El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó el jueves a la economía de China como una «bomba contrarreloj», un comentario que suscitó protestas de las autoridades chinas en un momento en que su administración renueva su compromiso con Beijing.
En un acto político de recaudación de fondos en Utah, el presidente Biden llamó a los líderes del Partido Comunista Chino (PCCh) «mala gente» y dijo que el país está en «problemas» porque su crecimiento económico se ha debilitado y la tasa de desempleo ha alcanzado un nivel récord.
«Tienen algunos problemas. Eso no es bueno porque cuando la gente mala tiene problemas, hace cosas malas», dijo el presidente Biden, según un reportero de agencia.
«China es una bomba contrarreloj», dijo.
«China estaba creciendo al 8 por ciento anual para mantener el crecimiento. Ahora se acerca al 2 por ciento anual», afirmó.
Sin embargo, el presidente expresó erróneamente la tasa de crecimiento del país.
La economía china creció un 4.5 por ciento en el primer trimestre y un 6.3 por ciento en el segundo trimestre, con un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 0.8 por ciento de abril a junio con respecto al trimestre anterior, según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística (NBS).
El presidente Biden dijo a los donantes que no quería perjudicar a China y que deseaba una relación racional con el país.
El comentario provocó la ira de Beijing. El medio estatal Xinhua respondió el viernes acusando a los políticos estadounidenses y a los medios occidentales de utilizar el problema económico de China como otro tema para «hablar mal» de la segunda economía más grande del mundo.
Compromiso renovado con China
Los comentarios del presidente Biden se asemejaron a los comentarios que hizo en otra recaudación de fondos en junio cuando se refirió al líder chino Xi Jinping como un «dictador». Las declaraciones ocurrieron un día después de que el secretario de Estado, Antony Blinken, tuviera una “dialogo sólido” con el Sr. Xi y otros importantes diplomáticos en Beijing.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning, dijo que los comentarios del presidente Biden «violaron gravemente la dignidad política de China».
«Son una abierta provocación política», dijo Mao en una conferencia de prensa en junio.
La administración Biden está tratando de reducir las tensiones entre Beijing y Washington, dado que los lazos bilaterales han empeorado por cuestiones que van desde las prácticas comerciales desleales de Beijing hasta su agresión contra Taiwán.
El presidente Biden dijo anteriormente que su referencia al Sr. Xi como un «dictador» no haría tambalear las relaciones con Beijing.
“Espero reunirme con el presidente Xi en algún momento en el futuro, a corto plazo, y no creo que haya tenido ninguna consecuencia real”, dijo el presidente Biden.
De hecho, en las siguientes tres semanas, los líderes chinos dieron la bienvenida a otros dos altos funcionarios de la administración por separado.
Un cuarto alto cargo estadounidense podría visitar China próximamente. Según un artículo publicado el 13 de julio por Xinhua, el Ministerio de Comercio chino estaba «en comunicación» con la parte estadounidense sobre una posible visita a China de la Secretaria de Comercio, Gina Raimondo.
Los artículos de los medios indicaron que la Sra. Raimondo viajará a Beijing a finales de este mes.
El jueves, el presidente Biden firmó una orden ejecutiva para comenzar el proceso de restricción de las inversiones estadounidenses de alta tecnología hacia China en los ámbitos de la inteligencia artificial, la tecnología cuántica y los semiconductores. La orden ejecutiva preocupa seriamente a las autoridades chinas. El Ministerio de Comercio chino dijo el viernes que Beijing se reservaba el derecho a tomar contramedidas.
China «necesita a Occidente»
Observadores externos han advertido en repetidas ocasiones que este tipo de conversaciones de alto nivel con funcionarios estadounidenses sirven a los intereses de Beijing, cuyo liderazgo está luchando por desplegar más políticas para restaurar la demanda interna y reactivar la economía débil.
«China se ha hecho la dura durante los últimos meses, y no querían hablar. Ahora han cedido y han accedido a hablar con miembros de alto nivel del gabinete estadounidense sobre asuntos que son vitales para las economías de ambas naciones», dijo Miles Yu, investigador principal y director del Centro de China en el Instituto Hudson.
“La razón por la que cedieron es porque la economía china está en un gran problema”, dijo Yu durante una entrevista en julio en “American Thought Leaders: NOW” de EpochTV.
«Necesitan a Occidente mucho más de lo que Occidente necesita a China. Así que esta vez están siendo un poco más realistas».
La entrevista ocurrió cuando la secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, viajó a Beijing para reunirse con el primer ministro chino, Li Qiang, a quien Xi recientemente le encomendó reactivar la economía china golpeada por los cierres de COVID.
Los últimos datos microeconómicos mostraron que el sector de consumo cayó en deflación. El índice de precios al consumidor (IPC) cayó un 0.3 por ciento interanual en julio, según el NBS, la primera caída desde febrero de 2021. El índice de precios al productor (IPP) disminuyó por décimo mes consecutivo, un 4.4 por ciento menos y más rápido que la caída prevista del 4.1 por ciento.
Los expertos señalaron que China está entrando en una era de crecimiento económico mucho más lento similar a las «décadas perdidas» de Japón, en las que los precios al consumidor y los salarios se estancaron durante una generación, un marcado contraste con la rápida inflación observada en otros lugares.
Reuters, Andrew Thornebrooke y Frank Fang contribuyeron a este artículo.
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