Una abuelita brasileña de 63 años, aprendió a leer sus primera palabras a través de las clases virtuales de su nieto durante la pandemia. La mujer mayor decidió seguir el curso y logró uno de sus mayores deseos.
Marlene Hinckel de 63 años de edad, originaria de Bom Retiro, en la sierra de Santa Catarina, vive actualmente en Florianópolis, Brasil. De niña, fue criada en el campo y aunque tenía un gran deseo de aprender a leer y escribir, las circunstancias en las que vivió le impidieron lograrlo.
«Vivíamos lejos de la ciudad. Mis padres creían que trabajar en el campo era más importante que estudiar, y por eso mis hermanos y yo nos criamos lejos de los libros y de cualquier posibilidad de ir a la escuela», recordó la mujer según Noticias Adventistas.
Ahora durante esta pandemia, la abuelita logró su sueño y aprendió a leer junto con su nieto Eduardo Hinckel Brito de 7 años de edad. Todo comenzó cuando Karina Hinckel, su hija y su nieto, comenzaron a ir a casa de la abuela para que el niño pudiera tomar sus clases en línea. Tras seguir el curso que tomaba su nieto llamado Super Lectores impartido por el Colegio Adventista de Florianópolis – Estreito (CAF-E), Hinckel logró leer sus primeras palabras y comenzar a leer diversos textos sencillos.
«Imagínate que yo también me entusiasmé con la idea de aprender, y empecé a ver las clases y a usar sus libros escolares para intentar leer […]”, dijo la abuelita según G1.
Aunque en el 2019 se inscribió en un curso de alfabetización para adultos mayores en la Educación para Jóvenes y Adultos (EJA), con la llegada de la pandemia, las clases se suspendieron.
«Me quedé en casa aislada, sin salir a ningún sitio y me deprimí mucho, porque antes de la pandemia asistía a la EJA», explicó.
Pero la vida suele dar muchas vueltas, y durante el cierre y el confinamiento, la nueva modalidad virtual para la enseñanza de los niños, favoreció a la abuelita brasileña. Los días viernes había un curso de lecto-escritura en el grupo de Eduardo, el cual impulsó de nuevo su deseo de aprender.
«Los viernes había un proyecto escolar en el que los niños leían textos que el profesor elegía y, por tanto, yo leía los textos y leía mejor cada día. Él aprendió pronto a leer y escribir; yo, en cambio, estoy intentando [escribir]», explicó la abuelita al mismo medio.
Henckel utilizó los folletos de religión de su nieto y los libros que vienen de la biblioteca para tener material para leer.
«Tengo mucho que aprender, pero hoy ya puedo leer las canciones y los versos que se utilizan en el servicio religioso. Para mí, ya lo considero un gran paso, además de poder comprar champú y acondicionador, porque créeme, muchas veces compraba mal porque no sabía leer la etiqueta y diferenciar uno de otro», añadió Hinckel.
Aunque las clases virtuales han finalizado, pues su nieto volvió a las clases presenciales este año, los logros que tuvo la abuelita fueron impresionantes. Ahora se siente más motivada para seguir estudiando en casa con la ayuda de su hija, y espera pronto poder retomar sus clases presenciales de alfabetización para adultos.
«Mi plan es seguir aprendiendo a leer. Es muy duro, me da inseguridad y a veces parece que olvido todo lo que he aprendido. Pero realmente quiero un día tomar un libro y leer sin necesitar que alguien me corrija. Leer y comprender, ese es el objetivo», señaló.
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