas públicas iniciales. Por otro lado, más de 21 brokers estatales, incluyendo Citic Securities Co., anunciaron que invertirían el 15 % de sus activos netos, o no menos de 120.000 millones de yuanes (U$S 19.000 millones), para compras directas de acciones.
El 5 de julio, el Banco Popular de China inyectó 100.000 millones de yuanes (U$S 16.000 millones) en China Securities Finance Corp., y anunció un ilimitado apoyo para su financiamiento, permitiendo así que la agencia ofrezca más préstamos marginales para financiar más compras de acciones. En teoría, esto podría disminuir la cantidad de operaciones canceladas para alcanzar los márgenes complementarios, con el costo de empeorar el problema de las deudas incobrables en China.
Estas son medidas desesperadas, y más le vale al régimen chino que alguna funcione. Una carta pública de cinco profesores de finanzas que planteaba cómo debería lidiar el régimen chino con la crisis del mercado de valores, publicada el 2 de julio en Xinhua, calificaba de “inexplicables” los esfuerzos por estabilizar la situación. La carta también advertía que un colapso del mercado bursátil sería catastrófico para la clase media china y el “sueño chino”, lo cual podría provocar no sólo el derrumbe de la bolsa, sino también el del mismo régimen.
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