Con la radiante primera dama de China junto a él, el líder del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, salió de su avión Boeing Air chino y caminó por la alfombra roja en el aeropuerto Paine Field en el estado de Washington, el 22 de septiembre. El claro sol de Seattle se puso en contraste con la nube de controversias que se ciernen sobre la visita de estado de Xi que durará una semana, un viaje que China necesita mucho más que Estados Unidos, según los analistas de la política exterior de China.
El gobierno de Obama culpó a China por la ronda de ataques cibernéticos dirigidos a agencias gubernamentales estadounidenses en junio, y varias incursiones masivas en contra de las empresas cuyos secretos comerciales fueron robados.
La agresiva construcción de islas por parte de China en aguas conflictivas del Mar Meridional de China ha sido un punto delicado para Estados Unidos, pero el ejército estadounidense ha aplazado demostraciones agresivas para defender la libertad de navegación. En tanto las fuerzas de seguridad chinas emprendieron una ofensiva paralizante sobre los abogados y activistas que defienden a los oprimidos de China, las autoridades estadounidenses no han hecho de los derechos humanos una cuestión central en la relación.
Teniendo en cuenta lo mucho que el Partido Comunista Chino necesita de que esta visita tenga éxito, es inusual que Estados Unidos no haya explotado su ventaja mucho más.
«Lo que China quiere de Estados Unidos es mucho más de lo que Estados Unidos quiere de China», dijo Chen Kuide, director ejecutivo de Iniciativa China de Princeton y jefe de redacción de la publicación China, en Perspectiva, en una entrevista telefónica.
El régimen comunista «quiere que Estados Unidos la ayude en su desarrollo, y cuando sea lo suficientemente fuerte, va a perturbar el orden mundial», dijo.
«Hay aspectos de la Guerra Fría» en la relación.
Por otro lado, el Partido Comunista intenta ser conciliador, aún cuando utiliza el castigo como arma que le da resultados.
Los funcionarios chinos han martillado otra vez el concepto de un «nuevo modelo de grandes relaciones de poder», cuyos principios claves, incluyen «confianza mutua» y «es beneficioso para ambas partes».
En un comentario en un artículo del 19 de septiembre, el portavoz del Diario del Pueblo escribió que «todos los países del mundo esperan totalmente» que China y Estados Unidos puedan «cooperar en el liderazgo económico internacional».
“China desea unir fuerzas con Estados Unidos para hacer frente a los problemas mundiales”, dijo Xi Jinping, en una entrevista escrita con el Wall Street Journal el 22 de septiembre», y agregó que «Tanto la historia como la realidad muestran que China y Estados Unidos pueden beneficiarse de la cooperación y perder de la confrontación”.
Este concepto de cooperación, no importa lo que parezca tener, detuvo la cantidad de sanciones por parte de Estados Unidos que habría golpeado directa y fuertemente a las empresas chinas que se beneficiaron de la propiedad intelectual robada directamente de empresas estadounidenses.
«He visto sus tácticas por más de 20 años. Los estadounidenses siempre han sido engañados y se les ha sacado provecho», dijo Wang Juntao, un destacado disidente y estudioso del Partido Comunista, en una entrevista telefónica quien estaba a punto de abordar un avión a Seattle para unirse a las protestas contra Xi.
«El Partido está utilizando una táctica maoísta de convertir las cosas malas en buenas. Es mejor para ellos hacer algo malo y luego dar marcha atrás, que de primera hacer algo bueno. Si siempre siguieran la ley desde el principio, nadie diría que son buenos», dijo Wang.
Este recurso explotado por el Partido es a menudo evidente en el discurso occidental sobre China, por ejemplo, elogiando el progreso de los derechos humanos en China en comparación con la caótica y violenta Revolución Cultural. El Partido Comunista también se acredita a menudo el surgimiento de China de la pobreza en los últimos 40 años, debido a las políticas implementadas por éste.
La concesión del Partido Comunista de libertad bajo fianza a dos disidentes puede ser parte de esta estrategia, dijo Wang. «Siempre realizan estas detenciones y liberaciones».
Y agregó: «¿Cómo podría Xi Jinping querer antagonizar con Estados Unidos? Quiere decir cosas que sean agradables a Estados Unidos» para continuar una relación de cooperación al mismo tiempo que presiona para que China obtenga beneficios a expensas de Estados Unidos.
El jefe de seguridad del Partido, Meng Jianzhu, voló a Washington, DC, para participar en las conversaciones de última hora con funcionarios del gobierno para detener cualquier sanción antes del viaje. Un marco general sobre seguridad cibernética se esbozó-pero no se refirió a las preocupaciones fundamentales que Estados Unidos tiene sobre el robo de propiedad intelectual.
«Lo más importante para Xi Jinxing y el Partido Comunista es preservar su gobierno, detener su debilitamiento o colapso», dijo Chen Kuide. «Al único país que temen, que tiene el poder de derrocarlos, es a Estados Unidos».
En la comunidad disidente, existe una creciente frustración por el toque ligero de la administración Obama en materia de derechos humanos dada la potencial ventaja política de EE.UU. sobre el Partido Comunista.
Gao Zhisheng, un conocido abogado de derechos humanos, recientemente llamó a su esposa, Geng He, quien vive en California, para boicotear una reunión privada con un alto funcionario del Departamento de Estado, debido a la falta de acción general de la administración en materia de derechos humanos y la cercanía con el Partido comunista.
«El liderazgo de Xi no puede soportar que algo salga mal durante su gran visita a Estados Unidos», escribió el abogado de derechos humanos chino Jiang Tianyong, según una traducción de China Change, un sitio web que rastrea a los disidentes chinos.
Jiang continuó: «Con el fin de garantizar que la cumbre con el presidente Obama salga sin ninguna dificultad, Xi Jinping, seguirá cualquier condición que te puedas imaginar».
Matthew Robertson contribuyó a este reportaje
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