China aprueba vacuna contra COVID-19 de producción propia: expertos son escépticos de su efectividad

Por ALEX WU
05 de enero de 2021 12:03 PM Actualizado: 05 de enero de 2021 12:03 PM

El último día de 2020, el régimen chino aprobó una vacuna contra el COVID-19 desarrollada por la empresa estatal Sinopharm, sin embargo, los expertos internacionales son escépticos sobre su eficacia y seguridad. Hasta ahora se han publicado pocos datos clínicos y un experto chino de alto nivel también expresó sus reservas.

El 31 de diciembre de 2020, el Consejo de Estado de China anunció en una conferencia de prensa que la vacuna inactivada de Sinopharm había recibido la «aprobación condicional» de la Administración de Drogas de China. La eficacia del fármaco es del 79.34 por ciento, según los informes de los medios de comunicación estatales.

En comparación, la vacuna contra COVID-19 de Pfizer tiene una tasa de eficacia del 95 por ciento y la vacuna Moderna, del 94.1 por ciento.

Falta de información de respaldo

Sinopharm no proporcionó ningún desglose de los datos de sus ensayos clínicos, ni reveló el tamaño de su muestra de prueba.

En una entrevista con The Epoch Times, el exinvestigador y virólogo del Instituto de Investigación del Ejército de Estados Unidos, el Dr. Sean Lin, dijo que sin datos transparentes es difícil determinar la tasa de eficacia de la vacuna de Sinopharm.

A principios de 2020, Sinopharm dijo que su vacuna había entrado en ensayos clínicos. Lin dijo que es poco probable que la compañía hubiera completado tan rápidamente su fase III de pruebas, que se hace en grandes grupos de personas.

«Estos datos deben ser recogidos después de un experimento a gran escala de decenas de miles de personas (…) ya que los funcionarios no publicaron los datos, tengo que poner algunos signos de interrogación», dijo Lin.

El presidente de Sinopharm, Wu Yonglin, reveló en la conferencia de prensa del 31 de diciembre que las pruebas de la fase III se realizaron en países extranjeros.

Dado que el ensayo se realizó en personas de países extranjeros, Lin expresó su preocupación por la eficacia de la vacuna en la población china. «Debido a las diferencias de raza y etnia, sus sistemas inmunológicos pueden ser algo diferentes a los de los chinos», dijo.

El 30 de diciembre, Zhong Nanshan, un destacado experto en respiración que a menudo asesoró al gobierno sobre las medidas de prevención de COVID-19, también expresó sus reservas sobre la eficacia de la vacuna china en una entrevista con la televisora estatal CCTV. «Es un error poner todas las esperanzas en la vacuna. Después de la vacunación, nadie sabe si desarrollará anticuerpos o no; o si hay síntomas o no después de ser inyectado. En cuanto a si [alguien que se inyecta la vacuna] puede transmitir la enfermedad a otros, nadie sabe tampoco», dijo.

Otra vacuna COVID-19 fabricada en China por Sinovac ya fue utilizada y no fue aprobada. El código de aprobación en su paquete muestra «TBA». Diciembre, 2020. (The Epoch Times)

Vacunación masiva antes de la aprobación

Incluso antes de que el régimen diera su aprobación oficial, las autoridades chinas ordenaron que se inyectaran millones de vacunas fabricadas en China.

Zeng Yixin, subdirectora de la Comisión Nacional de Salud de China, presentó a los medios chinos el 31 de diciembre que «desde junio hasta finales de noviembre, se habían administrado vacunas [COVID-19] a más de 1.5 millones de personas, incluyendo aproximadamente 60,000 trabajadores chinos que fueron enviados a trabajar en zonas de alto riesgo en el extranjero». Ella afirmó que no había informes de infecciones graves.

Cientos de trabajadores chinos que fueron al extranjero a trabajar en Serbia, Angola y Uganda se infectaron con COVID-19 después de que se les inyectaran vacunas fabricadas en China, según los medios de prensa.

Lin cree que cuando no hay datos durante la etapa inicial de desarrollo de la vacuna, es «irresponsable» que las autoridades inoculen a millones de personas la vacuna.

Preocupaciones sobre la eficacia y la seguridad

The Epoch Times obtuvo previamente a través de una fuente china los resultados de una encuesta interna llevada a cabo en el Hospital de Medicina Tradicional China del Distrito de Yangpu de Shanghai, en la que el 93.4 por ciento del personal médico de allí dijo que no quería que le inyectaran la vacuna contra el COVID-19.

Algunos investigadores también señalaron el hecho de que el virus del PCCh podría mutar con el tiempo. Durante la conferencia de prensa del 31 de diciembre, Xu Nanping, viceministro del ministerio de Ciencia y Tecnología de China, respondió a la pregunta de un reportero sobre la eficacia de las vacunas en la protección contra las cepas de virus mutados. «La mutación del virus es normal y ocurre todos los días (…) No hay pruebas de que las mutaciones que observamos tengan un impacto sustancial en la eficacia de la vacuna».

Según el Dr. Lin, el escrutinio sobre la eficacia de la vacuna aún no ha terminado. «Si esta vacuna tiene algún efecto en este virus mutado debe ser determinado por los correspondientes experimentos inmediatamente, en lugar de confiar en palabras vacías para decir que no hay ningún problema».

China también tiene un historial de escándalos sanitarios relacionados con vacunas chapuceras.

En 2018, se descubrió que la empresa farmacéutica china Changsheng Bio-technology envió más de 250,000 dosis de una vacuna DTaP defectuosa (una vacuna combinada para la difteria, tos ferina y tétanos), que afectó a más de 200,000 niños.

En 2019 se descubrió que un hospital chino vacunó a las personas contra el virus del papiloma (VPH) sin obtener una licencia adecuada.

Luo Yan contribuyó con este artículo.

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