Capítulo 17: Globalización y comunismo (ACTUALIZADO)

Traducción en partes del libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”

Por The Epoch Times
19 de julio de 2018 6:04 PM Actualizado: 19 de mayo de 2021 2:29 PM

La Gran Época publica aquí entregas traducidas del inglés de un nuevo libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”, del equipo editorial de “Nueve comentarios sobre el Partido Comunista chino”.

Tabla de contenidos

Introducción

1. Globalismo y comunismo

2. Globalización económica
a. Los efectos desestabilizadores de la globalización
b. Cómo la globalización facilita que se propague la ideología comunista
c. El capitalismo occidental nutre al Partido Comunista Chino

3. Globalización política
a. La ONU expandió el poder político comunista
b. La subversión de los ideales humanitarios de la ONU
c. La promoción de ideas políticas comunistas en todo el mundo
d. El gobierno mundial y el totalitarismo

4. Globalización cultural: Un medio para corromper a la humanidad
a. La destrucción de las tradiciones culturales del mundo
b. El rol de la ONU en la difusión de valores degenerados

5. La defensa del patrimonio nacional y los valores universales

***

Introducción

En la actualidad, el transporte moderno, las telecomunicaciones y las redes digitales han reducido las distancias y eliminado las fronteras que existieron durante miles de años. El mundo se ha hecho más pequeño y el número de interacciones e intercambios entre países no tiene precedentes. Este fortalecimiento de la colaboración mundial es el resultado natural del desarrollo tecnológico, la expansión de la producción y la migración. Este tipo de globalización es el resultado de un proceso histórico natural.

Sin embargo, existe otro tipo de globalización, que es el resultado de las ideologías comunistas que se apropiaron del proceso natural para socavar a la humanidad. Hablaremos de esta segunda forma.

A partir del Renacimiento, la historia humana entró en un período de cambios drásticos. La Revolución Industrial, que comenzó a fines del siglo XVIII, aumentó enormemente la productividad, lo que provocó convulsiones sociales y profundos cambios en la filosofía y la espiritualidad. A medida que avanzaba la tecnología, las ideas materialistas y ateas se hicieron más prominentes; cada vez más gente rechazaba la moral tradicional y la creencia en lo divino.

Con este telón de fondo histórico, el espectro del comunismo ha convertido a la globalización en una poderosa herramienta para su objetivo de separar a las personas de sus culturas y creencias tradicionales. Si bien la globalización ofrece oportunidades para la cooperación y el entendimiento internacionales, el derrumbe de las fronteras entre las naciones y las economías permite al espectro combinar los peores aspectos de los sistemas comunistas y no comunistas, llevando a cabo amplias operaciones políticas y culturales para avanzar con sus planes en todo el mundo. El sistema económico y financiero globalizado facilita este proceso, lo que hace aún más difícil que las comunidades y naciones puedan resistir la embestida del espectro comunista.

Este libro ha dejado en claro que el comunismo no es meramente una teoría, sino un espectro perverso. Está vivo, y con tal de cumplir su objetivo final de destruir a la humanidad, es capaz de transformarse en casi cualquier cosa, siempre que lo ayude a sustentarse y expandirse. Desde los años 1990, la globalización ha dicho que su objetivo es reforzar la democracia, la economía de mercado y el libre comercio, y por lo tanto varios grupos y personalidades de izquierda han manifestado su oposición a la misma. Pero estas personas no se dan cuenta de que es el espectro del comunismo el que opera en otro plano. El comunismo no apunta a usar la globalización para crear un mundo mejor, sino para dominar el mundo al imponer una ideología de control globalista en todas las naciones del mundo.

El globalismo logró impulsar un sorprendente progreso en varios frentes, particularmente en los ámbitos económico, político y cultural. Como ideología, el globalismo tiene muchas caras y se manifiesta de diversas formas, algunas incluso superficialmente contradictorias –muchas veces generando sentimientos vagos sobre un mundo sin guerra, pobreza, discriminación ni explotación. Pero en la práctica, los métodos que propone para lograrlo son en esencia muy similares a las mentiras utópicas de la revolución comunista.

Si bien cada país tiene su propia cultura e historia, sus diversas tradiciones contienen valores universales que son comunes a toda la humanidad. La soberanía nacional y las tradiciones culturales de cada grupo étnico juegan un rol importante en el patrimonio nacional y en la autodeterminación, y ofrecen una protección colectiva ante diferentes amenazas, desde desastres naturales a invasiones militares. Además, las leyendas nacionales y la fe religiosa de cada grupo étnico ayudan a todos los pueblos a mantener un sentido de identidad que los protege de caer presas de los planes malvados del espectro.

Aunque los globalistas suelen decir que protegen a las culturas de todas las etnias, en los últimos años se hizo cada vez más evidente que esta ideología en realidad reafirma las causas de la izquierda. En vez de apoyar la cultura tradicional, con sus raíces en la fe y la virtud, los temas que abordan los globalistas suelen ser similares a la “corrección política”, la “justicia social”, “valorar la neutralidad” y el “igualitarismo absoluto” de la izquierda.

Un gobierno mundial, que comienza por el aumento de los organismos supranacionales y la regulación, es el principal objetivo final del globalismo. Una vez formado el supergobierno mundial, el comunismo alcanzará fácilmente su objetivo de eliminar los derechos a la propiedad privada, las naciones, las razas y la cultura tradicional de cada nación. Revelar cómo el espectro comunista manipula la globalización y la relación entre el globalismo y el comunismo es un asunto urgente.

1. Globalismo y comunismo

Karl Marx no usó el concepto de globalización en sus escritos, sino que utilizó el término de “historia mundial”, que tiene connotaciones muy parecidas. En el Manifiesto Comunista, Marx y el coautor Friedrich Engels afirmaron que la expansión global del capitalismo inevitablemente produciría una clase proletaria (trabajadora) enorme en las naciones industrializadas, y luego una revolución proletaria barrería el mundo, derribando el capitalismo y logrando el “paraíso” del comunismo.

Marx y Engels también escribieron: “El proletariado puede entonces solo existir para la historia mundial, así como el comunismo, su actividad, solo puede tener una existencia ‘histórica mundial’” [1]. Esto significa que la realización del comunismo depende de que el proletariado tome acciones conjuntas en todo el mundo –la revolución comunista debe ser un movimiento global.

Luego, Vladimir Lenin modificó la doctrina de Marx y propuso que la revolución mundial podía iniciarse en Rusia, a pesar del carácter predominantemente rural del país en ese momento. En 1919, los comunistas soviéticos establecieron la Internacional Comunista en Moscú, con filiales en más de sesenta países. Lenin dijo que el objetivo de la Internacional Comunista era establecer una República Soviética Mundial. [2]

Joseph Stalin, el líder soviético que sucedió a Lenin, fue conocido por la política temporal de «socialismo en un país», pero propuso varios objetivos para la revolución comunista global en su libro El marxismo y la cuestión nacional. El pensador estadounidense G. Edward Griffin resumió los objetivos de Stalin de esta manera:

  • Confundir, desorganizar y destruir las fuerzas del capitalismo en todo el mundo.
  • Unir a todas las naciones en un único sistema económico mundial.
  • Obligar a los países avanzados a verter una asistencia financiera prolongada en los países subdesarrollados.
  • Dividir al mundo en grupos regionales como etapa transitoria hacia un gobierno mundial total. Las poblaciones abandonarían más fácilmente sus lealtades nacionales ante una vaga lealtad regional más que ante una autoridad mundial. Luego, las regionales [como las actuales OTAN, la SEATO y la OEA] pueden ser llevadas hacia una única dictadura mundial del proletariado. [3]

William Z. Foster, expresidente nacional del Partido Comunista de EE. UU., escribió: “Un mundo comunista será un mundo unificado y organizado. El sistema económico será una gran organización, basada en el principio de planificación que ahora está naciendo en la URSS. El gobierno estadounidense soviético será una sección importante de este gobierno mundial”. [4]

Desde Marx, Lenin, Stalin y Foster hasta la “comunidad del destino humano” propuesta por el Partido Comunista Chino (PCCh), podemos ver claramente que el espectro del comunismo no está satisfecho con solo tener el poder en unos pocos países. La ideología del comunismo, en todas sus formas, incluye la ambición de dominar a toda la humanidad.

