La relación bilateral entre Estados Unidos y China, la primera y segunda economía más grandes, se suele ver como lo más importante del mundo. Por lo tanto, muchos de ellos retenían el aliento cuando, antes de su toma de posesión, el presidente Donald Trump parecía adoptar una postura combativa hacia el régimen chino.
Trump rompió por primera vez el protocolo diplomático de mucho tiempo al recibir una llamada de felicitación de la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen. Más tarde dijo que la sensible política de «Una China» era negociable en caso de una guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Varios observadores sobre China -incluyendo al economista Peter Navarro y el financiero Wilbur Ross, fueron nombrados para ocupar posiciones clave en la economía y el comercio. Rex Tillerson, Secretario de Estado de Trump, le dijo al Senado que Estados Unidos debe «enviar a China una señal clara, en primer lugar, ellos deben detener la construcción de la isla y segundo, su acceso a esas islas tampoco será permitido».
Pero cuando Trump y el líder chino Xi Jinping hablaron en su primera llamada telefónica el 9 de febrero, el presidente de Estados Unidos parecía alejarse de la controversia y la confrontación.
En una llamada telefónica «extremadamente cordial», el Presidente Trump estuvo de acuerdo, a petición del Presidente Xi, en honrar la política de «Una China», leyó un comunicado de la Casa Blanca.
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El lenguaje y el modo de expresarse sugiere que un trato de algún tipo había sido hecho entre Trump y Xi, dicen los analistas. Trump dejó un amplio margen para futuras negociaciones, mientras que Xi presumiblemente seguirá enfocándose en asuntos internos.
La vaga declaración «debería ser suficiente para agradar a Beijing mientras asegura a Taipei que Washington no tiene intención de revisar su posición oficial», escribió J Michael Cole, un miembro mayor no residente con el Instituto de Política China de la Universidad de Nottingham, en un artículo en Taiwan Sentinel, en donde es jefe redactor.
La política de «Una China» de Estados Unidos se refiere a su separación de las relaciones diplomáticas oficiales con la República de China o Taiwán en 1979 y el reconocimiento en su lugar de la República Popular China como el único gobierno de China y Taiwán. Esta política de «Una China» es un pilar de las relaciones entre Estados Unidos y China tal como se concibe actualmente.
El régimen comunista chino y el gobierno democrático taiwanés también dicen que solo hay una sola China, pero no están de acuerdo acerca de quién la gobierna.
«La política de ‘Una China’ de Estados Unidos reconoce la posición de Beijing», escribió Cole en una nota a La Gran Época, pero «no está de acuerdo ni se encierra en nada».
Añadió que Estados Unidos es «por lo tanto libre de decidir lo qué significa ‘Una China’ y lo que es permisible dentro de ello» no muy diferente a cómo otros países «tendían a tomar nota» de la posición de Beijing en lugar de respaldar, apoyar o «estar de acuerdo con» el régimen.
«Wordsmiths inyectó mucha flexibilidad en el lenguaje», concluyó Cole.
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Ming Chu-cheng, profesor de ciencias políticas en la Universidad Nacional de Taiwán, también señaló que la declaración era vaga y que la afirmación de Trump de «Una China» a petición de Xi podía leerse de dos maneras.
Primero, ya que Trump había dicho que consideraría todas las políticas negociables de Estados Unidos y China hasta que el régimen chino reformara genuinamente su moneda y sus prácticas comerciales, «el régimen chino podría haber hecho algunas concesiones» para que la llamada telefónica se hiciera en primer lugar.
Por el contrario, si Trump simplemente había acordado hablar con Xi Jinping sin exigir y recibir algunas concesiones, entonces China podría presumir que Trump puede ser fácilmente «presionado». Esa es la peor situación, dijo Ming.
Desde la posición de Xi Jinping, no tener a Trump presionándolo muy duro en «Una China» permite a Xi concentrar sus esfuerzos en purgar la facción política rival centrada en torno al ex líder chino, Jiang Zemin, y consolidar su propia autoridad.
Ming cree que Estados Unidos ha apoyado calladamente a Xi Jinping a lo largo de los años, y que Donald Trump puede, al honrar la política de «Una China», volver al statu quo.
Una consecuencia de esto, dijo Ming, puede ser que «Xi Jinping tendrá más espacio para maniobrar» en continuar su centralización política.
Declaraciones de Trump sobre la política de «Una sola China»
2 de diciembre de 2016 – Trump habla por teléfono con la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen, rompiendo cuatro décadas de protocolo. Es la primera vez que un presidente estadounidense o presidente electo habla públicamente con un líder de Taiwán desde 1979, cuando Estados Unidos cambió sus relaciones diplomáticas a Beijing. «El Presidente de Taiwán me llamó hoy para felicitarme por ganar la Presidencia», dijo Trump en un tweet. El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, acusa al gobierno de Tsai de hacer un «truco», sin reprochar directamente a Trump.
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4 de diciembre de 2016 – Frente a la crítica por la llamada de Tsai, Trump reacciona en Twitter. «¿China nos preguntó si estaba bien devaluar su moneda (haciendo difícil que nuestras empresas compitan), gravar gravemente nuestros productos en su país (EE.UU. no grava los de ellos) o construir un complejo militar masivo en medio del Mar de China Meridional?», Trump escribió en dos tweets separados. «No lo creo». Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lu Kang, dijo que China «no comentaría sobre su personalidad», sino más bien sobres sus políticas mientras estaba en el cargo.
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11 de diciembre de 2016 – Trump sugiere que usaría el estatus de Taiwán como moneda de cambio. «No sé por qué tenemos que estar atados por la política de «Una China» a menos que hagamos un trato con China que tenga que ver con otras cosas, incluyendo el comercio», le dijo a Fox News Sunday. Beijing responde bruscamente. Un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Geng Shuang, pidió a Trump que «entendiera la gravedad de la cuestión de Taiwán», y Wang, el ministro de Relaciones Exteriores, dijo que «cualquier poder en el mundo» amenazando a los intereses centrales de China» aplastaría su propio pie al tratar de levantar una piedra».
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13 de enero de 2017 – Trump le dice a The Wall Street Journal, «Todo está bajo negociación, incluyendo Una China». El Ministerio de Relaciones Exteriores de China a su vez dice que Taiwán «no es negociable». Los medios estatales chinos, fuertemente controlados por el gobierno, publican dos editoriales en inglés condenando a Trump, incluyendo una publicación en el China Daily diciendo que Trump estaba «jugando con fuego».
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8 de febrero de 2017 – La Casa Blanca anuncia que Trump envió una carta al líder chino Xi Jinping ofreciendo buenos deseos para el Año Nuevo Lunar Chino. Aunque envió la carta más de una semana después del día festivo del 28 de enero, China respondió con elogios y rechazo las sugerencias de que el momento era escaso. «Sabemos que desde que el Presidente Trump asumió el poder, China y Estados Unidos han estado en estrecho contacto», dijo Lu Kang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores.
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9 de febrero de 2017 – La Casa Blanca dice que Trump y Xi han hablado por teléfono, y Trump «accedió, a petición del Presidente Xi, a honrar la política de «Una China».
Fuente: The Associated Press
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