Un anciano que durante 30 años trabajó en un quiosco de periódicos en Buenos Aires, Argentina, de repente lo perdió todo a causa de un incendio. Cuando sus vecinos, muchos de ellos desconocidos para él, se enteraron del desastre, se reunieron para tomar acción y hacer todo para que vuelva a empezar.
Diego Carlos de Viana o “Didi”, como se le conoce en su vecindario, tiene 75 años y sigue al frente de su quiosco de periódicos en Buenos Aires. Su cotidiano trabajo que desde joven ha consistido en repartir y vender periódicos y revistas en la calle, abruptamente fue interrumpido cuando un incendio acabó con su puesto y con todo su material de trabajo.
“Vi lo que pasó y llamé a mi hijo”, le dijo Didi al Clarín, recordando aquel día del incendio a principios de este mes, cuando en su recorrido de reparto habitual pasó frente al quiosco y lo vio ardiendo en llamas.
“Limpiamos todo el día. Estaba realmente afectado, no podía creerlo”, relató el anciano voceador que se sintió abatido por su gran pérdida, su sustento y uno de sus motivos para vivir. “Pensé en aflojar”, le dijo Didi a Clarín.
Conocido y querido por sus clientes, compañeros y vecinos que durante décadas lo vieron repartiendo periódico casa por casa sin importar el clima, la tragedia del anciano no pasó desapercibida. Cuando se enteraron del incendio, decidieron ayudarlo.
Y la ayuda le llegó de diferentes formas. Los trabajadores de su sindicato le dieron un nuevo quiosco. Sus colegas le dieron dinero y también una escuela organizó una colecta.
“Es muy trabajador y pensamos que no se merece lo que le pasó, así que decidimos darle una mano con los papás del colegio con lo que cada uno podía”, dijo el padre de un alumno que cooperó para ayudar al anciano trabajador.
“’Didi’ trabaja acá desde hace más de 50 años”, comentó Analía Gabriela Lico, una vecina que organizó la cooperación para Didi.
“Nunca esperé recibir tanto cariño de gente que ni conozco”, dijo con emoción el incansable diariero. La ayuda que le dieron lo reanimó para continuar viviendo y para reanudar su trabajo: “Ellos me dieron el aliento y la fuerza para seguir”.
“Es una persona muy tierna, parece mi abuelo y me llegó al corazón. Cuando lo ves, te das cuenta de que es un hombre que sufrió mucho y es admirable que a su edad tenga ganas de seguir en el rubro”, agregó Analía.
“Lo conozco hace unos 17 años, es muy querido en el barrio”, dijo a su vez Lorena Troncoso, otra vecina del barrio. “Siempre anda en bicicleta, es muy activo; así se ganó el cariño de la gente”, comentó sobre la vitalidad del anciano.
Como resultado de esta tragedia y de la gran ayuda que recibió para recuperarse, Didi reflexionó sobre su vida entera vendiendo periódicos y su situación actual: “Sostuve a mi familia, hice estudiar a mis hijos, compré mi casa, mi auto, hice la vida de una persona de clase media; todo gracias a los diarios”.
“Uno está físicamente cansado, pero los diarios me dieron más satisfacciones que insatisfacciones».
Como reza el dicho: «al que madruga Dios lo ayuda», y Didi reparte sus diarios desde las 4 a las 9 de la mañana y luego a seguir trabajando,
Afortunadamente, gracias a la solidaridad de todos, Didi seguirá montando su bicicleta cada mañana para llevar las buenas noticias a cada casa.
Sin duda, un hombre ejemplar que agradece lo que el destino le deparó y la oportunidad de continuar haciendo lo que ama en la vida.
Un hombre pudo ver los colores gracias a un regalo de un compañero de trabajo
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