Harold Palmquist, de 48 años, un veterano de la Fuerza Aérea de EE. UU. ha pasado por momentos difíciles, al igual que muchos otros veteranos. Un día, Harold Palmquist se detuvo en un refugio para indigentes en Phoenix, Arizona, para pasar la noche y comer algo. Pero la respuesta del personal del refugió resonó en sus oídos.
Todo comenzó con un “no”. Las resonantes palabras que decían: ”No, no puede quedarse aquí con su perro”.
Es triste que los veteranos de este mundo se encuentren sin hogar, pero ¿qué es aún más triste? Que vaguen con sus mascotas.
Afortunadamente un grupos sin ánimo de lucro ayudó a Harold y abrió un lugar para su perrita Daisy.
La organización «Veteranos y Sus Mascotas» cuidó a Daisy. La alimentaron, le dieron un lugar para dormir y hasta la pusieron al día con sus vacunas.
Michael West, presidente de «Veteranos y Sus Mascotas», afirma: ”Estas personas prefieren quedarse en la calle porque [el Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos] por ley no puede mantener al perro de un veterano. A menudo su animal es la única apariencia de normalidad y familia que les queda”.
La falta de cuidado para las mascotas de los veteranos militares dificulta el cuidado del veterano. El animal permite que el veterano —que puede sufrir de PTSD (trastorno de estrés postraumático), o de culpabilidad de sobreviviente u otros problemas de salud mental— tenga una sensación de normalidad en el mundo.
Después de esta experiencia, Harold decidió hacer algo y empezó a recorrer Estados Unidos en bicicleta.
El objetivo de esta excursión fue dar a conocer que los veteranos que se han quedado sin hogar y no pueden encontrar ayuda, es un problema creciente. Además, Harold realmente quiere expresar su gratitud a la organización en Phoenix que lo ayudó cuando él y Daisy más lo necesitaban, así que empezó a recolectar fondos para contribuir a su esfuerzo.
Su viaje a través del país comenzó en St. Simmons Island, Georgia. Y por supuesto, Daisy lo acompañó.
Harold llamó al viaje “Tour De Paclantic”, su meta personal es llegar al Atlántico y al Pacífico.
Hasta ahora, Harold y Daisy han recaudado alrededor de 3000 dólares para la organización. Se espera que al incrementar la conciencia en la gente se recauden otros 5000 dólares o más.
Harold ha conocido muchas personas durante su viaje, y su perrita ha sido una gran compañía. Él dijo: “Ella me cuida”. Ha sido una gran experiencia.
Pero la bondad surge cuando más lo necesitan. Harold dijo que aunque no pide donaciones para sí mismo, la gente le ha ayudado de muchas maneras. Muchos le compran a él y a Daisy una comida, mientras que algunos le proporcionarán servicios de lavandería o un lugar para quedarse.
Incluso algunas tiendas de bicicletas le han ayudado a reparar su equipo.
“Me sorprende la bondad”, dijo Harold. “En los momentos que más lo necesito, se resuelve solo”.
La vida tiene una manera de arreglar las cosas, y aunque Harold nunca se sintió ofendido aquel día por no poder mantener a su fiel amigo junto a él en el refugio para personas sin hogar en Phoenix, sí hizo una diferencia.
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