La revolución mundial proletaria no ocurrió de la manera en que Marx lo predijo. Lo que él consideraba como sociedades capitalistas desesperadas y moribundas eran en cambio algo próspero y floreciente con la propiedad privada y el Estado de derecho. Con el colapso de los campamentos comunistas de la Unión Soviética y de Europa del Este, y con el régimen del PCCh adoptando principios del mercado, parecía que el mundo libre había triunfado sobre el comunismo. Pero el espectro del comunismo se esconde detrás de varias doctrinas y movimientos, mientras corroe, infiltra y expande a los elementos comunistas en cada rincón del mundo. El socialismo –la primera etapa del comunismo– ha ganado popularidad en el mundo, aprovechando los aspectos desestabilizadores provocados por la globalización y los factores globalistas.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas de izquierda en países europeos continuaron creciendo. La Internacional Socialista, que abogaba por el socialismo democrático, incluía partidos políticos de más de cien países. Estos partidos estaban al poder en varios países e incluso se propagaron por la mayor parte de Europa, impulsando políticas de un alto nivel de asistencia social, altos impuestos y más propiedades estatales.

La globalización vació la industria de EE. UU., redujo la clase media, causó que los ingresos se estancasen, polarizó a los ricos y a los pobres, y causó grietas en toda la sociedad. Esto promovió ampliamente el crecimiento de la izquierda y del socialismo en Estados Unidos, llevando al espectro político global bruscamente hacia la izquierda en la última década. Las fuerzas de izquierda en todo el mundo afirman que la globalización causó desigualdad de ingresos y polarización entre ricos y pobres. Junto con estos argumentos, el sentimiento antiglobalización creció rápidamente, echando la culpa a los defectos del capitalismo y promoviendo políticas socialistas.

Después de la Guerra Fría, las ideas comunistas infiltraron la globalización económica; el objetivo era que no hubiera ninguna economía nacional pura y así socavar la soberanía de los cimientos económicos de cada país. Como resultado, la avaricia humana se movilizó y se volvió internacional. En las últimas décadas, los poderes financieros occidentales desplazaron la riqueza –acumulada por la sociedad durante varios cientos de años– para hacer crecer a la economía de China continental después de las reformas de mercado implementadas por el Partido Comunista Chino. El PCCh usó estas inversiones para apuntalar a su régimen y, al mismo tiempo, involucrar a empresas y líderes extranjeros en su sistema corrupto.

Como cabecilla de las fuerzas comunistas en el mundo actual, el PCCh buscar erigirse como superpotencia económica socialista mientras fortalece a los partidos de izquierda y comunistas de todo el mundo. Su régimen totalitario trastocó las reglas del comercio normal y pretende utilizar el enriquecimiento que obtuvo de los mercados libres democráticos para apropiarlos y subvertirlos desde adentro.

La fuerza económica del PCCh también impulsó sus ambiciones políticas y militares, a medida que intenta exportar su modelo comunista autoritario por todo el mundo. Al observar la estrategia globalizada del PCCh desde la perspectiva de Marx, Lenin y Stalin, el mundo de hoy tiene muchas condiciones necesarias para la revolución comunista.

2. Globalización económica

La globalización económica se refiere a la integración de las cadenas de capital, producción y comercio mundial que comenzó en los años 1940 y 1950, maduró en los años 1970 y 1980, y se estableció como la norma mundial en los años 1990. Las agencias y corporaciones internacionales fueron las fuerzas impulsoras, dado que exigían aflojar la regulación y los controles para permitir el libre flujo de capital y bienes.

En la superficie, la globalización económica fue promovida por países occidentales para extender el capitalismo a todo el mundo. Pero desafortunadamente, la globalización se convirtió en un vehículo para el espectro del comunismo. En particular, la globalización llevó a que los países occidentales apoyaran financieramente al régimen chino, lo que resultó en una dependencia mutua entre la economía de mercado capitalista y la economía socialista totalitaria del PCCh. A cambio de beneficios económicos, Occidente sacrifica su conciencia y valores universales, mientras que el régimen comunista expande su control mediante la coerción económica.

a. Los efectos desestabilizadores de la globalización

En el proceso de globalización, en particular la globalización de las economías nacionales, se formaron grandes organizaciones internacionales, así como tratados y regulaciones. En la superficie, esto parece ser la expansión del capitalismo y el libre mercado. Pero de hecho, la tendencia va hacia un sistema unificado de control económico, capaz de emitir órdenes para determinar el destino de empresas en muchos países. Luego de que se estableciera este orden financiero internacional, también se formó el fenómeno de la asistencia económica a largo plazo de los países desarrollados a los países en desarrollo –lo cual concuerda con el tercer objetivo de Stalin antes mencionado.

En cuanto a brindar asistencia financiera, las organizaciones financieras internacionales, como el Banco Mundial, generalmente implementan un intervencionismo macroeconómico, que no solo es autoritario sino que afecta al libre mercado. También ignora las condiciones sociales, culturales e históricas del país que recibe la ayuda. El resultado es una menor libertad y soberanía nacional, y un mayor control económico centralizado. El académico estadounidense James Bovard escribió que el Banco Mundial “promovió enormemente la nacionalización de economías del Tercer Mundo e incrementó el control político y burocrático sobre las vidas de los más pobres entre los pobres”. [5]

La globalización económica también contribuyó al desarrollo de una cultura mundial homogénea, lo que provocó mayores similitudes en las tendencias de los consumidores y mecanismos unificados de producción y consumo. Muchas pequeñas empresas y aquellas asociadas con grupos étnicos locales simplemente quedaron en bancarrota. Más y más gente perdió el ambiente o los incentivos para participar libremente en el comercio dentro de su propio país.

A medida que el mundo se interconectaba gracias al desarrollo de la tecnología de las comunicaciones y del transporte, parecía que la globalización aportaría prosperidad financiera y valores democráticos a toda la aldea global. En muchos casos, ha ocurrido lo contrario.

Los países en desarrollo se convierten en parte de la cadena de producción global, lo cual debilita su soberanía económica y, en algunos casos, provoca que falle el Estado. Algunos países cargan con muchas deudas y con la necesidad de pagarlas, quebrando en esencia los cimientos de las economías capitalistas libres en esos países.

La globalización también debilita a los países en desarrollo de otra manera. A principios de los años 2000, Jamaica abrió su mercado y comenzó a importar grandes cantidades de leche barata. Esto hizo que la leche sea más asequible, pero también provocó la quiebra de los productores lecheros nacionales, incapaces de competir con la inundación de importaciones baratas. México solía tener muchas fábricas de industria ligera, pero después de que la República Popular China entrara en la Organización Mundial del Comercio (OMC), la mayoría de esos empleos desaparecieron fueron para China. México sufrió porque no llega al gran volumen de producción que tiene China.

Muchos países en desarrollo son ricos en recursos naturales, pero después de que llega la inversión extranjera, los recursos son extraídos y exportados al extranjero, generando muy poca ganancia económica para los habitantes locales. Las inversiones extranjeras también corrompen a los funcionarios de gobierno. La globalización afirma traer democracia a países en desarrollo, pero en realidad dio más poder a dictaduras corruptas mientras la población en general pasa hambre.

