Y corresponde prestar atención: en una maniobra audaz, la República Popular China construye hoy ‘islas’ en el Mar del Sur de China, para optimizar su posición contra otras naciones de Asia Oriental -y los Estados Unidos.
Y, sí: dije ‘construyendo’.
Por estas horas, China draga y acumula arena en arrecifes existentes con el objetivo de crear islas que, de acuerdo a Pekín, exhibirán propósitos civiles y -algo más perturbador- militares.
De acuerdo a analistas, China ha iniciado la construcción de algo de siete islas artificales -hasta ahora.
Obviamente, el reclamo de territorio es algo normal, pero suele ser adyacente a la línea costera de una nación, como ser una nueva terminal portuaria, un aeropuerto, o incluso una isla dentro de las aguas territoriales de un Estado.
Pero éste no es el caso. La mayor parte de la actividad china de rellenado de tierra tiene lugar a mil seiscientos kilómetros de China continental.
En respuesta a las recurrentes críticas por reclamar territorio fuera de lo que se acostumbra considerar como aguas nacionales (esto es, hasta doce millas más allá de la costa), Pekín esencialmente contesta: ‘¿Qué? Eso ya es nuestro’.
En efecto, China reclama aproximadamente el 80% del Mar del Sur de China como territorio nacional chino ‘irrenunciable’ -lo cual representa algo de un millón de millas cuadradas de aguas.
Conforme reza el cable de Reuters, un vocero del gobierno chino recientemente afirmó: ‘La construcción de referencia [la isla] tiene que ver con el panorama de la soberanía de China. Es justa, razonable, legal, y no afecta a ningún país, ni tiene a ningún país por objetivo. Está más allá de cualquier reproche‘.
A los efectos de garantizar ‘claridad’, Pekín aclara sus reclamos territoriales en el Mar del Sur de China en mapas regionales con una ‘línea punteada’ que engloba lo que considera como territorio chino.
Más aún -y de acuerdo a Pekín-, sus reclamos basados en el mar son históricos, sustentados en la creencia de que marineros chinos navegaron aguas en el Sudeste de Asia y que atracaron en sus islas.
Pues, así es la cosa. Caso cerrado.
Pero, ¿por qué China hace esto?
En primer lugar, Pekín probablemente crea que la construcción de puestos de avanzada en un área en disputa servirá en el futuro para solidificar sus reclamos en el Mar del Sur de China.
Dado que esta suerte de ‘toma de territorio’ -para mi conocimiento- no se había hecho hasta ahora, Pekín podría decidir que se trata de una ventaja legal en lo que a leyes internacionales respecta.
En lugar de hacer la guerra, hay que pensar en ‘guerra legal’, esencialmente empleando medios legales en lugar de la fuerza para consolidar intereses políticos, económicos y de seguridad.
Si la comunidad internacional no hace nada, Pekín podría insistir -respaldada por barcos y aviones- en contar con derechos económicos exclusivos en torno de estas nuevas islas, a pesar de ir en contra de las leyes internacionales.
Lo cual podría significar que los recursos naturales ubicados en torno a 200 millas de estas ‘islas instantáneas’ serían chinos; es decir que no habrá exploración petrolera ni perforaciones para obtener gas, a no ser que Pekín lo ordene.
En segundo lugar, la construcción de bases militares en estas islas artificiales proyectarían la influencia china bien entrado el Océano Pacífic, proyectando el poder militar de Pekín -en especial si se construyen pistas para despegue de aeronaves.
Estos nuevos puestos de avanzada podrían ser utilizados para controlar el área, incluyendo el tráfico comercial aéreo y marítimo desde y hacia la región.
Difícil sería encontrarle una nota positiva a esta cuestión.
Considerando lo que ya está sucediendo en el Mar del Sur de China, probablemente no debamos sorprendernos si China decide robustecer sus reclamos en cualquier otro sitio, con miras a promover sus intereses nacionales.
¿En serio? China ya se califica a sí misma como un Estado ‘cercano al Artico’, una región de recurrente importancia a nivel geoestratégico, comercial y de recursos naturales….
Vaya sorpresa.
Sobre Peter Brookes
Es Analista Senior en temáticas relativas a seguridad nacional en la Fundación Heritage, Washington, D.C. En la actualidad, Brookes ejerce su tercer período como miembro designado en el congreso estadounidense de la Comisión de Revisión de Seguridad y de Economía entre Estados Unidos y la República Popular China. Anteriormente, se desempeñó en la Administración del ex presidenteGeorge W. Bush como secretario adjunto de Defensa para Asuntos de Asia y del Pacífico, en donde fue responsable por la política de Defensa de EE.UU. de 38 países y cinco alianzas bilaterales en el continente asiático.
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