Esta modesta bisabuela de Colorado Springs en realidad tiene una ardiente vena patriótica inculcada, que ha expresado en su arte, pintando al 45º presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump.
Aunque tiene 88 años y en su tiempo libre se dedica a pintar acuarelas de sus nietos, bajo ese exterior amable se esconde un apasionado amor por la patria en su corazón.
Casi tan apasionada por la política como por el arte, Florence Delaney combinó recientemente las dos cosas pintando un retrato al óleo con calidad de archivo del expresidente.
Esta atrevida obra artística y política podría recordarnos al pintor viral de Trump, Jon McNaughton, con su aire populista y folclórico que aspira al calibre clásico.
Su amor por el expresidente Trump comenzó cuando lo escuchó hablar durante su primera campaña.
«El mensaje del presidente Trump resonó en mi corazón tan profundamente que vi una esperanza renovada para Estados Unidos en el presidente Trump», dijo a The Epoch Times. «Su amor por el país realmente se destacó».
«Su mensaje fue diferente a las acciones de los funcionarios electos que prometen proteger y hacer un Estados Unidos más fuerte pero nunca cumplen sus promesas».
Dijo que las políticas de Trump crearon una «Estados Unidos fuerte y próspero», anteponiendo las necesidades de sus ciudadanos a las de otros en otros países.
«Decidí que podía pintar un retrato del presidente Trump que proyectara el gran líder que es para Estados Unidos», dijo.
Florence comenzó a investigar. Tomó cientos de fotografías de Trump en la televisión y en dos de sus discursos en Colorado Springs, donde aprendió de memoria «sus gestos, su estilo y su presencia para captar su verdadera personalidad», dijo la artista.
La pintora investigó otros retratos oficiales de la Casa Blanca, incluidos los de anteriores presidentes, y estudió el retrato oficial del Estado de Colorado del presidente Trump.
Luego, seleccionó un lienzo belga de calidad de archivo de 20 por 24 pulgadas para pintar al óleo su retrato, que espera presentar algún día junto a Melania, acompañados por sus cinco hijos.
Admite que esto puede ser tan solo una «ilusión».
A Florence, nacida durante la Gran Depresión, le inculcaron el patriotismo desde pequeña gracias a su trabajo en la granja donde creció en Dakota del Norte.
«Desde muy joven, trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer junto a mis padres y mis ocho hermanos cultivando trigo y criando ganado», explica.
«En esos años difíciles en los que crecí en la granja, desarrollé una fuerte ética de trabajo, un sentido perdurable de responsabilidad y un compromiso inquebrantable con la familia y el país».
«Soy una patriota».
Sin embargo, a diferencia de Jon McNaughton, Florence aún no se ha establecido como una reconocida pintora patriótica de Estados Unidos.
Hasta ahora, su portafolio consiste en acuarelas y óleos de sus hijos y nietos, flores brillantes y paisajes que inspiran su imaginación. Una de sus obras más impresionantes, titulada «Los Pucheros de Michelle», retrata a su nieta, utilizando el color para crear tonos de luz y sombra, y detalles intrincados para expresar el delicado encaje del sombrero.
«Mi hija, Mona, dice que pinto con tanto detalle que mis cuadros son ejemplos de cómo lo ordinario se convierte en extraordinario», dice Florence.
A Florence le encantaba dibujar y pintar cuando iba al colegio, pero dejó de hacerlo cuando se convirtió en madre; formar una familia es uno de los logros de los que se siente más orgullosa, dice, además de dirigir sus negocios.
Cuando sus hijos se fueron al mundo uno por uno, el síndrome del nido vacío la llevó a retomar la pintura. Pronto empezó a asistir a clases de acuarela y se aventuró a pintar al óleo.
Con el tiempo, llegó a dar clases de acuarela para principiantes, aunque se considera una aficionada. «Siempre he pintado por el placer de hacerlo y por el amor a mi familia y amigos», añade.
Florence está dispuesta a compartir más sobre su patriotismo e invita a nuestros lectores a contactarla en [email protected]
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