Cómo un adolescente ganó 1800 dólares por evitar 6 años las redes sociales

Por The Epoch Times
11 de julio de 2024 2:30 PM Actualizado: 11 de julio de 2024 2:30 PM

En una era donde la adicción a la tecnología entre niños y adolescentes se ha convertido en una preocupación creciente, una historia inspiradora emerge desde el corazón de Minnesota, Estados Unidos. Esta experiencia no solo desafía nuestras percepciones sobre la relación de los jóvenes con las redes sociales, sino que también ofrece una perspectiva refrescante sobre cómo abordar este problema moderno.

Lorna Goldstrand Klefsaas, una madre de 52 años y agente de viajes de Motley, Minnesota, decidió tomar cartas en el asunto cuando su hijo Sivert cumplió 12 años. Preocupada por los efectos nocivos que el abuso de internet tiene en los menores, la Sra. Klefsaas lanzó un desafío que cambiaría la vida de su hijo: le ofreció 1800 dólares si lograba mantenerse alejado de las redes sociales hasta cumplir 18 años.

«Solo quería mantener a Sivert alejado de las redes sociales todo el tiempo que pudiera», confesó la Sra. Klefsaas a The Epoch Times, revelando la motivación detrás de su inusual propuesta.

Sivert. (Cortesía de Lorna Klefsaas)

El reto, bautizado como «18 por 18», fue inspirado por una iniciativa similar que la Sra. Klefsaas había escuchado en la radio llamada «16 por 16». Sin embargo, esta madre decidió elevar la apuesta, añadiendo dos años más al desafío y 200 dólares extra a la recompensa.

Lo que comenzó como una propuesta casual en la cocina de su hogar se convirtió en un experimento social de seis años que nos invita a reflexionar sobre nuestros hábitos digitales y el impacto de las redes sociales en el desarrollo de nuestros jóvenes.

Sivert, cuando cumplió 18 años y cursaba su último año en el instituto Staples-Motley, recordó cuando su mamá le hizo la propuesta: «¡Acepté porque era mucho dinero! Probablemente no había tenido más de 10 dólares en mi vida. Así que 1800 dólares me parecieron una fortuna».

A medida que pasaban los años, el desafío se volvió más complejo. Sivert se enfrentó a dificultades sociales, especialmente al conocer gente nueva. «Era especialmente difícil cuando conocía a gente nueva. Todos me preguntaban por mi SnapChat. Cuando les decía que no tenía, no sabían de qué otra forma podían estar en contacto conmigo», explica.

Sin embargo, lo que comenzó como una motivación puramente financiera se transformó en una cuestión de orgullo y determinación. «No quería rendirme cuando ya llevaba 4 o 5 años sin hacerlo. Realmente solo quería ganar», confesó Sivert.

Sivert y Lorna. (Cortesía de Lorna Klefsaas)

La mamá de Sivert, observó cambios notables en su hijo durante estos seis años. «Ha invertido su tiempo en convertirse en el mejor estudiante de secundaria que puede ser, y ha dado sus frutos. También creo que le ha proporcionado unas habilidades tremendas ‘en persona'», compartió orgullosa.

El impacto de este experimento social fue más allá de lo académico. Sivert desarrolló habilidades sociales sólidas, destacando en deportes y manteniendo conversaciones significativas cara a cara. «Es un buen conversador, hace contacto visual y se compromete con la gente que le rodea», añadió la Sra. Klefsaas.

La familia Klefsaas. (Cortesía de Lorna Klefsaas)

Los logros de Sivert hablan por sí solos: se convirtió en el primero de su clase, anotó más de 1000 puntos en baloncesto y corrió más de 2000 yardas en su carrera de fútbol. Estos éxitos plantean una pregunta intrigante: ¿cuánto de esto se debe a su abstinencia de las redes sociales?

Finalmente, 6 años después, Sivert recibió su recompensa. Aunque 1800 dólares ya no parecían la fortuna que imaginaba a los 12 años, el verdadero premio fue el orgullo de haber cumplido su objetivo. «Los dos nos reímos porque sabíamos que no era ni de lejos la cantidad de dinero que yo pensaba cuando tenía 12 años. Pero sobre todo me sentí orgulloso de mí mismo», aseguró el jovencito.

Sivert en su 18º cumpleaños (Cortesía de Lorna Klefsaas)

Tras completar el desafío, Sivert decidió dar sus primeros pasos en el mundo de las redes sociales, creando perfiles en Instagram y Snapchat. Su mensaje inicial: «Soy nuevo aquí, sea amable conmigo», refleja una madurez y consciencia que muchos usuarios veteranos podrían envidiar.

La experiencia de Sivert nos invita a repensar nuestra relación con la tecnología y las redes sociales. En un mundo donde la conectividad digital es omnipresente, esta historia nos recuerda el valor del tiempo desconectado, las interacciones cara a cara y el enfoque en el desarrollo personal.

La Sra. Klefsaas confía en que la experiencia equipó a su hijo con herramientas valiosas para navegar el mundo digital de manera saludable. «Sé que no permitirá que las redes sociales dicten cómo se siente sobre sí mismo o su valía», afirmó.

(Cortesía de Lorna Klefsaas)

Sin dudas, no solo es un testimonio del poder de la determinación y el apoyo familiar, sino también un llamado a la acción para padres y educadores. Nos desafía a considerar enfoques creativos para abordar la adicción tecnológica entre los jóvenes y a valorar el equilibrio entre el mundo digital y el real.

¿Podría el experimento de Sivert inspirar a más familias a replantearse su relación con las redes sociales? ¿Qué pasaría si más adolescentes tuvieran la oportunidad de experimentar la vida sin la presión constante de la conectividad digital?

Al compartir esta historia, no solo celebramos el logro de Sivert, sino que también abrimos un diálogo crucial sobre el papel de la tecnología en nuestras vidas. Es un recordatorio de que, a veces, los mayores crecimientos personales ocurren cuando nos desconectamos para reconectarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.

Con información de EFE y E. S. Armstrong.


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