El mejor liderazgo proviene de la experiencia, y a menudo de la adversidad. El aviador en servicio activo Sean Douglas, que encontró su pasión como mentor en las Fuerzas Aéreas de EE. UU., cuenta su historia para motivar a otros a convertirse en la mejor versión de sí mismos.
Douglas se enlistó en las Fuerzas Aéreas el 12 de septiembre de 2001, inmediatamente después de los atentados terroristas que ocurrieron en Estados Unidos. En su primer destino, la base de la Real Fuerza Aérea en Lakenheath, Inglaterra, era un joven aviador de 19 años que entraba en una cultura de «trabajar duro, divertirse mucho». Experimentó una profunda camaradería con sus compañeros, y a menudo bebían juntos fuera de servicio.
Trauma recurrente
En 2003, Douglas se desplegó en Oriente Medio por primera vez. En los primeros días de la Guerra contra el Terrorismo y la Guerra de Iraq, los traumas infantiles del pasado empezaron a reaparecer en su mente.
Cuando estaba en segundo grado —después del divorcio de sus padres— su madre se volvió a casar. En tercer grado, comenzaron los abusos psicológicos y físicos. Su padrastro lo arrojaba sobre las mesas, lo golpeaba con cinturones y varas, y la policía se presentaba en la casa frecuentemente. Cuando su madre llegó a un punto crítico, huyó con sus hermanos y con él a la mitad de la noche mientras su padrastro estaba en la cárcel.
En los años siguientes, Douglas luchó por establecer su vida mientras eludían a su padrastro.
«Antes de cumplir los 18 años, viví en 11 casas diferentes y asistí a ocho colegios distintos porque nos desalojaban, nos mudábamos mucho, intentábamos irnos y él nos encontraba», recuerda Douglas.
Cuando estuvo en servicio en Lakenheath, dejó de entablar vínculos afectivos con las mujeres que conocía socialmente. Cuando por fin se permitió sentir algo por una mujer que se convertiría en su prometida, todo terminó después de que ella le fue infiel. No se sentía bienvenido en ningún sitio, excepto en el ejército, y recurrió al alcohol para sobrellevar la situación, divertirse y disfrutar de la camaradería.
«Cada vez que salía a algún sitio y estábamos bebiendo, sentía que podía ser más yo mismo. No tenía miedo de lo que la gente pensara de mí. No estaba tan cerrado ni tenía una mentalidad cerrada», explica Douglas.
Pero enfrentar sus problemas con el alcohol tuvo graves consecuencias. Siempre estaba bebiendo y empezó a alejar a sus amigos. Empezó a relacionarse con nuevos bebedores que se metían en problemas. En un incidente que ocurrió en 2005, se presentó al servicio ebrio y tuvo que enfrentarse al Código Uniforme de Justicia Militar.
Las Fuerzas Aéreas lo pusieron en libertad condicional y lo asignaron a un programa interno de recuperación. Un par de años más tarde, volvió a caer en la bebida. Se metió en una pelea y estuvo a punto de ser expulsado del ejército. También tenía problemas en casa y maltrataba verbalmente a su esposa y a sus hijastros. Ella se fue, y él vio algo en sí mismo que rechazaba.
«Soy básicamente mi padrastro, excepto que no le pego a nadie», recuerda Douglas.
Saliendo del borde del abismo
Poco después, Douglas estaba en el piso de su apartamento en Nochebuena de 2008 con una pistola de 9 mm en una mano y una botella de Jack Daniels en la otra. Su esposa se había ido el día de Acción de Gracias, y las Fuerzas Aéreas seguían tratando de determinar su futuro en el servicio. Por un momento consideró la posibilidad de acabar con todo.
Afortunadamente, sus compañeros lo sacaron del abismo. Lo llevaron a terapia, a un programa de recuperación, y empezó a hablar con los instructores. Durante dos semanas, vivió con el supervisor que estaba a su cargo. No podía beber y no le permitían ir a ningún sitio por su cuenta.
Douglas también empezó a esforzarse y a leer literatura sobre desarrollo personal. Su madre le regaló un libro de «El poder del pensamiento positivo», que lo llevó por un nuevo camino y más satisfactorio. Dejó de relacionarse con sus imprudentes compañeros de bebida y solo compartía con los colegas que le ayudaban.
Al poco tiempo, otros quisieron ayudarle y ser sus mentores. Naturalmente empezó a convertirse en mentor, y le sugirieron que fuera instructor. Al principio se mostró escéptico, pero lo convencieron de que regresar al entrenamiento básico y ser un modelo a seguir sería su mejor oportunidad para salir adelante. Solicitó ser instructor en la Base Aérea de Lackland, en San Antonio, y lo aceptaron.
«En los cuatro años que estuve allí, descubrí cómo entrenar, ser mentor, entrenador, hablar y ser ese modelo a seguir que mucha gente no tiene en el ejército», dijo Douglas.
Desarrollo personal
Douglas empezó a relacionarse con sus reclutas y descubrió que muchos también procedían de hogares desintegrados y circunstancias difíciles. Su propio trauma infantil y su recuperación lo convirtieron en el instructor más empático. Posteriormente, se convirtió en implementador de resiliencia y en un entrenador de sensibilización sobre el suicidio en el ejército, y ahora es un respetado mentor y líder.
Ahora, con 37 años, Douglas sigue en servicio activo en las Fuerzas Aéreas hasta el 18 de junio, pero también está haciendo carrera en el desarrollo personal y profesional como escritor, orador, mentor y presentador de radio. Es autor de «Decisiones: El poder de superar los comportamientos autodestructivos» y fundador de Success Corps, una empresa de desarrollo personal y profesional.
Douglas dijo que se sintió obligado a desarrollar una plataforma para compartir su historia e inspirar a otros. Su mayor consejo es que cuenten su historia, porque eso le dará a otra persona la fortaleza para contar la suya.
«Esto lo es todo. Tuve que asumirlo», dijo Douglas.
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