Una niña que nació con apenas 23 semanas de gestación era tan pequeña que su diminuto pie era la mitad del tamaño del dedo índice de su madre, y toda su pierna cabía en el calcetín.
La madre, Mirva Rontti, de 28 años, profesora de primaria en Rovaniemi, Finlandia, estaba en el aula cuando empezaron las contracciones. La llevaron a un hospital local, donde dio a luz a su pequeña hija, Helmi Elina, con solo dos empujones.
Los padres de Helmi temieron lo peor, ya que la niña solo pesaba 1 libra y 3 onzas (aprox. 0.5 kg) y luchaba por su vida.
Debido a su fina y translúcida piel, Helmi se mantenía caliente envuelta en pequeños calcetines de lana que le regalaba el hospital. Aunque las medias eran más pequeñas que la palma de la mano de su madre, colgaban sueltas y holgadas alrededor de las piernas de la pequeña Helmi, llegando hasta su barriga.
A los 9 meses, la pequeña luchadora ahora está en casa y se encuentra bien, y apenas puede meter el pie en los pequeños calcetines, lo que demuestra lo mucho que ha avanzado.
«Fue aterrador, loco y despiadado», dijo Mirva. «Sentí muchas emociones y lloré casi todos los días. Estas pequeñas cosas son la prueba viviente de que los milagros ocurren, con la ayuda de médicos y enfermeras muy capacitados».
Mirva siempre había soñado con tener un bebé, pero cuando quedó embarazada se preocupaba por lo que pudiera salir mal.
«A mi madre le costó mucho tener hijos, así que temía que también me pasara a mí», dice. «Además, soy una bebé prematura, con 31 semanas de gestación».
«Así que estaba muy contenta, pero en el fondo de mi cabeza sentía que algo pasaría en algún momento».
Mirva empezó a sentir dolores de estómago durante su embarazo, pero su médico le aseguró que todo estaba bien. El 4 de diciembre de 2020, con solo 23 semanas de gestación, la llevaron de urgencia desde la escuela al Hospital Central de Lapin para tomarle una ecografía, que reveló que estaba a punto de romper aguas.
Llamaron a una ambulancia para que la trasladara al Hospital Académico de Oulu, a tres horas de camino, que está equipado para atender a bebés prematuros.
Mirva dijo: «Estaba en shock y empecé a temblar. Ni siquiera lloré, creo que mi cerebro se apagó en ese momento».
«No dejaba de darle vueltas a mi día y a los días anteriores: ¿hice algo que causara esto? Jugué fútbol con mis alumnos, ¿esa sería la razón? Sentía que [mi cuerpo] me traicionaba.
«Antes de irnos sentí la necesidad de pujar, pero me dijeron que si mi parto empezaba en la ambulancia no podrían hacer nada para salvar a nuestro bebé».
«Así que le dije a mi cuerpo que se detuviera y estuviera tranquilo hasta Oulu. Tardaríamos unas tres horas en llegar allí».
Después de una hora en la ambulancia, Mirva rompió aguas, pero aguantó hasta el hospital. Helmi nació apenas nueve minutos después que Mirva llegó al hospital.
«Tenía la cabeza y la parte superior del cuerpo totalmente magulladas, estaba muy roja y casi transparente», dijo. «Parecía una personita pequeña y superdelgada».
Al día siguiente, Mirva y el nuevo padre, Teemu, de 29 años, especialista en informática, pudieron tocar a su hija por primera vez.
«Fue muy extraño estar allí donde otros padres tenían a su bebé con ellos y el nuestro estaba intubado en una incubadora», recuerda.
«Yo estaba muy asustada. Ella tenía vías intravenosas y diferentes cordones que le salían. Tenía los ojos cerrados y el ventilador le hacía la respiración».
Helmi fue sometida a 11 transfusiones de sangre, a un tratamiento para la retinopatía y estuvo conectada a un ventilador durante 5 semanas. Mirva no pudo sostenerla por primera vez hasta después de 25 días.
La diminuta bebé tardó más de dos meses en alcanzar el kilo de peso, y para entonces, sus regalados calcetines de lana aún se le subían por los pies. Helmi permaneció 125 días en el hospital de Oulu mientras combatía otras complicaciones, y luego fue trasladada de nuevo al hospital local.
Mirva y Teemu se llevaron a su hija a casa el 15 de abril, que ya pesaba 4 libras y 5 onzas (aprox. 1.9 kg), y están controlando regularmente su salud.
«Estar en la UCIN fue como una montaña rusa, pero solo si esa montaña rusa estaba dentro de un tornado», dijo Mirva. «Uno nunca sabía qué iba a pasar cuando abriera la puerta del ascensor que conducía a la UCIN».
«Helmi es una especie de ‘princesa’, sabe lo que quiere y quiere tener las cosas a su manera. ¡La quiero mucho, mucho!».
Con información del personal de Epoch Times.
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