Durante la crisis financiera de Asia en 1997, Tailandia abrió su débil sistema financiero a la inversión internacional, lo que produjo una prosperidad temporal. Pero cuando se fue la inversión extranjera, la economía de Tailandia se paralizó y hasta tuvo un impacto negativo en sus países vecinos.

Tal como afirmó el profesor Dani Rodrik de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard, la globalización plantea un “trilema”: “No podemos querer democracia, determinación nacional y globalización económica al mismo tiempo” [6]. Este es el mayor defecto de la globalización y algo de lo que se ha aprovechado el comunismo.

Los beneficios y oportunidades que produjo la globalización suelen limitarse a un pequeño número de élites. En muchos países, la globalización empeoró la desigualdad y actualmente no parecen haber soluciones a largo plazo.

b. Cómo la globalización facilita que se propague la ideología comunista

La ideología comunista del igualitarismo y su filosofía de lucha se han montado sobre la globalización para afectar a todo el mundo. Erosionaron las soberanías nacionales, exacerbaron los problemas regionales e intensificaron el conflicto arquetípico del marxismo entre “el opresor” y “el oprimido” que los izquierdistas usan como arma ideológica para luchar contra el libre mercado, la propiedad privada y otros aspectos de la «sociedad vieja».

La polarización de la riqueza provocada por la globalización genera un ciclo que se autoperpetúa. En países occidentales, la enorme salida de industrias y empleos hacia otros países convirtió a las clases baja y media en víctimas de la globalización. En Estados Unidos, la enorme salida de capital y tecnología hacia China causó la pérdida de millones empleos de manufactura, lo que llevó a una pérdida de industrias y al aumento del desempleo. Entre los años 2000 y 2011, se cerraron 65,000 fábricas y se perdieron 5.7 millones de empleos en el sector manufacturero [7].

La brecha entre ricos y pobres se ha estado ampliando en Estados Unidos durante décadas. En los últimos treinta años, el aumento del salario promedio (ajustado según la inflación) ha estado desacelerándose, provocando la aparición de trabajadores pobres: gente que trabaja o busca empleo durante veintisiete semanas al año, pero cuyo ingreso está por debajo del nivel oficial de pobreza. En 2016, 7.6 millones de estadounidenses fueron incluidos entre los trabajadores pobres. [8]

La polarización entre ricos y pobres es un caldo de cultivo para la ideología comunista. Los problemas económicos tienen un impacto sobre todos los aspectos de la sociedad, y la demanda de una solución basada en lo que se percibe como una distribución de los ingresos injusta llevó al surgimiento de la ideología socialista y al activismo por la «justicia social». Por su parte, el aumento de la ayuda social generó más familias pobres y formó un círculo vicioso de menor productividad y mayor dependencia individual en el Estado.

Desde el año 2000, la ideología de izquierda ha ido ganando influencia en Estados Unidos, y los jóvenes se inclinan cada vez más hacia la izquierda en cuanto a los social, lo económico y lo político. Durante las elecciones de 2016, la creciente demanda de socialismo se hizo evidente, junto con la cada vez mayor polarización política. En gran medida, detrás de estos cambios estaba el impacto de la globalización. Por otro lado, cuanto mayores parecían los conflictos económicos y sociales en las sociedades democráticas occidentales, más triunfantes parecían las fuerzas comunistas en el escenario mundial.

Sin escrúpulos, el espectro del comunismo se aprovecha de ambos lados de un asunto para alcanzar sus objetivos. Es así que, junto con el avance de la globalización, llegaron las campañas antiglobalización, que comenzaron con las violentas protestas a fines de 1999 en Seattle contra la Conferencia Ministerial de la OMC. También hubo tales manifestaciones en tres conferencias internacionales a gran escala en 2001: la Cumbre de las Américas en Quebec, Canadá; la cumbre de la Unión Europea en Gotemburgo, Suecia; y la cumbre económica del Grupo de los Ocho en Génova, Italia.

Las campañas mundiales antiglobalización atrajeron a participantes de diversos orígenes. La vasta mayoría de ellos eran izquierdistas opositores al capitalismo en general, entre ellos sindicatos y organizaciones ambientalistas (también apropiados e infiltrados por el comunismo), así como víctimas de la globalización y los desamparados. Como resultado, el público –ya sea partidarios u opositores de la globalización– terminó sirviendo a los fines del comunismo sin darse cuenta.

c. El capitalismo occidental nutre al Partido Comunista Chino

Al evaluar los éxitos y fracasos de la globalización, los académicos suelen citar a China, que parece haberse beneficiado enormemente con la globalización y rápidamente pasó a ser la segunda economía más grande del mundo. Muchos predijeron que China llegaría a reemplazar a Estados Unidos como la mayor economía del mundo.

Mientras México, por ejemplo, estableció un modelo de manufactura básica, la República Popular China se dispuso a obtener la tecnología más avanzada de Occidente y luego reemplazar a sus competidores. Con ese fin, le exigió a las compañías de países desarrollados que establecieran empresas mixtas con compañías chinas a fin de poder acceder al mercado chino, y así el PCCh pudo conseguir tecnologías clave. El Partido adoptó numerosos métodos, desde forzar la transferencia de tecnología hasta el robo directo mediante piratería informática. Luego de obtener esta tecnología avanzada, la RPC aprovechó su ventaja para inundar el mercado mundial con productos baratos. Con la ayuda de reembolsos y subsidios de exportación, la China comunista derrotó a sus competidores con precios por debajo del mercado, perturbando el orden de los mercados libres.

Mientras los países subdesarrollados abrían sus mercados nacionales, la RPC creó múltiples barreras comerciales. Luego de unirse a la OMC en 2001, el PCCh se aprovechó de sus reglas y sacó ventaja de la globalización del mercado para inundar de productos a todo el mundo y así generar enormes ganancias. El Partido no abrió industrias clave –entre ellas, las telecomunicaciones, la bancaria y la energía– lo cual permitió a China tomar ventaja de la economía global mientras incumplía sus compromisos.

Seducido por las ganancias económicas, el mundo occidental hizo la vista gorda y oídos sordos a las violaciones de derechos humanos cometidas por el PCCh, y la comunidad internacional continuó confiriendo favores generosos al régimen. En medio de la globalización, un poderoso régimen comunista, junto con una sociedad china moralmente corrupta, arremetió contra la economía de mercado y las regulaciones comerciales de Occidente.

El PCCh ignoró las reglas y cosechó todas las ventajas de la globalización. En cierto modo, la globalización fue como una transfusión de sangre para el PCCh, ya que permitió que un Estado comunista débil volviera a la vida. Detrás de la manipulación de la globalización está el propósito oculto de apuntalar al PCCh mediante la redistribución de la riqueza.

La globalización ha sido un proceso de salvar al PCCh y legitimar a su régimen. Mientras el Partido fortalecía sus músculos socialistas con nutrientes capitalistas, Occidente cayó en un relativo debilitamiento, dando al PCCh más confianza en su totalitarismo comunista y ambiciones globales. El ascenso de China también entusiasmó enormemente a muchos socialistas e izquierdistas en todo el mundo.

Mientras su economía crecía, el PCCh intensificó sus intentos de infiltrarse en las organizaciones económicas mundiales, entre ellas la OMC, el FMI, el Banco Mundial, la Organización de Desarrollo Industrial de la ONU, y otras. Cuando se asignan a funcionarios del Partido en posiciones importantes de estas organizaciones, estos las persuaden para que cooperen con el PCCh a fin de que respalden las argucias del Partido y defiendan sus políticas.

