Una joven pareja de Nevada se convirtió en el centro de atención mundial cuando decidieron casarse, sabiendo que su tiempo juntos sería breve. Ella, una valiente adolescente luchando contra un cáncer cerebral terminal; él, su mejor amigo y amor de su vida. Su historia, aunque trágicamente corta, continúa inspirando y recordándonos el valor de cada momento vivido con amor.
Diagnosticada con ependimoma, una forma agresiva de cáncer cerebral, a la tierna edad de dos años, Samantha Clark luchó incansablemente contra la enfermedad durante toda su vida. A pesar de enfrentar más de 200 rondas de radioterapia, innumerables cirugías y años de tratamientos invasivos, Samantha nunca perdió su espíritu luchador ni su deseo de vivir plenamente cada momento.
Pero en agosto de 2022, Samantha, con solo 17 años, dio un paso que conmovió a todos los que la conocían: se casó con su mejor amigo y amor de su vida, Brayden Gottfried, de 18 años. En una ceremonia emotiva a la que asistieron 500 amigos y familiares, la pareja selló su amor en un rancho, creando recuerdos que perdurarían para siempre.
«Brayden siempre ha sido una luz muy brillante en mi vida», dijo Samantha a The Epoch Times. «Antes de que empezáramos a salir, le conté todo lo que había pasado y que siempre existía la posibilidad de volver. A los dos meses de nuestra relación fue cuando recaí».
Sin embargo, a pesar de las circunstancias, Gottfried se quedó.
«Ni siquiera nos habíamos dicho ‘te quiero’, ni nos habíamos besado todavía, cuando le dije que mi cáncer había vuelto», dijo Samantha. «No lo culparía si se marchara o no se sintiera cómodo y quisiera limitarse a ser un amigo y no continuar nuestra relación más allá porque iba a ser mucho… [pero] dijo: ‘No, estoy aquí, quiero estar aquí'».
«Intenté centrarme en lo positivo, porque ha habido mucho negativo en su vida», dijo Gottfried.
Durante la pandemia, mientras Samantha estaba con su madre —su cuidadora— en Salt Lake City y acudía regularmente a la radioterapia, a la cirugía y a otros tratamientos, Gottfried chateaba por video con ella todas las noches.
La joven pareja había hablado de matrimonio desde el principio de su relación. Cuando Samantha recibió su diagnóstico terminal, ya llevaban dos años saliendo juntos.
«Ninguno de los dos podía soportar la idea de no poder hacer lo que siempre habíamos querido hacer. Queríamos casarnos, y queríamos experimentar lo que era vivir el uno con el otro, y todas esas cosas, aunque no pudiéramos envejecer juntos», dijo Brayden.
La pareja buscó la bendición de sus familias, Gottfried le propuso matrimonio y, finalmente, se casaron.
«El matrimonio es… aprender aún más la personalidad del otro, nuestras peculiaridades», sostuvo Gottfried. «Significa que podemos pasar todo el tiempo que podamos juntos. Tengo que ayudarla a ella y a su familia; estoy aprendiendo a cuidarla, a ser una buena persona para ella y a ayudarla en todo lo que pueda».
La pareja pasó su luna de miel en Maui, uno de los lugares favoritos de Samantha, y la madre y el novio de Samantha se alojaron en un hotel cercano para ayudar a cuidarla.
Hacer que cada momento cuente
De niña, Samantha pasó años entrando y saliendo del hospital para recibir quimioterapia, más de 200 rondas de radioterapia, cirugías invasivas y otros programas de tratamiento. A lo largo de todo ello, contó con el apoyo incondicional de su madre y sus abuelos, pero por desgracia, su padre era «muy abusivo emocional y físicamente». Durante este tiempo, Gottfried se convirtió en una roca tanto para ella como para su familia. Se aseguró de que Samantha lidiara con todas sus emociones y de que le fuera bien.
«Hice ocho años de fisioterapia intensiva. Me perdí mucho de la escuela. Me perdí gran parte de mi infancia… el mayor descanso que tuve entre mis tratamientos fue de tres años y medio», dijo Samantha.
