La economía de China parece estar desacelerándose después de años de crecimiento en auge. Para revitalizar la economía, el actual liderazgo chino necesita establecer sus prioridades en una dirección en particular.
El secretario general Xi Jinping asumió formalmente el título de líder «central» del Partido Comunista Chino en la recién celebrada Sexta Plenaria del régimen en Beijing. Esta ascensión, así como su declaración de que «gobernaría estrictamente el Partido», indica que la campaña de tres años de Xi para purgar al régimen de la facción política de Jiang Zemin, el ex líder comunista, ha tenido éxito hasta ahora. La ascensión de Xi también indica que la próxima etapa para eliminar al grupo de Jiang probablemente recobrará el ritmo.
La investigación de Xi y el castigo de miles de funcionarios corruptos en la red de Jiang desde que asumió el poder es una medida positiva tanto para la estabilidad de la sociedad china como para el desarrollo económico de China. Estos funcionarios corruptos dañan al estado y dañan el bienestar público, en particular, muchos tomaron cientos de millones en fondos estatales, llenando sus casas de oro, efectivo, pinturas y antigüedades. Como el alcance de la campaña anticorrupción se extiende a través de las fronteras, los bancos internacionales también se niegan a tocar ese dinero.
Para mejorar la economía de China, Xi Jinping debe capturar a más de estos funcionarios corruptos, restituir esa riqueza, y utilizarla para beneficiar a la gente.
El arresto de más funcionarios corruptos afiliados a Jiang Zemin es una de las claves para resolver los muchos problemas que afectan a la economía china.
Dilema económico de China
Una economía sana es clave para la estabilidad de un país y un régimen, es la base de una sociedad próspera y permite que la gente viva en seguridad y confort. Sin ella, el malestar social es el resultado y la gente no puede ganarse la vida.
La economía china se enfrenta actualmente a una grave crisis: el crecimiento económico se ha desplomado, el desempleo está en alza, las burbujas financieras e inmobiliarias continúan creciendo, la deuda local está en crisis, la manufactura está en problemas y el capital está saliendo del país.
Este estado de cosas resulta de múltiples factores.
Después de que la revolución cultural terminó en la década de 1970, el partido comunista se vio obligado a impulsar las reformas económicas simplemente para sobrevivir. Sin ningún cambio en el sistema político, el aflojamiento de las restricciones económicas permitió al pueblo chino crear la «economía milagrosa» que llamó la atención del mundo. China finalmente se convirtió en la segunda economía más grande del mundo.
Pero después de 30 años de rápido crecimiento económico, se ha agotado el modelo económico de China que fue a costa de pisotear los derechos humanos, arruinar el medio ambiente y agotar los recursos naturales de una manera excesiva. El crecimiento económico continuo ya se ha convertido en la última esperanza del Partido para sostener la legitimidad de su gobierno.
El grupo de liderazgo de Xi Jinping se ha enfrentado a numerosos problemas económicos desde que llegó al poder en el 18º Congreso del Partido en 2012, pero no todos ellos se deben al sistema. Muchos, de hecho, se deben a luchas de poder en las altas esferas del propio régimen: así, los mercados financieros y de acciones de China se convirtieron en campos de batalla a muerte entre las rivalidades políticas.
El grupo que encontró que su poder se derrumbaba rápidamente, la facción de Jiang Zemin, no piensa en usar la economía de China como moneda de cambio. Ellos están contentos con causar un colapso en el sistema financiero, para desencadenar el caos si es necesario, en un intento de recuperar el poder que tiene Xi y evitar ser considerados responsables de sus crímenes y ser castigados. El colapso bursátil de junio y julio del año pasado fue el resultado de todo esto.
Los funcionarios corruptos de Jiang también han ocasionado directamente grandes daños a la economía.
Los amigos cercanos corruptos de Jiang
El oficialismo en China llegó al punto expresado en esta frase: «No hay un funcionario que no sea corrupto» (无官 不 贪). Casi todos los funcionarios del lado de Jiang Zemin son extremadamente corruptos, lo que se ha hecho evidente en los registros de los investigados, expuestos y castigados desde el 18º Congreso del Partido.
Recientemente, el ex alto funcionario del Congreso Popular Nacional, Bai Enpai, fue acusado de aceptar sobornos por la suma de 36 millones de dólares; el ex vicepresidente del departamento de carbón en la Administración Nacional de Energía, Wei Pengyuan, recibió casi 30 millones de dólares en sobornos y recibió una sentencia a pena de muerte con indulto (con el resultado de que pasará el resto de su vida tras las rejas) ; el ex presidente del congreso consultivo del Partido de la provincia de Guangdong, Zhu Mingguo, fue acusado de recibir 20 millones de dólares; Zhou Yongkang con US 19 millones; Jin Daoming con 17 millones de dólares; Wan Qingliang con 16 millones; Mao Xiaobing con 15 millones de dólares, etcétera.
