El 31 de agosto de 1997, marcó la historia con la muerte de la querida Diana de Gales, en un fatídico accidente automovilístico en el que el coche con el que viajaba con su novio, Dodi Al-Fayed, se estrelló el túnel de Alma en París.
A 20 años de su muerte, un sinfín de rumores han surgido al respecto. Cuando las cosas parecen volver a la calma, una nueva ola de historias y declaraciones vuelve a surgir, sobre todo cuando se acerca un aniversario más del suceso.
El accidente se debió a un exceso de velocidad por parte del embriagado conductor Henri Paul, que también murió en el accidente de la limusina Mercedes S-280, según las investigaciones.
Muchos han intentado alimentar las teorías conspirativas respecto al lamentable evento, “sobre todo el enojado multimillonario Mohamed Al-Fayed, quien creía fervientemente que un complot había sido tramado por los servicios secretos británicos para evitar que Diana se casara con su hijo Dodi”, afirma un artículo de la revista Forbes.
Las investigaciones realizadas en París y Londres concluyeron “que el accidente se debió a un exceso de velocidad por parte del embriagado conductor Henri Paul, que también murió en el accidente de la limusina Mercedes S-280”, asegura la información de Forbes.
Aunque muchos han refutado estos resultados, recientemente salió a la luz más información que confirma que lo que causó la muerte de la Princesa Diana y Dodi fue un lamentable accidente.
Un nuevo libro de tres respetados periodistas franceses -Pascal Rostain, Bruno Mouron y Jean-Michel Caradec’h-, revela “temas pendientes y testigos que aportan nueva luz a la tragedia y ayudan a aclarar dudas persistentes sobre lo que sucedió”, informó la revista
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El misterioso automóvil blanco
Uno de los elementos que aparece nuevamente en escena es un auto blanco, Fiat Uno, observado bajo el túnel por testigos en el momento del accidente, pero que nunca fue oficialmente identificado.
El libro «Quién mató a Lady Di» explica que “el Mercedes llegó a la entrada del túnel de Alma a unos 150 kilómetros por hora cuando el conductor vio el Fiat blanco, que estaba conduciendo lentamente. Pisó los frenos, girando el coche hacia un lado -perdiendo un espejo retrovisor- antes de intentar enderezar el coche, pero había perdido el control”.
Henri Paul, el conductor, eligió esa limusina sin considerar ningún control de seguridad. Paul, no estaba capacitado para conducir una limusina; esto requiere un permiso especial. Además, estaba ebrio y había tomado antidepresivos esa noche.
Al parecer, los restos de ese automóvil y las huellas de pintura blanca encontradas en el Mercedes, llevaron buscar al propietario en una lista de más de 5.000 Fiat Unos blanco en la Ile-de-France, el departamento que incluye París.
Los investigadores descubrieron a un guardia francés de origen vietnamita, que había pintado de mala manera el vehículo de rojo. En el momento del accidente, éste se asustó y se percató de que estaba en el lugar equivocado, rodeado de paparazzi que perseguían al Mercedes; así que decidió huir, esperando de ser olvidado.
Finalmente, su testimonio ayudó a los investigadores a eliminar los rumores de un complot de asesinato.
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Una trampa mortal
Eric Bousquet, un ejecutivo de publicidad fue el propietario original del Mercedes que transportaba a la pareja el día del fatal accidente.
Bousquet confirmó que el auto había sido robado dos años antes por un prófugo de la justicia. Cuando lo hallaron destruído en un campo cerca del aeropuerto de Roissy, fue declarado pérdida total y su dueño fue reembolsado por la aseguradora.
La compañía, Etoile Limousine, una alquiladora que trabaja principalmente para el Ritz, compró el vehículo reconstruído a un concesionario Mercedes. Pronto se percataron de que tenía problemas de estabilidad si se conducía a más de 60 kilómetros por hora, por lo que fue enviado varias veces para reparación a Mercedes pero los problemas persistieron.
Varias semanas antes del accidente fue robado una segunda vez, se encontró de nuevo y se envió para reparaciones adicionales
La rentadora había puesto la limusina al servicio del hotel del Ritz, propiedad de la familia Al-Fayed y donde Dodi y Diana cenaron esa noche. El Mercedes fue asignado para transportar a las celebridades que se hospedaban en el hotel.
Cuando Dodi pidió que lo llevaran junto con Diana a su apartamento parisino, Henri Paul, el conductor, eligió esa limusina sin considerar ningún control de seguridad.
Paul, no estaba capacitado para conducir una limusina; esto requiere un permiso especial. Además, estaba ebrio y había tomado antidepresivos esa noche. No es extraño que haya perdido el control del vehículo.
Todos estos elementos han captado la atención del público, ya que la limusina era “una trampa mortal” que acabó con la vida de la inolvidable Diana de Gales. Tal vez fue solo el destino que le había preparado este fin para que pasara a la posteridad siendo uno de los personajes más representativos de los últimos tiempos.
A 20 años de su deceso, la fascinación por su vida y su trágica muerte permanece y la mantiene viva en la memoria del mundo.
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