El PCCh utiliza a las organizaciones económicas internacionales para implementar sus propios planes económicos y modelo corporativista. Si no se frenan sus ambiciones, hay pocas dudas de que el régimen provocará desastres en la política y la economía globales.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo la globalización económica fue usada para promover y propagar el comunismo. Con los avances en la tecnología y el transporte, las actividades económicas se expandieron más allá de las fronteras de una nación. Este es un proceso natural, pero en este caso, el proceso fue convertido en una oportunidad para que el PCCh iniciara el camino hacia la dominación mundial.

3. Globalización política

Los aspectos políticos de la globalización incluyen una mayor cooperación entre países, el surgimiento de organizaciones internacionales y la formulación de planes y tratados internacionales. Tras el surgimiento de tales instituciones internacionales, así como de las reglas y regulaciones que trascienden las fronteras nacionales, estas organizaciones se han desarrollado hasta convertirse en bases de poder internacional, lo cual debilita la soberanía nacional y erosiona los cimientos culturales, sociales y morales de las naciones individuales. Con la fachada de promover la paz mundial y el entendimiento internacional, las instituciones globalistas buscan consolidar su poder para avanzar gradualmente con el programa comunista.

El espectro del comunismo promueve y utiliza a las organizaciones internacionales para apuntalar a los factores comunistas, promoviendo la filosofía marxista de lucha y las definiciones retorcidas de los derechos humanos y la libertad que utilizan los regímenes comunistas. El globalismo promueve ideas socialistas a escala global, y esto incluye intentos por redistribuir la riqueza y por formar un gobierno mundial que coloque a toda la humanidad bajo un régimen totalitario.

a. La ONU expandió el poder político comunista

La organización internacional más grande del mundo son las Naciones Unidas, establecida después de la Segunda Guerra Mundial para fortalecer la cooperación y la coordinación entre países. Como entidad supranacional, Naciones Unidas ha sido utilizada por fuerzas comunistas en pos de debilitar y abolir las naciones-Estado. Desde su establecimiento, la ONU estuvo controlada por el bloque comunista liderado por los soviéticos y ha sido un escenario para que el Partido Comunista se promocionara tanto a sí mismo como al objetivo comunista de un gobierno mundial.

Cuando se fundó Naciones Unidas y se redactó la Carta de la ONU, la Unión Soviética fue uno de los países patrocinadores y miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y tuvo un rol decisivo. El secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, donde se redactó la Carta, era Alger Hiss, funcionario del Departamento de Estado de EE. UU. e importante asesor del presidente Franklin D. Roosevelt. Hiss fue condenado por cometer perjurio en 1950, vinculado a la acusación de ser un espía soviético. La Carta de las Naciones Unidas y sus convenciones tienen lagunas que benefician a los regímenes comunistas, y Hiss probablemente tiene mucho que ver con esto.

Los líderes de muchas agencias importantes de la ONU son comunistas o simpatizantes. Muchos secretarios generales de la ONU han sido socialistas y/o marxistas. Por ejemplo, el primero, Trygve Lie, era un socialista noruego que al principio tuvo un fuerte apoyo de la Unión Soviética. Su tarea más importante fue presionar para que la República Popular China ingresara a las Naciones Unidas. Su sucesor, el sueco Dag Hammarskjöld, era socialista y simpatizante de la revolución comunista global. Hammarskjöld también solía adular al alto funcionario del PCCh Zhou Enlai. El tercer secretario general, U Thant de Birmania (también conocido como Myanmar), era un marxista que creía que los ideales de Lenin eran consistentes con la Carta de la ONU. El sexto secretario general, Boutros Boutros-Ghali de Egipto, comenzó su carrera política en el régimen de Gamal Abdel Nasser y fue vicepresidente de la Internacional Socialista. [9]

No es difícil comprender por qué los cabecillas de los regímenes comunistas regularmente reciben las mayores cortesías por parte de las Naciones Unidas. Muchas convenciones de la ONU también se han utilizado para promover, directa o indirectamente, ideas comunistas y expandir el poder comunista.

La misión más elevada de Naciones Unidas es mantener la paz y la seguridad en el mundo, y sus Fuerzas de Paz están bajo la responsabilidad del secretario general adjunto de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz. De los catorce individuos que ocuparon este cargo entre 1946 y 1992, trece eran ciudadanos soviéticos. El régimen comunista soviético nunca renunció a intentar expandir el poder comunista, y no tenía ningún interés en contribuir con la paz mundial. Pese a que la Unión Soviética usaba “salvaguardar la paz mundial” como lema, su verdadero objetivo era apropiarse de la ONU y usarla como una organización prosocialista a fin de impulsar el movimiento comunista.

La influencia comunista estaba tan arraigada en la ONU que la organización actuaba como una auténtica tapadera de la Unión Soviética. El entonces director del FBI, J. Edgar Hoover, afirmó en 1963 que los diplomáticos comunistas designados en la ONU “representan la espina dorsal de las operaciones de inteligencia de Rusia en este país” [1o].

Incluso tras el colapso del bloque soviético, el legado comunista permaneció activo en Naciones Unidas. El Wall Street Journal publicó en 1991: «Muchos de los que trabajan en la Secretaría, o en las misiones cercanas, sostienen que el comunismo dejó un legado en la burocracia de las Naciones Unidas. […] ‘Funciona como el aguijón de un escorpión’, dice un profesional de la ONU. ‘El escorpión –el socialismo del Bloque del Este– muere. Pero el aguijón sigue siendo venenoso, y ataca a nuevas víctimas. […] [A lo largo de los años,] los occidentales que trabajaron en la ONU […] se vieron rodeados por lo que muchos han llamado una mafia comunista». [11]

El PCCh usa a las Naciones Unidas como plataforma de propaganda. Por ejemplo, los máximos representantes de la ONU, incluyendo el secretario general, han estado promocionando La Franja y la Ruta (OBOR, por sus siglas en inglés) del PCCh, una iniciativa global de infraestructura e inversiones, como una forma de abordar la pobreza en el mundo en desarrollo. En realidad, la iniciativa es una vía para que el PCCh expanda su hegemonía internacional. OBOR ha dejado a muchos países con profundas crisis de deuda. Pakistán, por ejemplo, tuvo que pedir un rescate de USD 6000 millones al Fondo Monetario Internacional debido a problemas con su deuda provocados por los préstamos de OBOR. Otros han tenido que ceder a China el control de infraestructuras críticas. Sri Lanka tuvo que arrendar un importante puerto al PCCh por noventa y nueve años para pagar su deuda.

Además, la iniciativa le permite al PCCh controlar la política y la economía de los países que participan, al tiempo que afecta los derechos humanos y la democracia en dichos países. Por consiguiente, muchos países se están retirando. No obstante, debido a la influencia política del PCCh en la ONU, altos funcionarios de la agencia siguen publicitando al proyecto. [12]

b. La subversión de los ideales humanitarios de la ONU

Uno de los objetivos de Naciones Unidas es mejorar los derechos humanos y promover la libertad; este es un principio universal. Pero la RPC, junto con otros regímenes corruptos, niega la universalidad de los derechos humanos. El Partido Comunista Chino alega que los derechos humanos son asuntos internos de cada país, y usa esto como excusa para su monstruosa represión de la libertad religiosa, las minorías étnicas y los disidentes. El PCCh incluso se alaba a sí mismo como defensor de los derechos humanos por «sacar» de la pobreza a cientos de millones de ciudadanos chinos, dándose el crédito por el trabajo duro y el ingenio del pueblo chino.

El PCCh ha utilizado a Naciones Unidas como plataforma para atacar los valores democráticos de Occidente, apoyándose en su alianza con naciones en desarrollo para subvertir los esfuerzos de las naciones libres de promover los valores universales. Debido a la manipulación de factores comunistas, la ONU no solo ha hecho poco por mejorar los derechos humanos, sino que se ha convertido en una herramienta usada por regímenes comunistas para encubrir sus malas condiciones con respecto a los derechos humanos.

