Muchas profecías sobre un mismo gran evento universal existen en diferentes culturas alrededor del mundo. A juzgar por las fechas que algunas señalan –como el calendario maya– y las descripciones, muchos estudiosos y científicos coinciden en que se refieren al tiempo presente.
La tradición judeo-cristiana, por ejemplo, habla del ‘juicio final’. Tanto los mayas como los hopi dejaron “mitos” similares. La única diferencia es que en vez de llamarlo ‘juicio final’, lo llaman un tiempo de ‘limpieza’ o ‘purificación’; según sus legados, la evolución del universo es cíclica y, como un cuerpo viviente, éste se vuelve sano y armónico cuando toda la suciedad y la escoria son eliminadas.
Cuando diferentes personas dan evidencias de visiones sobre un mismo gran evento, estas naturalmente pueden tener diferencias y pueden incluir diferentes mensajes y niveles de significados. Para los antiguos chinos, detrás de las profecías hay dioses que desean transmitir un mensaje. Es decir que a ciertas personas se les permite hacer una conexión con otros espacios y servir como conducto entre los dioses y la sociedad humana.
Los dioses luego muestran sus visiones del pasado o del futuro, las cuales pueden reflejar, no solo sucesos de nuestra Tierra, sino también cosas que ocurrieron u ocurrirán en otros espacios, ya que, según los sabios chinos, los grandes sucesos en nuestro mundo son reflejo de los cambios del ‘fenómeno celestial’. Antes de que estas cosas en verdad ocurran en el mundo humano, solo se permite advertirlas en un nivel metafórico o difuso.
Para los antiguos chinos, detrás de la profecía hay dioses que desean transmitir un mensaje.
“Völuspá, la profecía de los profetas”, por ejemplo, es un poema famoso del norte de Europa (Alemania y la península de Escandinavia). Tal como ocurre con otros relatos épicos, los detalles de su origen son imposibles de confirmar. Se cree que fue escrito durante el período de los vikingos, antes de que el cristianismo llegase al norte de Europa; aunque pudo haber sido escrito antes. El poema cuenta una historia sobre la formación, destrucción y recreación del universo.
Su descripción de la creación del universo es notablemente similar al cuento chino sobre una deidad gigante llamada Pan Gu, que creó el Cielo y la Tierra. En el comienzo, había caos; luego aparecieron dioses, seguidos por los seres humanos –incluidos gigantes y enanos, hasta que quedó el hombre de hoy– y todas las cosas de la Tierra. Finalmente, comienza a tejerse una descripción de un tiempo por venir: Ragnarök, el final de todos los dioses.
De acuerdo con la profecía, todos los dioses enfrentan una calamidad predestinada, una batalla multitudinaria entre lo recto y las viejas fuerzas del universo, que termina en una destrucción total. En este contexto emerge un magnífico dios que realiza un juicio final sobre todo. Un nuevo mundo será creado luego y todos los dioses, incluidos aquellos que murieron en la batalla, renacerán. Paz y felicidad sobrevendrán, y aquellos humanos afortunados que lograron sobrevivir entrarán al nuevo futuro.
De acuerdo con la profecía, todos los dioses enfrentan una calamidad predestinada, una batalla multitudinaria entre lo recto y las viejas fuerzas del universo
Existen varias versiones de la traducción al inglés de este poema, todas las cuales resultan vagas y difíciles de entender. Las diferencias en las traducciones reflejan la diferencia de comprensión de cada traductor. Sin embargo, si bien los detalles menores difieren de traducción en traducción, todas coinciden a la hora de capturar el significado básico del poema; esa fue quizás la intención del autor. Así es también cómo entendían los antiguos chinos que debe escribirse una profecía.
No es que la intención del autor fuera hacer que el poema sea difícil de entender; las profecías simplemente no deben revelar demasiado, de otra forma violarían la ilusión en la que –según las principales escuelas de cultivación espiritual chinas y de las diferentes culturas– se enmarca nuestro mundo.
Las referencias que hace el poema a dioses padeciendo una calamidad recuerdan a una profecía de la Dinastía Ming, que consiste de un registro de una conversación entre el primer Emperador de la dinastía Ming, Zhu Yuanzhang, y el famoso profeta Liu Bowen.
Cuando el Emperador le pregunta, “¿Qué tienes para decir acerca del Dao en esa era?”, Liu Bowen responde: “Al final del último periodo del Fa, un sinnúmero de reyes, fo, pusa, luohan y dao bajarán al mundo humano; a todos les resultará difícil escapar de esta calamidad. Ellos han visto la catástrofe que pronto aparecerá, también saben que en este periodo, el Rey de Reyes del universo, Mile –‘el Fo venidero’–, bajará al mundo humano para transmitir la Gran Ley del universo. Entonces, todos se reencarnarán utilizando el cuerpo humano para asimilar la Gran Ley que el Señor transmitirá en el mundo humano.
