Los particulares chillidos de nueve monos aulladores rojos resuenan nuevamente desde el lunes en el noroeste de Colombia, donde fueron retornados a su hábitat tras ser rehabilitados del trauma de ser cazados y domesticados.
De regreso a los árboles en Hacienda Miraderos, a unos 50 km de Medellín, los primates Alouatta seniculus hacen parte de un ambicioso programa mediante el cual 152 ejemplares han sido rescatados y devueltos a los bosques desde 2003.
Sandra Correa, directora del zoológico de Santa Fe de Medellín, aseguró que ha sido un proceso exitoso, quien además relata con vivo entusiasmo que se ha hecho seguimiento a otros tres grupos liberados previamente y que han logrado sobrevivir tras recuperarse.
El reto de los especialistas es mayor dado el estrés con el que son rescatados los animales de manos de los traficantes, que los venden clandestinamente, o de familias que los compran y los adoptan como sus mascotas.
Correa relata que muchos de los monos son obligados a asumir costumbres y alimentación humanas, por lo cual el proceso de reintegración a la vida silvestre es realmente difícil y puede tardar entre seis meses y dos años.
Los monos liberados el pasado lunes debieron recorrer un duro proceso que comenzó con el rescate por parte de las autoridades y su ingreso a una guardería del zoológico.
Correa indicó que la rehabilitación es enseñar a los animales a sobrevivir en el bosque, y explicó que en el zoo son recibidos por una persona que asume el rol de madre.
Superada esta la primera fase, los animales son reunidos con otros monos y paulatinamente son aislados hasta que pierden todo contacto con los humanos.
Se les enseña a trepar, identificar otros animales que les pueden resultar peligrosos, y a vivir con su comunidad, hasta que se logra que no bajen de los árboles y retomen su dieta natural para poder ser liberados.
Con dolor, Correa relató que se calcula que por cada mono que llega al refugio del zoológico, los cazadores pudieron haber matado entre 10 y 12 ejemplares, lo que constituye una familia completa.
Por esta razón, los especialistas piden a los seres humanos que no los compren, lo que constituye la mejor forma de acabar con la caza de esta especie que es natural de las Américas.
El mono aullador rojo también habita en Venezuela, las Guayanas y Trinidad; región amazónica de Ecuador y Perú y el norte de Brasil, especialmente en las selvas lluviosas, en bosques de galería y en manglares.
En su hábitat natural esta especie se mantiene en los árboles a una altura de 15 a 18 metros, y en grupos de hasta 16 miembros.
El zoológico Santa Fe y las autoridades ambientales hicieron un llamado a la ciudadanía para que se evite comprar estos animales, vendidos ilegalmente a un precio promedio de entre 40.000 a 60.000 pesos colombianos (de 12 a 18 dólares).
Unos 55.000 ejemplares silvestres de flora y fauna fueron incautados a traficantes en Colombia en los últimos dos años, según datos del ministerio de Ambiente.
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