Dore Gold, exembajador israelí para Naciones Unidas y autor de La torre de Babel: Cómo Naciones Unidas avivó el caos global, afirmó: “La ONU no es un cuerpo mundial benigno pero inefectivo. En realidad, aceleró y propagó el caos global”. Gold dio muchos ejemplos, incluyendo la “neutralidad de valores” y la inmoralidad de la “equivalencia moral” y el “relativismo moral” de la ONU; la corrupción generalizada en la organización; el hecho de que se permite a países no democráticos tener la mayoría de los votos; y el grado de control que se les da a los regímenes comunistas [13]. Dijo que Naciones Unidas es un “despreciable fracaso” y está “dominada por fuerzas anti-Occidente, dictaduras, Estados que patrocinan el terrorismo y los peores enemigos de Estados Unidos”. [14]

Por ejemplo, países que violan los derechos humanos tienen permitido convertirse en Estados miembro del Consejo de Derechos Humanos, lo que definitivamente afecta el valor de las revisiones de la situación de los derechos humanos. Lo que es más, la RPC sobornó a muchos países en desarrollo, asegurándose así que las críticas a las políticas de derechos humanos del régimen sean archivadas. La tiranía de la mayoría en la ONU la convirtió en una herramienta para que las fuerzas comunistas se opongan a las naciones libres en muchos asuntos. Esto llevó a que Estados Unidos se retirase del Consejo de Derechos Humanos. Occidente quiere promover la libertad y los derechos humanos, pero ha sido bloqueado por países comunistas repetidas veces. Un grupo de matones se apoderó del Consejo de Derechos Humanos, y las tal llamadas convenciones internacionales adoptadas no sirvieron de nada para contener a los países totalitarios. Estos países simplemente pronuncian los lemas pero no los implementan.

La Carta de las Naciones Unidas es muy similar a la Constitución Soviética. El propósito de la Carta no es proteger los derechos de la gente, sino servir a los intereses de los líderes políticos. Del mismo modo, en la superficie la Constitución Soviética otorgaba algunos derechos a los ciudadanos, pero muchas leyes incluían la condición “dentro del marco de la ley”, lo que permitía al régimen soviético privar arbitrariamente a sus ciudadanos de sus derechos en base a su interpretación de “dentro del marco de la ley”.

Esta es también la forma en que la Carta de las Naciones Unidas y sus diversos contratos y convenciones definen los derechos de la gente. Por ejemplo, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, afirmaciones como “todo individuo tiene el derecho” están vinculadas a estipulaciones como “los derechos arriba mencionados no podrán ser objeto de ninguna restricción excepto las previstas por la ley”. Esta no es solo una elección arbitraria o casual, sino una «salida» que el comunismo estableció a propósito.

Tal como escribió Griffin: «De hecho, todos y cada uno de los derechos descritos en el Pacto sobre Derechos Humanos de las Naciones Unidas pueden ser legalmente negados si en opinión de los políticos es ‘necesario para proteger la seguridad nacional, o el orden público, o la seguridad pública, o la salud pública, o la moral pública, o los derechos, libertades o reputaciones de otros’. La mayoría de las guerras y crímenes nacionales se cometen en nombre de una de estas [estipulaciones]” [15]. Es difícil para los países libres privar arbitrariamente a los ciudadanos de su libertad, pero los regímenes comunistas pueden aprovecharse abiertamente de las lagunas en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

c. La promoción de ideas políticas comunistas en todo el mundo

El espectro del comunismo, a través de sus agentes, plantea reiteradamente problemas globales y afirma que solo se pueden resolver mediante la colaboración internacional y estructuras de poder globales. Su verdadero objetivo es establecer un gobierno mundial. Como consecuencia, muchos países se ven cada vez más restringidos y regulados por un creciente número de tratados internacionales, y como resultado, su soberanía nacional se debilita.

Muchos grupos apoyan este tipo de estructuras internacionales de poder, y aunque tales grupos no necesariamente son comunistas, lo que promueven es consistente con los objetivos comunistas –es decir, eliminar a las naciones individuales y establecer un gobierno mundial.

Por ejemplo, en el Capítulo 16 detallamos cómo el comunismo usa la excusa de proteger el medio ambiente para avanzar con sus planes. El ambientalismo ha ido de la mano con la idea de debilitar la soberanía nacional y promover un poder político supranacional.

Una personalidad mediática dijo en el Día de la Tierra de 1970: “La humanidad necesita un orden mundial. La nación completamente soberana es incapaz de lidiar con el envenenamiento del medio ambiente. […] El manejo del planeta, por lo tanto –ya sea que hablemos de la necesidad de prevenir una guerra o de la necesidad de prevenir el daño definitivo a las condiciones de vida– requiere de un gobierno mundial” [16].

El Manifiesto Humanista II de 1973 también declaró: “Hemos llegado a un punto de inflexión en la historia humana, donde la mejor opción es trascender los límites de la soberanía nacional y avanzar hacia la construcción de una comunidad mundial. […] Así que buscamos desarrollar un sistema de ley mundial y un orden mundial basado en un gobierno federal transnacional”. [17]

En efecto, el establecimiento del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente se debió precisamente a que un grupo que abogaba por una confederación global en 1972 consideró al tema ambiental como un asunto mundial, y por lo tanto convocó al desarrollo de soluciones globales y al establecimiento de una agencia global de protección ambiental. Su primer director fue Maurice Strong, un canadiense con fuertes tendencias socialistas.

En la Cumbre de la Tierra de Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992 (también conocida como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo), 178 gobiernos votaron por adoptar el Programa 21 (o Agenda 21). Este proyecto de ochocientas páginas incluye contenido sobre el medio ambiente, los derechos de las mujeres, la cobertura médica, y así. Un influyente investigador ambiental que fue funcionario del Programa de Medio Ambiente de la ONU dijo: “La soberanía nacional –el poder de un país de controlar la actividad dentro de su territorio– perdió mucho de su significado en el mundo actual, en el que las fronteras son rutinariamente infringidas por la contaminación, el comercio internacional, los flujos financieros y los refugiados. […] Las naciones están efectivamente cediendo porciones de su soberanía a la comunidad internacional y comenzando a crear un nuevo sistema de gobierno ambiental internacional como medio para resolver problemas que de otra manera serían inmanejables”. [18]

En la superficie, muchos de los argumentos a favor de un gobierno mundial parecen razonables, pero su verdadero propósito es promover el comunismo y dominar el mundo. Los regímenes comunistas suelen criticar la interferencia en los asuntos internos de los países, y al mismo tiempo participan activamente en varias organizaciones internacionales que promueven el concepto de gobierno global.

Durante su período como secretario general de la ONU entre 1992 y 1996, Boutros-Ghali realizó rápidos avances en la marcha de la ONU hacia un gobierno mundial. Convocó a la formación de un ejército permanente de la ONU y presionó por su derecho a recaudar impuestos [19]. Debido a la oposición de Estados Unidos, Ghali no pudo asumir un segundo período, y uno solo puede imaginarse cuánto más poderosa sería la ONU actualmente de no habérsele impedido continuar.

