Además de adopción y acogimiento, los niños institucionalizados necesitan compasión

Por Verónica Alsina
09 de noviembre de 2023 7:12 PM Actualizado: 09 de noviembre de 2023 8:03 PM

La adopción es más que una figura jurídica. Además de dar por terminado el vínculo del niño o adolescente con su familia biológica, la adopción tiene implicancias amorosas, de compasión y de contención para la familia adoptante.

ABBA es una organización de Monterrey, Nuevo León que brinda asesoramiento y acompañamiento en el proceso de adopción y el acogimiento familiar. Su objetivo es el de informar y brindar talleres de modo presencial para que pueda crecer la cultura de la adopción.

«ABBA surge porque con mi esposo fuimos una familia de acogimiento. Comenzamos en el 2013», explicó Mónica Aguilar, directora de ABBA, en una entrevista con The Epoch Times México. El acogimiento familiar es una figura legal alternativa a la adopción que, en vez de ser permanente, es temporal.

«Nos propusimos para ser familia de acogimiento, fuimos aceptados y llegó una pequeña de 4 años en el 2014. Comenzamos a aprender sobre el tema y a ver en ella los cambios», continuó.

La pequeña había vivido en una institución, en una casa hogar, y eso le había dejado secuelas, pero al estar con ellos observaron «cambios en su piel, en su seguridad, en su forma de hablar, en su manera de relacionarse con otros». Esta convivencia implicó «retos en el aprendizaje y retos en su vinculación».

La niña no tenía un referente y «no tenía esa figura con quien protegerse», así que «se iba con cualquier persona», continuó. Tenía problemas en cómo vincularse porque las instituciones «afectan en el desarrollo», aseguró Aguilar.

Después de dos años de ir madurando este proceso, el esposo de Mónica Aguilar, Alejandro Cáceres Barajas —actual presidente de ABBA— empezó a trabajar en una organización para promover el acogimiento, pero la asociación sufrió un recorte de recursos que impidió que siguiera. Así que este matrimonio decidió fundar su propio espacio «como un llamado personal».

Foto de un encuentro informativo organizado por ABBA, adopción y acogimiento familiar. (Cortesía Mónica Aguilar)

En 2016 surgió ABBA, que significa ‘papito’, en arameo porque «quisimos hablar sobre la necesidad de paternidad de los niños», profundizó Aguilar.

Su objetivo es educar y acercar información a las personas que estén interesadas en la adopción. Al momento de su fundación eso era algo de lo que «normalmente no se hablaba». Aquel que quería adoptar debía investigar por su cuenta «pero la información no se encontraba facilmente».

ABBA también brinda acompañamiento y capacitación a las familias que reciben a los niños o adolescentes. «Tenemos grupos de padres por WhatsApp o grupos presenciales para que las familias puedan estar acompañadas», detalló.

Pero su reto va más allá de los niños mayores de 7 años de edad. También promueven la adopción de niños con discapacidades o grupos de hermanos, para que cualquiera de ellos pueda tener un espacio de contención familiar.

El poder de la familia

Aunque Aguilar conoce de primera mano que el tema de la adopción en México no es algo sencillo y tiene sus complejidades, enfatiza que los niños adoptados pueden tener grandes mejorías al desarrollarse en el núcleo de una familia.

«Creemos que las heridas que se causan en la familia pueden ser sanadas en familia», señaló la directora de ABBA y agregó: «Creemos en el fortalecimiento de la familia».

«Yo no pude estar para la mamá de mi hija cuando era una niña, yo no pude cuidarla, yo no pude estar ahí, pero hoy puedo estar», consideró Aguilar, que siete años después de ser familia de acogimiento a una niña, finalmente pudieron adoptarla.

«El acogimiento previene, la adopción previene, da nuevas oportunidades para que los niños tengan una mejor forma de de vida», explicó.

Al trabajar con casos difíciles de niños que han sido maltratados y posteriormente verlos florecer, reafirma su convicción de «que el amor y estar bien informado puede hacer milagros en la vida de un niño. No importa lo que haya pasado. No es fácil, la verdad, (…) pero es posible».

Imagen ilustrativa de una familia. «Creemos que las heridas que se causan en la familia pueden ser sanadas en familia», señaló la directora de ABBA. (Pexels/ Caleb Oquendo)

Historias de esperanza

Mónica Aguilar compartió historias luminosas, de esas por las que justamente trabajan.

