Una jubilada de Texas de 66 años está celebrando no una sino dos proezas médicas después de vencer una hemorragia cerebral y el virus del PCCh.
En ambas ocasiones, Alvis Whitlow, una profesora de escuela retirada, solo tenía el 20 por ciento de probabilidad de sobrevivir.
A finales de marzo, la hija de Whitlow, Marranda Edwards, recibió una llamada de su tía de San Antonio. La tía de Edwards dijo que Whitlow tenía problemas para ir al baño sola. En ese momento notó que los días anteriores las llamadas de su madre habían sido cada vez menos frecuentes, y decidió hacer algo.
Edwards, asistente del director de una escuela, dejó su casa cerca de Atlanta, Georgia, para volar a San Antonio. Esta no era la primera vez que acudía apresuradamente al lado de su madre por una posible emergencia médica, reportó la Asociación Americana del Corazón.
En 2003, Whitlow fue trasladada de urgencia al hospital después de vomitar y sentirse mal en un salón de belleza. Cuando los paramédicos la examinaron, en ese entonces tenía 49 años de edad, su corazón dejó de latir. Whitlow fue resucitada con éxito, y los médicos del hospital le diagnosticaron una rotura de una aneurisma cerebral, una tipo de derrame cerebral, pero el pronóstico era preocupante. Los médicos le dijeron a Edwards que su madre solo tenía un 20 por ciento de posibilidades de sobrevivir a la cirugía. Sin embargo, Whitlow era una guerrera. Sobrevivió, e incluso volvió a trabajar como profesora hasta jubilarse.
Para la hija de Whitlow volar a San Antonio en marzo de 2020 fue una inquietante remembranza de tiempos pasados. Cuando llegó, encontró a su madre débil, tosiendo y sin aliento. Edwards llamó al 911, afirmando que lo supo inmediatamente: «Ella lo tiene. Tiene el coronavirus».
Al día siguiente, se confirmó el diagnóstico de Whitlow; le conectaron un respirador. El médico le recomendó a Edwards, una vez más, que se preparara para lo peor; Whitlow solo tenía un 20 por ciento de posibilidades de sobrevivir.
Los médicos intentaron quitarle el respirador a Whitlow en dos ocasiones, pero no podía respirar por sí misma, reportó la Asociación Americana del Corazón. Los médicos le dijeron a Edwards que le podían instalar un tubo de respiración, tal vez permanente, y trasladar a Whitlow a un centro de cuidados a largo plazo, o que podían mantenerla donde estaba, pero le quitaría el respirador en algún momento y no se lo volvería a conectar.
La preocupada hija se aferró a la oración y finalmente decidió el tubo de respiración. Whitlow fue transferida a un hospital donde podía ver y saludar a su hija por la ventana. Progresivamente le quitaron el respirador y Whitlow pronto pudo hablar con Edwards por teléfono. Whitlow pasó un total de 43 días en el hospital luchando contra el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), conocido como el nuevo coronavirus, 24 de los cuales los pasó con un respirador, reportó Fox San Antonio.
El 11 de mayo, Whitlow regresó a casa. La estoica abuela incluso rechazó la ayuda de una silla de ruedas para poder caminar directamente a los brazos extendidos de su hija. Su equipo médico estaba muy feliz y el momento quedó capturado en un video.
El 12 de mayo, un alegre desfile compuesto por más de 100 simpatizantes pasó frente a la casa de Whitlow en San Antonio para celebrar su regreso, y luego la abuela empacó sus cosas y se dirigió a Atlanta con Edwards.
Había un enorme letrero en el jardín de la familia Edwards, que decía «Eres una sobreviviente», y estaban los rostros sonrientes de sus nietos para recibirla a su llegada.
«Esto me hizo sentir muy bien», dijo Whitlow a la Asociación Americana del Corazón.
«Dios me bendijo por estar viva y tener a alguien aquí como Marranda para cuidarme. Sin ella, no sé qué habría hecho».
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