En 2002, el secretario general Kofi Annan dijo: “En la era de la interdependencia, la ciudadanía global es un pilar crucial para el progreso”. Robert Chandler, excoronel de la Fuerza Aérea de EE. UU. y estratega de la Casa Blanca, cree que el tal llamado progreso de Annan amenazaba la soberanía nacional y abriría el camino para una sociedad civil global bajo el control de una «masiva y anónima burocracia internacional que […] relegaría a las personas al estatus de hormiga obrera en un universo socialista autoritario». Programas de la ONU como “Hacia una cultura de paz” en realidad fueron organizados y supervisados por ultraizquierdistas, que según Chandler tienen la intención de destruir la soberanía de las naciones. [20]

El libro El Comunismo al desnudo, publicado en 1958, enumeró los cuarenta y cinco objetivos de los comunistas, uno de los cuales era: “Promover a la ONU como la única esperanza de la humanidad. Si se reescribe su Carta, exigir que se establezca como gobierno mundial con sus propias fuerzas armadas independientes” [21]. No se puede establecer un gobierno mundial en el corto plazo, así que los comunistas y globalistas usan varias cuestiones para establecer instituciones internacionales en diversos campos, para luego promover la unidad de estas instituciones y continuar abogando por la dependencia en Naciones Unidas.

d. El gobierno mundial y el totalitarismo

No hay nada de malo con imaginar un mundo o un futuro mejor, pero buscar establecer un gobierno mundial para resolver todos los problemas de la humanidad no es diferente a la errónea «dictadura del proletariado» o la planificación central que promueve el comunismo.

Abogar por un gobierno mundial, reforzar el rol de Naciones Unidas, retratar a la ONU como una panacea que puede resolver todos los problemas del mundo –todo esto es parte de un intento de jugar a ser Dios y de querer decidir el futuro de la humanidad. Si se estableciera un régimen tal, inevitablemente caería en un totalitarismo de estilo comunista.

A fin de atraer a países a unirse, un gobierno mundial indefectiblemente ofrecería tentadores beneficios, promesas de ayuda social y un proyecto de utopía global para la humanidad.

Un asunto inevitable que enfrenta un gobierno mundial es cómo implementar sus políticas –sean de índole político, militar, económico u otro. Para imponer sus políticas a escala mundial, tal gobierno no podría asumir la forma de una república libre como Estados Unidos, sino que tendría que ser un régimen totalitario como el de la Unión Soviética o la República Popular China.

Esta centralización elevaría el poder del gobierno a un nivel inigualable, y su control sobre la sociedad alcanzaría un nivel sin precedentes. A esta altura, tal gobierno mundial no se molestaría en tratar de lograr un consenso entre sus países miembro o en cumplir con los compromisos que asumió para con ellos, sino que solamente se enfocaría en cómo imponer sus políticas.

En el mundo de hoy existen grandes diferencias entre los países. Muchos países no tienen creencias ortodoxas ni sociedades libres, ni hablar del respeto a los derechos humanos o altos estándares morales. Si los países se combinaran para formar un gobierno mundial, un gobierno tal adoptaría el estándar más bajo entre ellos, eliminando los requisitos relacionados con la fe y las creencias, la moral y los derechos humanos. En otras palabras, los países tendrían un pase libre en estos asuntos, ya que se usaría el concepto de la supuesta «neutralidad» en religión, moral y derechos humanos a fin de unirlos. Un gobierno mundial inevitablemente fomentaría una cultura dominante con el propósito de unificar el mundo, a pesar del hecho de que cada país tiene sus propias tradiciones culturales y creencias religiosas.

Entre los expertos, académicos y funcionarios que abogan activamente por un gobierno mundial, la mayoría son ateos o tienen opiniones progresistas con respecto a las creencias religiosas. Claramente, un gobierno mundial tendría al ateísmo como su valor central –consecuencia inevitable, dado que el comunismo es la fuerza que lo impulsa. Aún más, ya que las diferencias culturales y lingüísticas entre los pueblos serían un obstáculo para una autoridad global, los partidarios de un gobierno mundial suelen oponerse a conceptos como patriotismo o localismo, los cuales son esenciales para el bienestar de las naciones-Estado.

Para mantener su régimen, este gobierno mundial impondría una reeducación ideológica, recurriendo a la violencia para llevarlo a cabo. A fin de prevenir movimientos de fragmentación o independencia entre los países miembros, un gobierno mundial fortalecería enormemente sus fuerzas militares y policiales y ejercería un mayor control sobre la libertad de expresión y los medios de comunicación.

El gobierno de un país cuya gente no tiene una fe y una cultura en común solo puede apoyarse en un régimen autoritario para mantenerse en el poder, y el resultado sería la pérdida de las libertades individuales.

Al final, un gobierno mundial solo puede llevarse a cabo como un proyecto totalitario, con la misma esclavitud, abuso y degradación de las personas que se ven en los regímenes comunistas de la historia y de la actualidad. La diferencia sería que en vez de estar confinado a un solo país, este totalitarismo se propagaría por todo el mundo, dejando al espectro comunista prácticamente sin oposición para llevar a cabo su plan de corromper la cultura tradicional, erradicar la creencia en lo divino y finalmente destruir a la humanidad.

4. Globalización cultural: Un medio para corromper a la humanidad

A medida que los intercambios culturales y flujos de capital se expanden por el mundo, las varias formas culturales desviadas que el comunismo estableció en los últimos casi cien años –como el arte, la literatura y el pensamiento modernos; estilos de vida y formas de entretenimiento pervertidos; y consumismo– también se transmiten globalmente. Durante este proceso, las tradiciones de varios grupos étnicos se ven interrumpidas y son separadas de su significado original, lo que resulta en estilos de vida vacíos y degenerados impulsados por el consumo y la ganancia, que destruyen la moral y la sociedad donde sea que se propaguen.

Willi Müzenberg, activista comunista alemán y uno de los fundadores de la Escuela de Frankfurt, dijo: “[Debemos] organizar a los intelectuales y usarlos para que la civilización occidental apeste. Solo entonces, luego de que hayan corrompido todos sus valores y que la vida se torne imposible, podremos imponer la dictadura del proletariado”. [22]

De hecho, como se describe en capítulos anteriores de este libro, el patrimonio cultural de la civilización occidental ha sido reemplazado por la desviada cultura popular moderna. La globalización y el globalismo llevan esta degeneración a todos los rincones del planeta.

Globalmente, Estados Unidos es el líder político, económico y militar. Su posición única en estos campos se traslada a la cultura popular estadounidense, que es fácilmente aceptada y adoptada por otros países y regiones. Después de infiltrar y corromper la unidad familiar, la política, la economía, las leyes, las artes, los medios de comunicación y la cultura popular en todos los aspectos de la vida diaria de Estados Unidos, el comunismo usó la globalización cultural para exportar su cultura corrompida. Promocionadas como las tendencias más nuevas y deseables de Estados Unidos, se propagan por todo el mundo. A través de las películas de Hollywood, las remotas aldeas conservadoras del interior de China aprendieron que las madres solteras, los amoríos extramaritales y la liberación sexual son todos aspectos “normales” de la vida en el Occidente «desarrollado». El rocanrol se volvió extremadamente popular en todo el mundo, desde Ecuador en Sudamérica hasta Malasia en el Sudeste Asiático y Fiji en las Islas del Pacífico. En la educación, la ideología subyacente del Currículo Básico Común creado por marxistas culturales se vio casi instantáneamente reflejado en los libros de texto de las escuelas secundarias de Taiwán. En un abrir y cerrar de ojos, el movimiento Occupy Wall Street de Nueva York se mostró en pantallas de televisión en las montañas más remotas de la India.

La globalización cultural es el huracán que esparce por todo el mundo la cultura desviada de Occidente y la cultura del Partido de los regímenes totalitarios comunistas, barriendo despiadadamente con los valores tradicionales que han guiado a la humanidad durante miles de años.

a. La destrucción de las tradiciones culturales del mundo

La cultura de cada etnia del mundo tiene características únicas y conlleva las profundas influencias de su propia historia especial. Pese a las diferencias entre las culturas étnicas, en sus tradiciones todas observan los mismos valores universales legados por lo divino. Después de la Revolución Industrial, el desarrollo tecnológico hizo que nuestras vidas fueran más cómodas, y al mismo tiempo, los progresistas catalogaron a la tradición como algo retrógrado. Medir todo en base a su modernidad, novedad y “progreso” –o si tiene valor comercial– ahora es algo común.