La primera que relató fue la de una mujer que trabajaba en una casa hogar de la Ciudad de México, donde llegó una beba recién nacida que debió cuidar, pero al tiempo esa casa hogar cerró y la mujer se debió despedir de todos los niños, incluída la bebé.

Seis años después esta mujer decidió adoptar y preguntó por aquella niña que había cuidado. Para su sorpresa, aún seguía institucionalizada. Le informaron que a los tres años le habían  «detectado ‘discapacidad’. Y lo pongo entre comillas porque al no ser estimulado un bebé adecuadamente va a tener muchas carencias», explicó Aguilar.

Pese a las advertencias, esta mujer solicitó la adopción de la niña, que para ese entonces ya tenía siete años. «¿Segura?», le preguntaron las autoridades, «es una niña que tiene una discapacidad fuerte». Al «descubrirle esta discapacidad», continuó relatando Aguilar,  la habían puesto en una casa hogar para niños con discapacidades. Al año de adopción, se descubrió que la niña imitaba lo que hacían los otros niños y, después de haberla estimulado correctamente, su cociente intelectual pasó de 40 a 80 puntos.

Otro caso fue el de un niño que comía por sonda, usaba pañal, no hablaba y supuestamente tenía parálisis cerebral. La familia que recibió a este niño, ya tenía tres hijos adolescentes.

Los cambios positivos fueron muy rápidos. A la semana, al niño le quitaron la sonda y «empieza a usar andador, zapatos ortopédicos», contó Aguilar. A los 4 meses ya caminaba y «cuando yo lo conozco, a los 8 meses, el niño corría», siguió relatando entusiasmada. «Él usaba lentes, zapatos ortopédicos, ¡el niño hablaba, veía, corría!» y «estaba en la escuela, aprendiendo en casa», pese al diagnóstico de «parálisis cerebral» que lo llevaría a permanecer postrado para siempre.

«Se descubrió que le daban tantos medicamentos que básicamente el niño estaba drogado, dormido y babeaba y no tenía fuerza muscular porque no ejercitaba (…) Pero en ocho meses ese niño, después de sacarle los medicamentos, floreció», explicó.

Otra experiencia más, fue la de una familia de acogimiento, que recibió a una niña de nueve años, cuyo carácter era «muy fuerte» y «muy dominante». Su caso fue difícil, reconoció, pero lograron entre todos atravesar la adversidad y «se convirtió en una señorita de 18 años» que está estudiando licenciatura en música.

Cuando llegó «no tenía nada de expectativas escolares. A ella no le importaba sacar un tres, un dos, no le importaba. Y empezó a estudiar música y por medio de la música se empezó a destacar».

«Primero fortalecieron un gusto de la niña, que fue la música, y al ver potenciar sus habilidades empezó a mejorar en la escuela a tal grado que hasta ayudaba a sus compañeros; y hoy está en una de las escuelas nacionales más importantes de de música», relató.

Mónica Aguilar, directora de ABBA, explica a la audiencia sobre los desafíos de la adopción y el acogimiento familiar. (Cortesía Mónica Aguilar)

El problema de la institucionalización

ABBA también intenta concientizar sobre el tema de la institucionalización.

«Generalmente cuando pensamos en adopción, pensamos en bebés. La realidad en, prácticamente todo el mundo, es que el número de bebés que pueden adoptarse es muy baja. La gran mayoría son niños mayores de 7 años», aclaró.

Es por eso que iniciaron ABBA: «para hablar a favor de la adopción de los niños que están esperando en una institución, en una casa hogar, para que pudieran ejercer su derecho a vivir en familia».

Hay «un gran impacto en la vida de los niños que permanecen en la institución», remarcó Aguilar. Después de pasar por las casas hogares, el niño llega con mucho estrés, quizás «no duerme, se corta, se esconde debajo de la cama o tiene pesadillas. Ese estrés tarda en salir hasta seis años del cuerpo y muchos papás [adoptivos] no entienden».

ABBA aborda el tema de la instucionalización a través de las investigaciones del Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest (BEIP, por sus siglas en inglés), que ha ido examinando los efectos corrosivos en el cerebro y el comportamiento de los niños producto de la institucionalización temprana.

Los resultados de estas investigaciones, explicó Aguilar, dieron cuenta «que los niños que se fueron a vivir a una familia de acogimiento, con un cuidado amoroso, protector, pudieron desarrollarse prácticamente como un buen ciudadano —la mayoría de ellos—, y ejercer una vida de contribución a la sociedad».

