Jadav Molai Payeng era un adolescente en 1979 que se preguntaba muchas cosas: entre ellas, el por qué de las constantes muertes de animales en las arenas del río Brahmaputra, en la ciudad india de Jorhat.
Decidió acercarse a los servicios oficiales ambientales de la zona y estos le proporcionaron un puñado de semillas de bambú para que plantara.
Podría parecer un gesto despreocupado, pero para Jadav resultó una suerte de epifanía.
La zona más árida era una isla formada en el río que, por la falta de árboles y plantas, estaba siendo erosionada por las corrientes, y muchos animales -principalmente reptiles- morían por la falta de sombra.
Los cuestionamientos del joven hicieron eco en las autoridades del distrito de Golaghat que decidieron implementar un plan para sembrar 200 hectáreas de árboles en la zona, un proyecto que duró 5 años y en el que Jadav participó activamente.
5 años no fueron suficientes
Las 200 hectáreas se plantaron, pero Jadav Molai Payeng creyó que no era suficiente. Decidió quedarse en la zona y seguir plantando árboles, uno por día, en el río Brahmaputra.
37 años después, y ya entrado en sus 50, Jadav dejó para el planeta un enorme bosque con miles de árboles frondosos cuya extensión es de unas 700 hectáreas, casi dos veces la del Central Park de Nueva York.
El bosque se llama Molai en honor al apodo de Jadav.
El área boscosa no solo cambió el paisaje local, sino que frenó la desaparición de la isla que estaba desapareciendo con el fluir del río.
Además distintos animales como elefantes, rinocerontes, tigres y otros animales empezaron a hacer de la zona su hogar.
La maravillosa historia de este hombre visionario le valieron el reconocimiento de las autoridades ambientales indias, además de la filmación del documental “Forest Man”, que cuenta su vida y sus acciones en pro de la naturaleza.
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