El comunismo promueve valores que parecen nobles, pero en realidad, apuntan a que la humanidad abandone los valores tradicionales y los reemplace con valores modernos homogéneos y deteriorados. Los tal llamados valores comunes formados por el intercambio cultural en el proceso de la globalización no provienen de ninguna tradición en particular, son valores modernos. Los elementos y valores adoptados en la globalización deben, por necesidad, desviarse de las tradiciones. Solo incluyen los elementos más burdos del legado cultural existente, así como los aspectos que pueden ser comercializados. Las nociones sobre “el destino común de la humanidad” y “nuestro futuro en común” son resultado de tales valores desviados.

El estándar más bajo que se reconoce durante la globalización cultural se manifiesta en la cultura consumista. Motivado por intereses económicos, el diseño y el marketing de los productos se centran completamente en apelar a los instintos más bajos de los consumidores. El objetivo es controlar a la humanidad al seducir, complacer y satisfacer los deseos más superficiales de la gente.

Esta cultura consumista global se usa para corromper la tradición de múltiples maneras. Primero, las características y los significados únicos de las culturas étnicas son excluidos de los productos. En otras palabras, los productos son despojados de la tradición mediante la desculturalización o estandarización. Cuanto más distanciada esté la gente de su propio legado cultural y fe, más susceptibles se vuelve a dicho modelo consumista simplificado. Con el tiempo, debido a la globalización, las costumbres e identidad de dicha población se degradan al nivel más bajo, que solo sirve para mantener una cultura comercial barata carente de significado y moral.

Segundo, la globalización de la industria de los medios de comunicación y sus monopolios permitió que los elementos comunistas no tengan dificultad en usar ideas degeneradas. Publicitan el aspecto cultural superficial de los productos y al promoverlos introducen la ideología marxista. La hibridación de culturas a través de la globalización se convierte en otro canal para promover la ideología comunista.

Tercero, una cultura global hace que el consumismo sea predominante en la sociedad. Los comerciales, las películas, los programas de televisión y las redes sociales constantemente bombardean a los consumidores con la idea de que no están viviendo una vida real si no consumen, si no poseen ciertos productos o si no se entretienen de determinada manera. El comunismo usa diferentes medios y el entretenimiento para motivar a la gente a satisfacer sus deseos más bajos. A medida que la gente se entrega a sus deseos, se alejan del plano espiritual y en pocas generaciones se desvían de las creencias divinas y valores tradicionales de antaño.

A medida que el comunismo propaga rápidamente su ideología deteriorada con el trasfondo de la globalización, utiliza el comportamiento gregario. Con una frecuente exposición a redes sociales, comerciales, programas de televisión, películas y noticias, la gente es bombardeada con varias ideologías antitradicionales. Esto crea la ilusión de que tales ideologías deterioradas representan un consenso global. La gente gradualmente se vuelve insensible al daño que causan estas ideologías; comportamientos retorcidos llegan a ser considerados una moda, y se induce a la gente a enorgullecerse de ello. La drogadicción, la liberación sexual, la música degenerada, el arte abstracto y mucho más, se propagan de esta forma.

El arte moderno es degenerado y viola todas las definiciones tradicionales de estética. Al principio, algunas personas pueden haberse dado cuenta, pero cuando constantemente se exhiben obras de arte moderno en grandes zonas metropolitanas y se venden a altos precios, y cuando los medios de comunicación muestran frecuentemente obras de arte oscuras y extrañas, la gente comienza a creer que son ellos los que están fuera de moda y que deben actualizar su gusto para el arte. Inducida por esta tendencia estética, la gente comienza a negar su propio sentido de la belleza y a favorecer formas de arte deterioradas.

Todas las formas de cultura deteriorada enmascaradas como cultura occidental se están actualmente propagando a cada esquina del mundo. Hollywood en particular se convirtió en un gran portador de diversas ideologías que se originan en el marxismo cultural. La característica especial de la industria cinematográfica logra que la gente acepte subconscientemente sus valores. Tal como se describió en el Capítulo 13, el cine tiene el poder de representar ambientes, relatos y personalidades convincentes, sumergiendo al público en el punto de vista del director. Las películas de Hollywood juegan un enorme papel en la formación de los valores y la visión del mundo del público.

En este libro hemos también discutido cómo el marxismo cultural se apoderó de la educación occidental (ver Capítulo 12) y al mismo tiempo expone a los estudiantes extranjeros que estudian en países occidentales a las diversas ideologías izquierdistas. Cuando regresan a sus países, difunden estas ideologías, que se consideran atractivas porque los países occidentales están más avanzados tecnológicamente y más desarrollados económicamente. De esta manera, estas ideologías encuentran poca resistencia al propagarse y destruir la cultura tradicional local.

Los valores globalistas modernos se han generalizado y se han vuelto dominantes debido a la cultura corporativa de las empresas multinacionales. La promoción de la liberación sexual se ha desarrollado rápidamente a través de la globalización, impactando seriamente y carcomiendo los valores morales de las sociedades tradicionales.

En 2016, una gran cadena global de venta al público anunció que los vestidores y baños en sus tiendas iban a ser “amigables para las personas transgénero”, lo que significa que los hombres podían entrar a los baños o vestuarios de mujeres si se identificaban como mujer. La American Family Association (Asociación Americana de la Familia) dijo que la política dañaba a mujeres y niños y convocó a los consumidores a boicotear a la compañía. Hasta la fecha, la propuesta de boicot de la asociación recibió más de 1.5 millones de firmas [23]. Sin embargo, los boicots se han vuelto poco realistas, ya que cada vez más empresas de todos los rubros han adoptado tales políticas. El comunismo es capaz de utilizar la mentalidad de manada porque muchas personas no tienen una voluntad fuerte. Una vez que la humanidad se desvía de las tradiciones divinas, todo se vuelve relativo y cambia con el tiempo. Así, las condiciones para que el espectro del comunismo se aproveche de la situación se vuelven maduras.

Bajo las condiciones de la globalización, el respeto mutuo y la tolerancia a las diferentes culturas nacionales se han convertido en algo generalizado. El comunismo se aprovechó de esto para distorsionar el concepto de tolerancia y hacer de la neutralidad de los valores un «consenso mundial», abogando así por las ideas desviadas.

b. El rol de la ONU en la difusión de valores degenerados

El artículo 13 de la Convención de los Derechos del Niño de la ONU establece: “El niño tendrá derecho a la libertad de expresión; ese derecho incluirá la libertad de buscar, recibir e impartir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño”. [24]

Algunos académicos preguntaron: si los padres no permiten a sus hijos usar camisetas con simbolismo satánico, ¿constituiría eso una violación de los derechos del niño? ¿Tienen los niños el derecho a elegir cómo hablarles a sus padres? Los niños pueden carecer de juicio. Si cometen actos violentos o violan normas éticas, ¿no pueden los padres disciplinarlos? Estas preocupaciones no son injustificadas. En 2017, Ontario, Canadá, aprobó una ley según la cual los padres no han de negar los deseos de expresión de género del niño (es decir, los niños pueden elegir su género). Si los padres no aceptan la identidad de género elegida por el niño, se puede considerar como abuso infantil y el Estado podría quitarles a sus hijos. [25]

En 1990, la Organización Mundial de la Salud anunció que la homosexualidad no es una enfermedad mental, lo cual incentivó enormemente el movimiento LGBT en todo el mundo. Bajo las condiciones de la globalización, el SIDA se propagó en todo el mundo, y el grupo más susceptible, los homosexuales, se convirtió en blanco de preocupación social y discusión pública. El comunismo promovió así la expansión de la causa LGBT.  Sudáfrica fue el primer país en introducir una nueva convención en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para requerir que el reconocimiento de la orientación sexual y la identidad de género se utilicen como indicadores de derechos humanos. La convención, la primera en apuntar directamente a la orientación sexual y la identidad de género, fue adoptada. En realidad, la convención normaliza lo que solían considerarse como ideas desviadas al atribuirles la misma importancia que los derechos naturales.