«Pero aquellos niños que se quedaron en la casa hogar, al salir, su expectativa de vida fue de 22 años; la mayoría de ellos se involucró con las drogas, con la prostitución, o desarrollaron enfermedades psiquiátricas muy fuertes», agregó.

El proceso de adopción

Así que, la adopción es más que una figura jurídica. La adopción tiene implicancias amorosas y de contención para la familia adoptante.

El acogimiento familiar, por su parte, también es un tipo de cuidado de una familia sin relación de parentesco, con el fin de contener al niño o adolescente por determinado período de tiempo. Aunque este programa de acogimiento, aclaró Aguilar, no está activo en todos los estados, a pesar de que «esta figura se está promoviendo desde el 2018».

Si bien puede haber diferencias entre los estados del país, para iniciar una adopción o postularse para el acogimiento familiar se deben cumplir ciertos requisitos, como tener determinada edad o tener suficientes medios para garantizar los resguardos del niño o adolescente.

Es importante el trabajo del equipo técnico de profesionales, por lo general un trabajador social y un psicólogo, que va a evaluar a los postulantes que quieran adoptar o quieran ser familias de acogimiento. A través de varias sesiones, este equipo va a estudiar las condiciones de la familia, desde lo material, hasta cuestiones psicológicas.

Sin embargo, Mónica Aguilar remarcó que todos aquellos que se acercan para adoptar o ser familia de acogimiento, lo primero que tienen que definir es «qué es lo que se quiere cuando se quiere ayudar a un niño».

Pues no es lo mismo querer adoptar, que ser voluntario en una casa hogar o en una organización o postularse como una familia de acogimiento. Los desafíos a afrontar son grandes y la responsabilidad también.

Para la directora de ABBA es muy importante señalar que estos niños «son niños sobrevivientes, son niños que han sobrevivido el maltrato la negligencia, la explotación, el abuso, la institucionalización, entonces van a tener secuelas», recalcó.

Por estos motivos ABBA trabaja en conjunto con otras organizaciones y tiene «mucha relación con las iglesias», para aunar esfuerzos y que la gente «se entere, conozca, porque la idea es formar una cultura en el país del tema. No solo es para aquellos que quieren adoptar sepan y conozcan, sino en general; que la población conozca sobre este tema para que se favorezca más a los niños que están esperando», explicó.

ABBA también se vincula con otras instituciones que ayudan a las mujeres desde el embarazo. «Y nos dicen que prácticamente el 90% —o más— de las mujeres que ellas reciben se quedan con sus hijos», no eligen al aborto, detalla Aguilar. Al estar solas, puede que no vean salida, «pero si hay una persona o una institución que ayude», todo puede cambiar.

Por supuesto, aclara que si hay mujeres que no pueden tener a su bebé, no lo pueden cuidar, «siempre está la oportunidad de la adopción. Una oportunidad que puede brindar esperanza a ese niño que está por nacer».

Foto grupal durante la gira de ABBA, este 27 y 28 de octubre. (Cortesía Mónica Aguilar)

Ley nacional, una asignatura pendiente

En México existe la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de México, que promueve y reconoce «a niñas, niños y adolescentes como titulares de derechos y garantizar el pleno ejercicio, respeto, protección y promoción de sus derechos humanos». En esta Ley «entran algunos apartados que hablan sobre adopción, que hablan sobre acogimiento, pero no hay una ley nacional», observó la fundadora de ABBA.

«Hay algunos estados como Veracruz, Michoacán, que tienen una ley en sus estados sobre el tema. Pero el resto de los estados, la mayoría, solo se se rige por medio de un código civil», siguió. Si bien no suele haber grandes diferencias entre los estados, cada administración que llega «pone un equipo nuevo», que implican ajustes y modificaciones sobre esos procedimientos.

Por mientras tanto, ABBA continua su labor. Actualmente se encuentran en una gira por México, para continuar la concientización sobre la adopción. Su gira comenzó el 29 de septiembre y piensan terminarla el 22 de noviembre.

«Es la primera vez que lo hacemos después de la pandemia», contó Mónica Aguilar. Desde el norte del país, han ido bajando hasta el centro, pasaron por San Luis Potosí, Pachuca, Puebla, Querétaro y los espera Guadalajara, la última parada oficial. Solían hacerlo una vez por año y ahora han retomado los viajes, siendo esta su quinta gira.


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