A sus campeones en el oeste, él ha traído transparencia a un sistema secreto; a sus críticos, ha trabajado para encubrir crímenes masivos contra la humanidad. Huang Jiefu (Jeffrey Huang para sus amigos médicos occidentales), podría ser uno de los médicos chinos más controvertidos.
Algunos partidarios de Occidente lo acreditan con reformar sin la ayuda de nadie el sistema de trasplantes, llevándolo desde la sórdida sustracción secreta de órganos de prisioneros, a un «sistema voluntario basado en los ciudadanos».
Recientemente también se le otorgó el Premio Internacional Gusi de la Paz, un premio otorgado por un empresario de Filipinas a personas destacadas en 19 países. (Huang a principios de mes también recibió el Premio de Ciencia Wu Jieping de Medicina).
Pero como la historia en torno a ese esfuerzo de reforma se desmorona, de hecho, no hay una ley que prohíba el uso de presos ejecutados, y una estipulación secreta promulgada por el Ministerio de Seguridad Pública permite que el uso de esos órganos todavía operando. Una visión más oscura de los esfuerzos de Huang está ganando nuevas evidencias.
Para sus detractores, Huang Jiefu es un maestro del engaño y el encubrimiento, el inquebrantable hombre del Partido Comunista. Ellos lo ven como el que ha orquestado el inmerecido reconocimiento de China por la organización médica internacional, aun cuando el régimen y sus hospitales militares continúan extrayendo los órganos de condenados a muerte y de prisioneros religiosos.
Estas tensiones, que están desde hace años, fueron resaltadas de nuevo con los recientes elogios concedidos a Huang, y aumentó la atención en si China realmente llevó a cabo una reforma en su sistema de trasplantes.
«El doctor Huang ha sido voluntariamente ciego al abuso de trasplantes de órganos en su propio país. Rechazó tener que dar explicaciones. … Él no es digno del premio», escribió David Matas, un destacado abogado de derechos humanos en Winnipeg, Canadá, quien es el coautor de un libro trascendental sobre el abuso de trasplantes en China.
El libro de Matas del 2009 (con el ex Fiscal de la corona canadiense David Kilgour) «Cosecha Sangrienta», concluye que existe una «alta probabilidad» de que los practicantes de Falun Gong sean la fuente para decenas de miles de trasplante de órganos. Huang y sus partidarios en occidente no han abordado seriamente la investigación y las conclusiones hechas por Matas y otros. Matas argumentó que el premio Gusi debe ser revertido. No fue posible contactar a los organizadores del premio para hablar con ellos.
Un registro cuestionable
Mientras Huang es bien conocido por ser la cara pública en la industria de trasplantes de órganos en China, teniendo muchos contactos con médicos extranjeros, por años fue un cirujano de trasplante de hígado muy ocupado que operaba en un entorno de abusos generalizados.
Arne Schwarz, un investigador independiente de derechos humanos con sede en Suiza, pionero en la investigación sobre la complicidad occidental con los abusivos trasplantes en China, señala que el historial de Huang incluye las primeras investigaciones sobre el trasplante de hígado en la década de 1990 cuando la única fuente de órganos era de los presos, así como la participación personal en cientos de trasplantes de hígado durante un período en que los únicos órganos disponibles eran extraídos de los presos.
Este registro plantea dudas sobre el compromiso de Huang a los principios éticos establecidos a nivel internacional sobre los trasplantes, según Schwarz.
Para aquellas violaciones anteriores, Schwarz añade que Huang se mantuvo en silencio sobre el abusivo abastecimiento de órganos durante años como viceministro de salud; defendió la sustracción de órganos de prisioneros en una respuesta a un reportero de la Australian Broadcasting Corporation: «¿Por qué usted se opone?»; y finge ignorancia de una estipulación en 1984 del Partido Comunista que permite la sustracción de órganos a presos ejecutados.
Huang también ignoró constantemente llamadas para encargar una investigación independiente sobre la sustracción de órganos de presos de conciencia. Un número de investigadores, periodistas y grupos de defensa fuera de China han señalado la evidente brecha entre el número de trasplantes de órganos realizados en China y el número real de ejecuciones que se produce en el país. La diferencia puede ser muy grande, con decenas de miles de ejecuciones oficiales, pero potencialmente cientos de miles de trasplantes en la última década y media.
Declaraciones no confirmadas
Estas complicaciones, quizás comprensibles, se suprimieron en las noticias nacionales sobre el premio de Huang Jiefu. Pero el apoyo de organizaciones fuera de China es menos clara.
Caixin, una publicación china, citó una declaración diciendo que ha sido presentada por la Junta de Consejeros de la Declaración del Custodian Group de Estambul, una de las varias organizaciones importantes de trasplante internacional cuya misión declarada incluye la defensa de la ética médica en todo el mundo.
«El coraje de su liderazgo para pedir el cese de la utilización de órganos de presos condenados a muerte es digno de alabanza. A través de sus llamados, China ya ha implementado ampliamente un sistema de donación con base en ciudadanos voluntarios, lo cual está en conformidad con las normas de la Organización Mundial de la Salud», dijo el comunicado.
China no tiene ninguna ley que prohíbe la utilización de los condenados a muerte, sin embargo, la Organización Mundial de la Salud, prohíbe el uso de órganos de prisioneros y también exige un sistema transparente para asignar órganos.
El director ejecutivo del Custodian Group, el Dr. Francis Delmonico, no respondió a los correos electrónicos que solicitaban la verificación de que el Custodian Group de hecho presentó felicitaciones.
Confusa retractación
A partir de principios de este año, China tenía que haber dejado completamente el uso de órganos de prisioneros. Ese fue el mensaje presentado y aceptado por la comunidad de trasplantes occidental. En un foro en el Parlamento Europeo en abril, el Dr. Delmonico tenía un correo electrónico para él por parte del Dr. Huang validando esto.
Pero de acuerdo con el portavoz del Partido Comunista el Diario del Pueblo en enero de este año, Huang Jiefu dijo: «Los presos condenados a muerte son también ciudadanos; la ley no les priva de su derecho a donar sus órganos. Si el preso está dispuesto a donarlo para expiar por sus crímenes, debería ser alentado».
The New York Times, en un artículo reciente, llamó la atención sobre estas contradicciones entre las declaraciones hechas a occidente y lo que dijo en chino a una audiencia nacional. La Gran Época había previamente llamado la atención a las declaraciones, y lo dudoso de las promesas, poco después de que fueran hechas.
El doctor Kirk Allison, profesor de derechos humanos y del programa de salud en la Universidad de Minnesota, pensó que en el contexto de esta reforma sin hacer y de las preguntas sin respuesta acerca de la verdadera fuente de muchos de los órganos trasplantados en China, el reconocimiento para el Dr. Huang fue inmerecido.
«Su plan y la intención de regularizar el abastecimiento de órganos de prisioneros en el sistema de distribución electrónica es un paso hacia atrás. Se perpetúa la dependencia y la demanda médica de las ejecuciones para ser una fuente de órganos», dijo la doctora Allison en una entrevista telefónica.
La medida «realmente encubre la posibilidad de rastreo de las fuentes y crea una silenciosa demanda para que continúen las ejecuciones».
La doctora Allison añadió: «Creo que la forma en que algunos en la comunidad internacional de trasplantes han estado comprometidos impulsando el trasplante de órganos chino, y tratando de reformarlo, ha dado lugar a una tendencia de aplaudir cada pequeño progreso. Pero resulta que es más de lo mismo. Creo que es lamentable y no creo que sea de gran ayuda».
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