Hace siglos, el explorador español Ponce de León buscó la fuente de la juventud, un manantial que devolvería la juventud a quien bebiera de él, o se bañara en él. Hoy, algunos científicos aún mantienen vivo el sueño.
Estos pensadores creen que la ingeniería genética, o el descubrimiento de fármacos contra el envejecimiento podrían extender la vida humana más allá de su curso natural.
De hecho, el genetista australiano David Sinclair cree que una píldora de este tipo podría estar a unos diez años de distancia. El investigador de Cambridge, Aubrey de Grey cree que no hay razón por la que los seres humanos no puedan vivir por lo menos mil años.
Es ciertamente una posibilidad atractiva que tiene a inversores abocándose en ello. En 2013, Google comenzó Calico, la abreviatura para ‘Compañía de Vida California’. Empleando científicos en campos de la medicina, la genética, el desarrollo de fármacos, y la biología molecular, el objetivo de Calico es “diseñar intervenciones que ralenticen el envejecimiento y contrarrestar las enfermedades relacionadas con la edad”.
Quienes temen a la muerte y quieren vivir el mayor tiempo posible, acogerían con agrado este tipo de investigación. Pero muchos filósofos y especialistas en ética son escépticos acerca de las consecuencias de una vida más larga, tanto para el individuo como para la sociedad. Sus dudas recuerdan el viejo dicho: “Ten cuidado con lo que deseas”.
Malestar individual
Para algunos, la idea de vivir más tiempo es algo obvio. Según el bio-ético John Harris, el compromiso de extender la vida indefinidamente es justificado por el mismo razonamiento que nos compromete a salvar vidas. Cree que los científicos tienen una obligación moral de hacerlo.
Pero Leon Kass, ex asesor presidencial estadounidense de Bioética, toma el concepto de vida eterna más allá de simplemente “la vida es buena y la muerte es mala”. Pregunta, ¿si se aumentara la longevidad en los humanos, aumentaría también su bienestar en forma proporcional?
¿Los tenistas profesionales realmente disfrutarían jugando 25% más partidos? ¿Los Don Juanes de nuestro mundo, se sentirían mejor después de seducir a 1.250 mujeres en vez de a 1.000?
Se pregunta si la vida sería tan seria, o significativa sin el límite de la mortalidad. Kass considera que el punto final nos anima a aprovechar al máximo nuestro tiempo, para vivir con pasión y luchar para lograr nuestras metas en el corto tiempo que tenemos. En otras palabras, “la mortalidad da importancia a la vida”.
Al Filósofo Larry Temkin igualmente le preocupa si las cosas le asaltarían como nuevas, emocionantes o estaría hechizado si viviera para siempre. Hace eco de una preocupación que tienen muchos filósofos sobre la perspectiva de la inmortalidad: todas las actividades y experiencias que hacen interesante la vida, después de miles de repeticiones se tornarían aburridas y sin sentido.
Pérdida del sí mismo
Temkin expresa otra preocupación filosófica acerca de una vida humana muy extendida. Nuestra capacidad de recordar probablemente es limitada. A medida que envejecemos tendemos a olvidar muchas cosas que sucedieron tempranamente en nuestras vidas. Si las personas viven por 1.000 años o más, tal vez se olvidarían por completo de lo que pasó en los tramos anteriores de su existencia.
Incluso si tuvieran registrados sus primeros años de vida, con el tiempo sería difícil reconocer estas experiencias como pertenecientes a ellos. Temkin dice que si fuera a vivir lo suficiente, podría estar tan distanciado de sus primeros hijos que ya no sentiría cariño, o incluso, no los recordaría.
Al hacer eco de esto, el filósofo Bernard Williams cree que una vida prolongada sería destruida en identidad. Mientras se pierdan los recuerdos y la gente cambie sus características e intereses durante el curso de una vida muy larga, perderían contacto con las personas que solían estar.
Williams piensa que intentar prolongar nuestra existencia es autocontraproducente. El ser que queremos preservar, después de un tiempo, ya dejó de existir.
Pero los defensores de las investigaciones contra el envejecimiento como Harris creen que la gente de larga vida se adaptaría a su nueva condición y encontraría nuevas formas de valorar y disfrutar la vida.
Aun así, no es fácil dejar de lado las preocupaciones sociales y éticas planteadas por los críticos en longevidad.
Inconformidad social
Muchos críticos temen que los tratamientos que prolongan la vida probablemente no estén disponible para todos. La gente rica, incluyendo los dictadores de gran alcance en países pobres, podrían pagarlo. Los pobres no.
La perspectiva de un reinado de 1.000 años de la talla de Kim Jong Un, líder de Corea del Norte, no es interesante.
Pero digamos que la mayoría de la gente sería capaz de prolongar sus vidas. Si continuaran teniendo hijos, el mundo sería aún más superpoblado que hoy. Y las perspectivas para la gente más joven no serían brillantes si las personas de más edad, con su gran experiencia, continuaran llenando puestos de trabajo disponibles y manteniendo su control en el poder.
Kass dice, si los niños son la flor, entonces debemos ir a las semillas. El florecimiento de los jóvenes es importante no sólo por su propio bien. Los jóvenes a menudo son fuente de innovación y progreso social.
Harris cree que si fuéramos a sobrepoblar así, alguna forma de “limpieza generativa” podría ser necesaria. Esto significaría que las autoridades decidieran la longevidad razonable para que viva una generación y asegurar que los individuos mueran al llegar al final de su mandato. Una vez que hayan tenido un “trato justo”, los mayores deberían prepararse para dejar el mundo a los jóvenes.
Sería irónico, de todos modos, si hubiera una cura para la muerte eso significaría que la gente tendría que ser forzado a morir.
Pero es poco probable que los problemas descritos anteriormente sean elementos de disuasión. Si realmente tenemos la oportunidad para disfrutar de la Fuente de Juventud, a muchos les gustaría tomarla.
En caso de que surja la posibilidad, Temkin cree que es un buen momento para reflexionar el por qué la vida es valiosa. “Si su vida no es significativa a los 70 años, no va a ser significativa por ser mucho más larga”, dice.
Janna Thompson, es professora de filosofía en La Trobe University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.
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