«Cuatro generaciones bajo un mismo techo» es un dicho común chino, un indicador de una vida exitosa y próspera. En el presente, alcanzar a tener dos generaciones en la misma casa es un reto que cada vez menos chinos pueden permitirse. Según los últimos datos publicados en la prensa oficial china, más del 70 por ciento de las personas mayores en zonas urbanas de China viven lejos de sus hijos.
Xun Qi, de 77 años de edad, residente de Changzhou, provincia de Jiangsu, puso anuncios en los periódicos con la esperanza de encontrar una familia que lo «adopte». Ha llevado una existencia solitaria durante años viviendo de una pensión.
«No tengo a nadie con quien hablar», dijo Xun a la agencia Xinhua, el portavoz oficial del Estado. «Hablo conmigo mismo todos los días y muchas veces paso una o dos horas murmurando mientras miro viejos álbumes de fotos».
Xun está solo, pero no quiere ser una carga para su familia que vive lejos, yéndose a vivir con ellos, ya que «no poseen los medios».
Para una familia dispuesta a acogerlo, Xun ofrece compartir su pensión mensual y pagar por su propio funeral.
Parte de su motivación para colocar el anuncio fue la muerte repentina de su vecino durante la temporada de Año Nuevo de 2012. El conserje se encontraba de vacaciones en ese momento y el cuerpo no fue descubierto sino hasta después de las vacaciones.
Xun Qi es tan sólo uno de los millones de chinos de edad avanzada que tiene un hogar sin hijos, a quienes se nombra coloquialmente, «nidos vacíos».
Según una investigación realizada por el Comité Nacional de China sobre el envejecimiento, entre 2015 y 2035, habrá un aumento anual de 10 millones de personas mayores. La proporción de personas mayores en las ciudades medianas y grandes que viven solas alcanzó el 70%, poniendo una presión considerable sobre el cuidado de la salud y los sistemas de seguridad social.
El fenómeno es producto de los rápidos cambios sociales y económicos de China, así como de los efectos de la política de hijo único del régimen comunista, que dio lugar a un envejecimiento de la población.
La política del hijo único, instituida en 1979, prohibió a la mayoría de las parejas tener más de un hijo, un cambio repentino de la preferencia tradicional por las familias numerosas que actuó como soporte tradicional para los padres y los abuelos.
A fin de mantener una población estable, la tasa de fecundidad debe seguir siendo igual o superior a 2,1 hijos por mujer, pero en China la cifra es sólo el 1,5. Mientras que por un lado no se prevé que la población general de China disminuya de manera significativa en el futuro cercano, por el otro los ancianos constituirán una sección cada vez mayor de la población.
Li Jianxin, profesor de sociología en la Universidad de Beijing, dijo al medio estatal Reference News, que los efectos de la política de un solo hijo resultaron en un número creciente de familias «4-2-1», en las cuales un hijo único se enfrenta, más adelante en la vida, a la presión de cuidar a dos padres y cuatro abuelos. Al mismo tiempo, millones de familias que han perdido a su único hijo o hija han sido privados de cualquier apoyo familiar.
«El mayor riesgo que enfrenta la población china no es el número total, sino el envejecimiento», dijo Li.
Se calcula que más de 100 millones de nidos vacíos existían en China en el 2013. Según un estudio de la comisión se teme que este número se dispare hasta los 200 millones en 2030. Para 2035, el total de la población de ancianos en China será de más de 400 millones.
“People’s Net” versión online del medio estatal Diario del Pueblo, realizó una encuesta en 2013, con resultados alarmantes: el 90 por ciento de las personas nacidas después de 1980 dijo no creer en su capacidad para mantener a sus padres. Setenta y cuatro por ciento estuvo de acuerdo en que debido a la presión del trabajo y la vida, les sería imposible ahorrar dinero para sustentar a los ancianos de la familia. La mitad de los encuestados dijo que vivían lejos de sus padres y que en términos económicos no les sería rentable convivir con ellos.
Según la encuesta, dos quintas partes indicaron que los estándares incompatibles de bienestar social y atención de salud les impedían residir con sus padres.
Lianhe Zaobao, un periódico de Singapur, entrevistó a Li Wanyuan, una anciana que vive en la zona de Dongcheng. Con 76 años, Li sufre de dos enfermedades crónicas y tiene dificultad para moverse. Incluso, poder tener una comida básica es un reto para ella.
Aunque una cafetería de la comunidad proporcionaba comidas, más tarde cerró y ahora Li se alimenta con bollos al vapor que su hija de 53 años de edad le entrega semanalmente.
Pero Li se siente culpable. «Mi hija tiene 53 años y no está en buen estado de salud. Ella también tiene su propia familia de la cual encargarse», dijo.
Para que la carga de su hija sea menor, la vida de Li gira en torno a «tratar de beber menos agua, comer menos alimentos y evitar ir al baño por la noche». También evita ducharse tanto como sea posible, por miedo a resbalarse y generar costos médicos adicionales.
Los ancianos solitarios también se han convertido en una fuente cada vez mayor de problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, los cuales se ven reflejados en el aumentado de los suicidios dentro de este grupo demográfico, sobre todo en el campo, donde las duras condiciones económicas exacerban el rigor de la vida.
Radio Nacional de China entrevistó a una anciana de apellido Chen. Ella vive en Nanning, provincia de Guangxi, en el sur de China. Su único hijo trabaja en Beijing y sólo regresa a casa para el Año Nuevo chino, dijo. Habló de los inconvenientes de la vida, de que no hay nadie para ayudarla con el uso de las computadoras o incluso para cambiar las bombitas de la luz.
En 2009, un hombre de 81 años de edad trató de saltar para suicidarse, pero fue rescatado. Le dijo a los espectadores que vivir solo se había convertido en algo difícil y aburrido.
Cuando un anciano murió solitario en su ciudad natal en la provincia de Anhui a finales de 2014, su cuerpo fue encontrado días después de su muerte. Había sido mutilado por los numerosos perros que había criado en sus últimos años.
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