El comunismo utiliza así la globalización para mutar y destruir la cultura tradicional y los valores morales usando todo tipo de formas. Esto incluye el uso de países desarrollados, empresas multinacionales e instituciones internacionales. La gente está inmersa en la conveniencia superficial de la vida globalizada, pero no se da cuenta de la rápida transformación que está teniendo lugar en cuanto a ideología y nivel de conciencia. En solo unas cuantas décadas, estas ideas completamente nuevas inundaron muchas partes del mundo. Donde sea que vayan estas ideas, la cultura cambia, e incluso los países más antiguos y cerrados no pueden escapar. Si esta tendencia continúa, la civilización misma caerá en ruinas.

La cultura tradicional es la raíz de la existencia humana, una garantía importante para que los seres humanos mantengan los estándares morales. Es la clave para que la gente regrese al camino recto y sea salvada por su Creador. En el proceso de globalización, los planes del espectro del comunismo deformaron y arruinaron la cultura tradicional. La civilización humana enfrenta una crisis moral sin precedentes.

5. La defensa del patrimonio nacional y los valores universales

Diferentes nacionalidades y países han existido por milenios. Pese a que existen en diferentes regiones, tienen formas sociales y sistemas políticos distintos, usan diferentes idiomas y tienen diferentes cualidades culturales y psicológicas, todos comparten valores universales. Estos valores universales son el núcleo de la cultura tradicional para todos los grupos étnicos.

Al usar la globalización en conjunto con otros procesos históricos en los últimos siglos, el espectro comunista expandió enormemente su poder en el mundo humano y provocó un tremendo daño a las culturas tradicionales de inspiración divina.

En la primera mitad del siglo XX, los comunistas tomaron el poder en Rusia y China, matando a las élites culturales y destruyendo la cultura tradicional de estas dos vastas naciones. Luego de la Segunda Guerra Mundial, el campo comunista infiltró y controló a la ONU, abusó de los procedimientos democráticos para que la mayoría conquiste a la minoría y usó dinero para controlar a países pequeños y así utilizar el gobierno supranacional de la ONU para propagar su sistema político en todo el mundo.

En todo el mundo, especialmente tras el fin de la Guerra Fría, los representantes del comunismo en Oriente y Occidente comenzaron a usar los intercambios y la cooperación internacional en el ámbito político, económico y cultural para expandir y controlar la globalización. Las instituciones globalistas promueven valores degenerados en prácticamente todos los países del mundo, lo que ayuda al espectro comunista a destruir sistemáticamente los valores universales, la cultura tradicional y la fe en lo divino.

En el corto período de poco más de cien años desde la aparición del comunismo en el escenario global, estas fuerzas políticas y económicas transnacionales han acumulado un enorme poder, haciendo peligrar a las naciones soberanas con sus planes de formar un gobierno mundial.

Solo retornando a la tradición los seres humanos podrán restaurar su identidad y soberanía nacionales y formar un ambiente internacional armonioso basado en valores universales. Esto permitirá a la humanidad expulsar al espectro comunista y vivir bajo la protección de la gracia divina.

A continuación: Capítulo 18, Parte 1.

Actualizado el 31 de agosto de 2020.

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Referencias

1. Karl Marx and Friedrich Engels, “The German Ideology,” in Marx-Engels Collected Works, vol. 5 (1932), accessed via Marxists Internet Archive on May 4, 2020, https://www.marxists.org/archive/marx/works/1845/german-ideology/index.htm.

2. Vladimir Lenin, “The Third, Communist International,” in Lenin’s Collected Works, 4th English edition, vol. 29 (Moscow: Progress Publishers, 1972), 240–241, Marxists Internet Archive, accessed on May 4, 2020, https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1919/mar/x04.htm.

3. G. Edward Griffin, Fearful Master: A Second Look at the United Nations (Appleton, WI: Western Islands, 1964), chap. 7.

4. William Z. Foster, Toward Soviet America (New York: Coward-McCann, 1932), chap. 5, Marxists Internet Archive, accessed on May 4, 2020, https://www.marxists.org/archive/foster/1932/toward/06.htm.

5. James Bovard, “The World Bank vs. the World’s Poor,” Cato Institute Policy Analysis, no. 92, September 28, 1987, https://object.cato.org/sites/cato.org/files/pubs/pdf/pa092.pdf.

6. Dani Rodrik, The Globalization Paradox: Why Global Markets, States, and Democracy Can’t Coexist (New York: Oxford University Press, 2011), 19.

7. Robert Atkinson, “Why the 2000s Were a Lost Decade for American Manufacturing,” IndustryWeek, March 14, 2013, https://www.industryweek.com/the-economy/article/22006840/why-the-2000s-were-a-lost-decade-for-american-manufacturing.

8. US Bureau of Labor Statistics, “A Profile of the Working Poor, 2016,” BLS Reports, July 2018, https://www.bls.gov/opub/reports/working-poor/2016/home.htm.

9. William F. Jasper, Global Tyranny … Step by Step: The United Nations and the Emerging New World Order (Appleton, WI: Western Islands Publishers, 1992), chap. 4.

10. J. Edgar Hoover, as quoted in Griffin, Fearful Master, 48.

11. Amity Shlaes, “Communism Becomes Cronyism at the UN,” The Wall Street Journal, October 24, 1991.

12. Colum Lynch, “China Enlists UN to Promote Its Belt and Road Project,” Foreign Policy, May 10, 2018, https://foreignpolicy.com/2018/05/10/china-enlists-u-n-to-promote-its-belt-and-road-project.

13. Dore Gold, Tower of Babble: How the United Nations Has Fueled Global Chaos (New York: Crown Forum, 2004), 1–24.

14. Dore Gold, as quoted in Robert Chandler, Shadow World: Resurgent Russia, The Global New Left, and Radical Islam (Washington, DC: Regnery Publishing, 2008), 403.

15. Griffin, Fearful Master, chap. 11.

16. Norman Cousins, as quoted in Gary Benoit, “‘Earth Day’ — The Greatest Sham on Earth,” The New American, April 21, 2016, https://www.thenewamerican.com/tech/environment/item/23011-earth-day-the-greatest-sham-on-earth.

17. American Humanist Association, “Humanist Manifesto II” (Washington, DC: American Humanist Association, 1973), https://americanhumanist.org/what-is-humanism/manifesto2.

18. Hilary F. French, et al., “After the Earth Summit: The Future of Environmental Governance,” Worldwatch Institute 107, March 1992.

19. Jasper, Global Tyranny, chap. 4.

20. Chandler, Shadow World, 401–403.

21. W. Cleon Skousen, The Naked Communist (Salt Lake City: Izzard Ink Publishing, 1958), chap. 12.

22. Willi Münzenberg, as quoted in Bernard Connolly, The Rotten Heart of Europe: Dirty War for Europe’s Money (London: Faber & Faber, 2013).

23. “Sign the Boycott Target Pledge!” American Family Association, April 2016, https://www.afa.net/target.

24. United Nations Office of the High Commissioner for Human Rights, “Convention on the Rights of the Child” (Geneva: United Nations, 1989), https://www.ohchr.org/en/professionalinterest/pages/crc.aspx.

25. Grace Carr, “Ontario Makes Disapproval of Kid’s Gender Choice Potential Child Abuse,” Daily Caller, June 5, 2017, https://dailycaller.com/2017/06/05/ontario-makes-disapproval-of-kids-gender-choice-child-abuse.

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