Tenga en cuenta que estos son sólo los números que aparecen en los informes oficiales. Las sumas reales son casi seguramente mucho más altas. Si se puede sacar 17 millones de dólares en efectivo de la casa de Ma Chaoqun, un simple funcionario de la provincia de Hebei, entonces es de esperar que altos funcionarios escondan cientos de miles de millones de yuanes.
El sistema corrupto de Jiang
Después de que Jiang Zemin asumiera el poder, el Partido Comunista entró en una era que carecía tanto de una ideología como de un límite a su conducta. En cambio, Jiang estableció en el Partido un nuevo conjunto de relaciones de poder: Demos rienda suelta a la corrupción, y únase a la conspiración de poder y ganancias.
La primera cosecha de funcionarios que surgieron bajo la tutela de Jiang, como Li Changchun, Jia Qinglin, Chen Liangyu, Zeng Qinghong, Zhou Yongkang y otros, casi todos tuvieron su comienzo en el contrabando, conspirando con hombres de negocios y expropiando tierras con el fin de hacer su primera fortuna.
En poco tiempo, los funcionarios de poca monta y los poderosos quienes gustaban de usar su posición pública para el beneficio personal comenzaron a reunirse bajo la bandera de Jiang. Durante la era de Jiang, la corrupción se convirtió en la manera de salir adelante, y los funcionarios correctos eran los que eran purgados.
El caso de Huang Jinguo, el jefe del Comité del Partido del Condado de Lianjiang en la provincia de Fujian, es un ejemplo.
A finales de los años noventa, Huang buscó investigar una importante red de corrupción en su propia jurisdicción. Él recibió presiones de diferentes niveles: Sus superiores le dijeron que no fastidiara, mientras que matones y tríadas lanzaban amenazas. Huang llevó un chaleco antibalas para ir a trabajar durante seis años. Desamparado, el 11 de agosto de 2004, presentó su historia al Diario del Pueblo, llamándola: «¿Por qué he tenido que llevar un chaleco a prueba de balas por seis años?» Al final, Huang fue arrestado un año más tarde y condenado a cadena perpetua por cargos de conspiración.
Jiang Zemin gobernó el país a través de la corrupción, estableciendo su propia red de funcionarios en todo el Partido, en la seguridad política, en los militares y en otros sistemas burocráticos. Su hijo mayor, Jiang Mianheng, se hizo conocido como «el más corrupto de China».
La cultura de corrupción en China que Jiang estableció hizo metástasis a través de las fuerzas armadas, el sistema judicial, el sistema de salud, el sistema educativo, el sistema deportivo, los medios de comunicación, las empresas estatales y más. Se compraron y vendieron puestos oficiales, se pagaron y recibieron sobornos, se produjeron abusos conspiratorios entre funcionarios y empresarios por todo el país.
La línea de salvamento de la economía china estaba en manos de grupos de interés que se habían unido alrededor del gobierno de Jiang, incluyendo la industria petroquímica, las telecomunicaciones, el imperio ferroviario estatal, el sistema financiero y las empresas estatales en campos como las finanzas que ofrecen las rentas más gruesas. En todos estos campos habían instalado en ellos a miembros de la familia y del clan de Jiang, o a confidentes, colaboradores, subordinados y asociados. Estos incluyen a Jiang Mianheng, Zeng Qinghong, Zhou Yongkang, Xu Caihou, Liu Yunshan y otros.
Zhou Yongkang y su familia acumularon bienes raíces y dinero en efectivo por más de 14.000 millones de dólares, mientras que la riqueza de Zeng Qinghong superó los 1.400 millones de dólares. Las familias de Xu Caihou y Liu Yunshan también tienen una riqueza de más de mil millones de dólares.
En los últimos años el fenómeno de los «funcionarios desnudos» se ha vuelto extremo. «Funcionario desnudo» es un término que describe a los funcionarios corruptos que primero envían a su cónyuge e hijos al extranjero con los activos robados mientras esperan el momento para la mejor oportunidad de hacer su propia huida. Estos funcionarios suelen sacar el dinero a través de contrabando en efectivo, ocultas tiendas de dinero, o proyectos de inversión a gran escala. Las estadísticas oficiales indican que por lo menos 20.000 funcionarios han huido de China de esta manera, privando al país de entre 116 y 217 mil millones de dólares.
Si toda la base de activos de la red corrupta que creció en torno al reinado de Jiang Zemin pudiera calcularse por completo, es probable que exceda los gastos anuales de China en defensa nacional, salud y educación.
