Corea del Norte es famosa por sus extravagantes amenazas de guerra y de uso de armas nucleares contra Estados Unidos y sus aliados.
La constante provocación contra los adversarios de Corea del Norte es tan fundamental para el régimen de Kim Jong Un que los medios de comunicación estatales están dominados por tal situación y los acontecimientos nacionales se caracterizan por desfiles militares y pruebas de misiles.
Pero ahora, el presidente Donald Trump podría haber invertido los papeles, y el régimen norcoreano, que antes estaba hambriento de la “batalla final”, está empezando a dar marcha atrás de sus amenazas de conflicto armado.
Un comentario publicado en los medios de comunicación estatales de Corea del Norte, el miércoles 11 de octubre, advierte que los ejercicios militares estadounidenses podrían desencadenar una guerra, algo que Corea del Norte viene reclamando durante años.
“Estados Unidos continúa provocando alboroto con los frenéticos simulacros de guerra nuclear a pesar de que la situación en la península coreana está al borde del estallido de una guerra termonuclear mundial”, señala el comentario.
En una señal sorprendente de debilidad, el comentario también dice que si la OTAN se uniera a los Estados Unidos en la Península Coreana, “cambiaría el equilibrio de fuerzas” en su contra.
A principios de esta semana apareció la noticia de que el Reino Unido, un aliado estadounidense clave y miembro de la OTAN, estuvo elaborando planes militares para un posible conflicto armado con Corea del Norte.
Es una rara admisión de debilidad por parte del régimen norcoreano, que normalmente se enorgullece de tener siempre la razón y de ser una gran potencia militar, con afirmaciones de que puede destruir a Japón, Corea del Sur y las principales ciudades de Estados Unidos con armas nucleares.
Los informes de los medios de comunicación estatales de Corea del Norte sobre el tema de los Estados Unidos normalmente incluyen referencias a su destrucción completa y la de sus aliados. Sin embargo, el nuevo comentario no habla de atacar a los Estados Unidos, sino de construir sus propias defensas.
El presidente estadounidense Donald Trump estuvo presionando duramente al régimen norcoreano en las últimas semanas.
El mes pasado consiguió que China aceptara las nuevas sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra Corea del Norte. El régimen admitió en un raro artículo publicado en los medios de comunicación estatales a finales del mes pasado que las sanciones estaban causando “una cantidad colosal de daños”.
La semana pasada Trump intensificó sus ataques al Norte diciendo que hablar con él no tiene efecto y que “sólo una cosa funcionará”. El director de la Oficina de Gerencia y Presupuesto de Trump, Mick Mulvaney, informó más tarde que el presidente estaba telegrafiando con la afirmación de que “las opciones militares están sobre la mesa”.
El sábado, un submarino de ataque estadounidense de clase Los Ángeles, propulsado por energía nuclear, llegó a Corea del Sur. Aunque no es inusual que los submarinos estén activos en la región, es raro que indiquen sus posiciones. En este caso, revelando la localización del submarino equipado con doce tubos de lanzamiento vertical para los misiles de crucero Tomahawk, lo más probable es que fuera enviado allí para dar un mensaje a Corea del Norte.
El lunes, el secretario de Defensa de Trump, James Mattis, recalcó en la reunión anual de la Asociación del Ejército de los Estados Unidos que el ejército estadounidense debería «estar preparado» para una posible guerra con Corea del Norte.
“Hay una cosa que el ejército de Estados Unidos puede hacer, y es que hay que estar preparado para asegurarnos de que tenemos opciones militares que nuestro presidente puede emplear si es necesario”, señaló Mattis.
El martes, el presidente Trump se reunió con su equipo de seguridad nacional y sus principales líderes militares para discutir opciones militares contra Corea del Norte.
“La sesión informativa y el debate se centraron en una serie de opciones para responder a cualquier forma de agresión de Corea del Norte o, si es necesario, para evitar que Corea del Norte amenace a Estados Unidos y sus aliados con armas nucleares”, expresó la Casa Blanca en una declaración sobre la reunión.
El mismo día de la reunión de Trump con los líderes militares, dos bombarderos B-1B de la Fuerza Aérea de Estados Unidos volaron sobre la península coreana en una demostración de fuerza, después de que Corea del Norte amenazara con derribar a los bombarderos estadounidenses que llevaban a cabo tales pruebas. No se observó ninguna acción de Corea del Norte durante esa misión de 12 horas.
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