La Casa Blanca criticó duramente a los gobernadores de Texas y Florida por transportar a inmigrantes ilegales a Martha’s Vineyard y a las afueras de la residencia en Washington de la vicepresidenta Kamala Harris.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, confirmó el jueves que transportó a inmigrantes ilegales desde la frontera hasta cerca de la casa de Harris en el Distrito de Columbia. Y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, se atribuyó el mérito de haber llevado a docenas de extranjeros ilegales desde Florida hasta Martha’s Vineyard, una isla de Massachusetts que suele atraer a los ricos y poderosos, incluidos los Obama, que poseen una finca allí.
Los inmigrantes ilegales merecen algo mejor «que ser dejados en las calles de D.C. o en las calles de Martha’s Vineyard», dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, en respuesta a una pregunta sobre las recientes acciones de los gobernadores.
Jean-Pierre alegó entonces que los gobernadores están «utilizando a los inmigrantes como peones políticos» y calificó el incidente de «imprudente» y «vergonzoso».
Durante semanas, Abbott ha enviado docenas de autobuses llenos de inmigrantes ilegales —que, según él, se apuntan voluntariamente al viaje— a Nueva York, Washington y Chicago. Altos funcionarios demócratas han denunciado la táctica e incluso han emitido declaraciones de emergencia.
Pero Abbott, DeSantis y otros republicanos afirman que las políticas de la Administración Biden sobre la inmigración ilegal están muy erradas y señalaron que después de que la Casa Blanca diera marcha atrás a las normas de inmigración de la era Trump, el número de extranjeros ilegales que cruzan la frontera se disparó.
Abbott, cuyo estado tiene una larga frontera con México, dijo que las comunidades fronterizas de Texas no pueden manejar la actual afluencia de personas que cruzan la frontera ilegalmente. Al enviarlos a las «ciudades santuario» gobernadas por los demócratas —llamadas así por su política de resistirse a cooperar con las autoridades federales de inmigración— Abbott ha argumentado que su objetivo es concienciar sobre el problema.
El gobernador de Arizona, Doug Ducey, también republicano, ha enviado a extranjeros ilegales en autobús a Washington y otras zonas. Los alcaldes de Washington, Nueva York y Chicago han alertado sobre la afluencia local, lo que ha provocado las críticas de los republicanos.
Un informe reciente publicado por la Federación para la Reforma de la Inmigración Americana, o FAIR, concluyó que unos 4.9 millones de extranjeros ilegales —o «el equivalente a toda la población de Irlanda»— cruzaron la frontera durante los primeros 18 meses de mandato del presidente Biden. El grupo afirmó que las políticas de Biden equivalen a un «sabotaje» de las leyes federales de inmigración, especialmente debido a la «incursión de narcóticos letales» que se trafican a través de la frontera.
No obstante, durante la sesión informativa del jueves, Jean-Pierre repitió los comentarios realizados por Harris en los últimos días sobre la frontera al declarar: «Estamos de acuerdo en que la frontera es segura».
«La frontera es segura, pero también tenemos un sistema de inmigración roto, en particular durante los últimos cuatro años antes de que llegáramos, y hay que arreglarlo», dijo Harris al presentador de la NBC Chuck Todd durante el pasado fin de semana. No detalló cómo la anterior administración estropeó el sistema.
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