Sin embargo, incluso cuando no estaba haciendo tratamientos, cada tres o seis meses Samantha tenía que hacerse resonancias magnéticas, escáneres PET, TPS y análisis de sangre para asegurarse de que el cáncer no volvía a aparecer.
A pesar de todo eso, se las arregló para hacer rodeo en el instituto, estuvo en una carrera de barriles, ha sido reina del rodeo, jugó al softball durante años y ha hecho gimnasia, acrobacias y ha sido animadora.
«Siempre que tuve la oportunidad de ser una niña y no tener que preocuparme por el cáncer, la aproveché al máximo e hice que cada momento contara», aseguró.
Sin embargo, las cosas cambiaron cuando sus síntomas empeoraron incluyendo neuropatía grave, fatiga, náuseas, hinchazón de la cara y falta de aliento. Con solo un pulmón funcionando llegó a dormir unas 18 horas al día, teniendo que tomar medicamentos para la retención de líquidos y el dolor.
También había comenzado a perder la memoria.
«A veces me despierto y no sé dónde estoy, o mi madre o Brayden me dirán algo, y unos minutos más tarde haré la misma pregunta, porque lo he olvidado», dijo. «Eso se debe a los tumores… que ejercen presión sobre mi cerebro».
Una voz y una luz
Samantha siempre ha querido crear un impacto en el mundo, ya sea en persona o en las redes sociales.
El primero de sus videos que se hizo viral fue un montaje de «un día en la vida», en el que mostraba lo que ella enfrenta en su día a día.
Todo el mundo tiene preguntas, dijo Samantha, ya sea sobre sus síntomas, sus cicatrices o su pronóstico. Ella ha optado por responder a estas preguntas compartiendo su viaje por el cáncer en videos crudos y reales.
La adolescente veía el potencial de su plataforma para cambiar las condiciones de otros pacientes de cáncer: «Todo el mundo parece muy solidario, quiere saber más y aprender más… es un tema muy delicado, la gente no se siente cómoda haciendo la mayoría de las preguntas… si vamos a ser capaces de obtener la atención y la financiación que merecemos… es necesario hablar de ello», apuntó.
Samantha tenía muchos sueños y una amplia lista de deseos que sabía que ya no podría cumplir. No obstante, hasta el último momento siguió matriculada en el instituto Spring Creek de Elko, y decía: «Si sigo viva, me graduaré con el resto de mi clase». Mientras tanto, Gottfried se graduó en el instituto de Elko y tiene previsto estudiar biología en la universidad para dedicarse a la medicina.
Samantha también sabía que tenía a su marido a su lado hasta el final. «Realmente me ha mostrado lo que significa el verdadero amor, y cuánto amor puede tener una persona por otra», aseguró.
«Todo lo que se siente como un hogar para mí está aquí», dijo a The Epoch Times. «Hay enfermeras y médicos que vienen a verme siempre que lo necesito… todo lo que podemos hacer ahora es realmente mantenerme cómoda, y asegurarnos de que tengo el menor dolor posible, y de que me siento lo mejor posible».
(Cortesía de Samantha Clark)
«Intento señalar el hecho de que estamos aquí, que estamos juntos. Intento mostrarle que cuenta con mi amor, y con su familia que la quiere, y que siempre tendrá a alguien a su lado, sin importar la hora o el día», dijo el joven.
Lamentablemente, luego de que el ependimoma terminal se extendiera a la mandíbula, el cuello, las axilas y las rodillas, el 18 de enero de 2023, Samantha falleció a la edad de 18 años, dejando un legado de amor, coraje y esperanza que continúa inspirando a millones en todo el mundo. Aunque su tiempo en la tierra fue breve, el estoicismo de esta pareja perdurará dejó una huella de por vida.
La vida de Samantha nos recuerda que, incluso frente a los desafíos más grandes, el amor puede triunfar y dar sentido a cada momento. Su valentía al compartir su viaje ha arrojado luz sobre la realidad del cáncer infantil y ha inspirado a otros a vivir con propósito y amor incondicional.
Mientras Brayden y la familia de Samantha continúan honrando su memoria, su historia sigue tocando corazones y cambiando vidas, demostrando que el poder del amor trasciende incluso a la muerte.
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