Una artista japonesa, motivada por su amor a las películas, los dramas y la cultura del anime, ha labrado una carrera única transformando viejas cajas de cartón en increíbles esculturas.
Monami Ohno, de 29 años, nació en la prefectura de Wakayama y ahora vive en Tokio. Se graduó en la Universidad de Artes de Osaka y estudió animación. Monami, que adoptó como apodo «Cardboard Girl» en los últimos años, también es totalmente autodidacta en el arte del cartón.
Para Monami, todo comenzó como un pasatiempo ecológico y de bajo costo en el verano de 2011. Al poco tiempo, se terminó interesando por este versátil material.
«Hoy en día, mis obras de cartón se utilizan en anuncios publicitarios y a veces se consideran arte», explicó Monami a The Epoch Times. «Veo películas, dramas, anime, libros, internet y tiendas para inspirarme».
Usualmente Monami crea sus obras sobre los motivos que le gustan, y añadió: «Puedo decidir el tamaño libremente, así que hago lo que me gusta de la manera que quiero».
Considerando su obra como una forma de arte pop, hasta la fecha Monami ha realizado unas 200 esculturas de cartón. Sus piezas varían en temática, desde personajes de películas reconocidas hasta vehículos, zapatos, pistolas, robots y representaciones realistas de comida y bebida.
«Siento una enorme simpatía por la fragilidad del cartón y se puede reutilizar, para envolver y proteger cosas valiosas», explicó la artista, «así que cuando creo mis obras, pienso en las características del material de cartón para expresar cualidades similares a las del cartón».
Monami —que utiliza tijeras, un cúter, una regla, pegamento y cinta adhesiva para crear sus obras maestras— deja intacto el color natural, la sección transversal y la textura de la superficie del cartón para resaltar la belleza de este material «temporal».
Monami puede tardar 10 días en terminar una escultura tosca de 10 centímetros cúbicos, mientras que una escultura precisa de 60 centímetros cúbicos puede tardar tres meses.
Sin embargo, con el paso del tiempo, sus obras son cada vez más detalladas.
«Cada vez me desafío a mí misma para ver cuánto puedo hacer», dice. «Mi trabajo previo siempre es mi rival».
Si alguna vez Monami se siente agobiada por las ideas, sale a dar un paseo. Si caminar no ayuda, pone su trabajo en pausa y duerme, permitiendo que se aclaren sus pensamientos.
En 2018, Monami hizo una réplica de la portada del primer volumen de la serie de cómics «Akira», un proyecto que aún está entre sus favoritos a pesar de trabajar «con tanteos» para lograr la inmensa profundidad de la imagen original.
Tres años después, emprendió la realización de un soldado robot de la película del director Hayao Miyazaki, «Laputa: El castillo en el cielo», que le tomó tres meses. El motivo era el mismo que el soldado robot que sobresale del tejado del Museo Ghibli en Mitaka, en los suburbios de Tokio, y ha sido uno de los personajes favoritos de Monami desde que tiene uso de razón.
La pasión por la animación que alimentó a la artista de niña es la misma que la impulsa hoy en día. Sin embargo, admite que lo más difícil para ella es encontrar un equilibrio entre «técnica» y «sentimiento», y saber cuándo detenerse.
Monami, que realiza exposiciones periódicas e individuales, comparte su trabajo en Instagram y Facebook. Recibe encargos de anunciantes que observan constantemente su trabajo, lo que le permite dedicarse a lo que más le gusta.
Respecto a lo que la motiva y empuja a seguir adelante, Monami considera que «asumir retos lleva al crecimiento personal».
«En mi caso, ha sido crear obras de arte (…) cuando miro atrás, puedo verme creciendo, aunque sea poco», dijo a The Epoch Times.
«No hay que tener miedo al arrepentimiento», dijo, «sea cual sea».
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