No importa quién, los dioses en el Cielo o sobre la Tierra no van a poder escapar de esta catástrofe y se los despojará de su posición de fruto si no encuentran este camino de hilo de oro, un camino de la cultivación. Después de esta calamidad, no habrá más 81 calamidades.”
El calendario maya
Aunque los mayas desaparecieron hace un largo tiempo, el calendario empleado por ellos, denominado “Calendario de Conteo Largo”, logró perdurar hasta nuestros días. Según este calendario, el final de la civilización humana actual sería el último día del decimotercer “Baktun”, lo que en nuestro calendario corresponde al 21 de diciembre del año 2012.
En noviembre de 2011, según el Instituto Nacional de Historia y Antropología de México, se descubrió una nueva referencia sobre diciembre de 2012 en una piedra hallada en una pirámide maya. Difundida como “el ladrillo de Comalcalco”, la piedra tiene unos 1.300 años y estaba colocada en la edificación con la inscripción hacia adentro y sellada, aparentemente para no ser vista.
un monje maya predijo que luego de 1991 ocurrirían dos grandes eventos: la conciencia cósmica de los seres humanos y la purificación y regeneración de la Tierra.
Los mayas llamaban a los 20 años del 13er Baktun (de 1992 hasta 2012) el periodo de “la regeneración de la Tierra” o “purificación de la Tierra”. En el año 755 d.C., un monje maya predijo que luego de 1991 ocurrirían dos grandes eventos: la conciencia cósmica de los seres humanos y la purificación y regeneración de la Tierra.
En efecto, la astronomía contemporánea confirma que el 21 de diciembre de 2012 (día exacto de la profecía maya) corresponderá a un solsticio de invierno. Además, el sol estará ubicado justo en la “grieta” de la Vía Láctea, o lo que es igual, la galaxia se “sentará” sobre la Tierra. Algunos astrónomos lo definen casi como “abrir una puerta al Cielo para la Tierra”.
Las predicciones relacionadas a tales observaciones se encuentran hoy plasmadas en el reverso del billete de un dólar. Uno de los sellos es una pirámide, la cual tiene 13 niveles. En la cúspide de la pirámide hay un ojo brillante que simboliza la sabiduría. Según muchos, esto implica el despertar de los seres humanos luego del 13er Baktun. “Annuite coeptis” significa que los dioses están cuidando de nuestro comportamiento. “Novus Ordo Seclorum” significa el nuevo orden en la nueva era.
En consonancia, Michel de Nostradamus, quien vivió entre los años 1503 y 1566, no solo profetizó hechos como el nacimiento de Napoleón, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, el poder de Hitler, la independencia de EEUU, el desastre de Chernóbil o la caída del muro de Berlín. También dio a entender un gran cambio en la humanidad, que se comenzaría a gestar a partir del año 1999, mismo año en que la segunda de las siete profecías mayas hace referencia a una pérdida del control de las emociones de una cierta parte de la humanidad, y al despertar espiritual de otra.
La hora de reflexionar
Existen abrumadoras similitudes entre estas y tantas otras profecías referidas al ‘juicio final’ o el tiempo de ‘purificación’, las cuales coincidentemente no hablan de una civilización en particular. Otras profecías suelen apuntar principalmente a un hecho o una nación o cultura específicas, mientras que estas suelen referirse llamativamente al mundo entero.
Muchas de estas profecías, de hecho, aunque son milenarias, han sido descubiertas o desenterradas recién en la modernidad, cuando precisamente el transporte moderno y las telecomunicaciones han reducido el mundo al punto en el que, por ejemplo, la vida diaria en Sudamérica se combina con la vida diaria en Asia; en efecto, muchas de estas profecía aparecieron en un momento en el que, donde sea que fueran escritas y descubiertas, el mundo entero puede saber de ellas. Tal es el caso de las famosas profecías chinas de Liu Bowen y del descifrado de los glifos mayas.
Verdad o mito, las profecías acerca de 2012, del tiempo de ‘purificación’, del ‘juicio final’ o de ‘la nueva era’ se potencian por las notables coincidencias entre ellas, por los datos astronómicos que han podido comprobarse científicamente y por las certeras descripciones sobre el estado de la moral del tiempo presente. De tal forma, constituyen un sólido argumento para reflexionar acerca del destino de la humanidad y la misión de uno mismo como ser humano y como una vida consciente en medio de un inmenso y convulsionado universo.
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