Cómo Jiang dañó a China
El sistema de robo oficial y corrupción creado por Jiang se produjo en un momento en que China estaba pasando por la privatización a gran escala y de la transformación económica. Así, todo el contexto de la reforma económica se convirtió en la mejor oportunidad, excusa y método de ocultación para el robo desenfrenado. Los activos estatales fueron privatizados, a través de todo tipo de mecanismos, en el control de funcionarios corruptos y grupos de intereses especiales.
Al final, este robo generalizado significó que China perdió la oportunidad de convertirse en algo parecido a un país normal a través del proceso de reforma, y las bases económicas y sociales que permiten el orden se vieron socavadas. Gran parte de los frutos de los 20 años de reforma económica en China fue saqueado por los intereses corruptos del grupo de Jiang.
La corrupción durante este período no se limitó a los funcionarios: la cultura de la anarquía penetró en todos los niveles de la sociedad. A medida que la bajeza moral de la clase gobernante se hizo evidente, cualquier noción de justicia se volvió cada vez más remota para la mayoría de los chinos.
La economía y la moralidad son interdependientes. Los métodos de desarrollo económico que surgen de una perspectiva moral quebrantada inevitablemente darán lugar a malversación de fondos, corrupción, saqueo, una mentalidad de cada hombre para sí mismo y la ruina del bien público.
El aspecto completamente sucio del gobierno de Jiang Zemin es la medida en que se atrevió a destruir y degradar la moralidad y las conciencias humanas, lo cual es el fundamento de cualquier sociedad y el buen funcionamiento del sistema económico y político.
Sin humanidad, moralidad y buena fe, la sociedad se derrumba y decae. Desafiar y atacar la moralidad como Jiang lo hizo fue un intento de destruir la esperanza de una nueva China. También equivale al Partido Comunista cavando su propia tumba. Esto queda claro al evaluar a los funcionarios caídos en la red de Jiang.
Haciendo un inventario de estos funcionarios -incluyendo a Bo Xilai, Zhou Yongkang, Su Rong, Xu Caihou, Guo Boxiong y otros, todos estuvieron, comprometidos con la persecución de Jiang Zemin a la práctica espiritual Falun Gong.
Eliminar la facción de Jiang ayudará a revitalizar la economía
Purgar a fondo a los funcionarios que robaron vastas riquezas durante la era de Jiang tendrá el efecto de revitalizar la economía china.
En primer lugar, dada la escala de riqueza que robaron, su confiscación y reinversión en los medios de subsistencia del pueblo es algo que mejora las cosas.
En segundo lugar, la purga de todos esos funcionarios tendrá el efecto de restaurar el orden económico adecuado y la confianza de la gente en el futuro de China.
En tercer lugar, destruir la corrupta red oficial establecida por Jiang y reconstruir un sistema de gobierno normalmente funcional, permitiría a China volver a una trayectoria de crecimiento positivo y avanzar hacia el futuro sin sobresaltos.
En cuarto lugar, estos funcionarios corruptos son la base de la facción de Jiang Zemin. Así que eliminarlos, antes de detener a Jiang Zemin, significaría el final completo de la facción de Jiang.
Desde una perspectiva más profunda, uno de los objetivos de Jiang al fomentar este enorme sistema de corrupción era obligar a los funcionarios de todo el Partido a su campaña de perseguir a Falun Gong, haciéndolos tanto beneficiarios de la campaña como participantes en ella. Este es uno de los aspectos más siniestros de su gobierno.
La historia ha demostrado que al perseguir la fe justa llega el momento en que es castigado por el cielo. El colapso del imperio romano ilustra esto.
La China de hoy está pagando el precio de la persecución de Jiang a Falun Gong. Sin embargo, hay esperanza para el futuro de China si la persecución termina, los victimizados son exonerados, y la justicia se restablece. Purgar el sistema de corrupción de Jiang es una manera de defender la rectitud, manifestar los principios del cielo y traer bendiciones ilimitadas.
Transición pacífica
La historia china pre moderna nos dice que un cambio de dinastía está cercano cuando un gran número de funcionarios en un régimen son corruptos, y cuando la economía y el poder del país están disminuyendo. Jiang y el Partido Comunista han perdido el último vestigio de legitimidad del Partido, y el Partido está a punto de derrumbarse.
Mientras tanto, el rango de medidas y acciones que Xi Jinping ha tomado desde que llegó al liderazgo sugiere que no carga la sangre de la persecución de Falun Gong en sus manos. Xi también está distanciándose de los crímenes históricos del Partido.
Xi, por lo tanto, no tiene necesidad de tomar la deuda de sangre del Partido y de Jiang Zemin, y su abandono del Partido es una inevitabilidad que concuerda con la voluntad de la historia.
China realizará entonces una transición pacífica hacia una sociedad no comunista, y la nación y el pueblo chinos, quienes han sufrido décadas de calamidad, crearán nuevas glorias en el futuro.
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