Un bebé californiano nacido a las 22 semanas se está recuperando a pesar de ser tan pequeño que podía llevar el anillo de boda de su padre como pulsera. Era el bebé más prematuro que el hospital había visto nunca.
Ima Carnelus, de 37 años, empezó trabajo de parto a las 21 semanas debido a una infección del tracto urinario. Los médicos dijeron a la Sra. Carnelus y a su esposo, Marcus Carnelus, de 42 años, que tenían que elegir entre una operación de urgencia o dejar que su bebé falleciera de forma natural. La pareja quería «darle una oportunidad», así que el pequeño Jaxson nació mediante cesárea de urgencia a las 22 semanas.
Le dieron un 20 por ciento de probabilidades de sobrevivir. Jaxson, que sólo medía 11 pulgadas y pesaba 1 libra y 2,9 onzas, sobrevivió al parto. Posteriormente fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos neonatales para ser operado, donde luchó por su vida.
Contra todo pronóstico, volvió a casa tras 119 días en el hospital. Hoy es un niño próspero de 8 años. La orgullosa madre incluso escribió un libro sobre su viaje titulado «Salvando a mi hijo«.
Ahora, Jaxson acaba de empezar tercero de primaria —un hito que los médicos advirtieron que probablemente nunca alcanzaría— y sus orgullosos padres dicen que el viaje hizo más fuerte a toda la familia.
«Al principio todo fue un tira y afloja: me sentía culpable, como si mi cuerpo le hubiera fallado a mi hijo», dice la Sra. Carnelus, empresaria de Torrance (California). Cuando llegó a casa, era un bebé increíble. Nadie esperaba que pasara de las primeras 24 horas, y mucho menos de ocho años».
«Muchas veces la gente piensa que fue lo peor que nos pasó, pero, sinceramente, fue lo mejor. Nos hizo ver la vida desde otra perspectiva y apreciar el don de la vida».
La Sra. Carnelus y su esposo, propietario de un negocio de moda, se emocionaron al saber que tendrían su primer hijo, que nacería en noviembre del 2015. El embarazo transcurrió sin problemas hasta las 21 semanas; el 9 de julio de ese año, la Sra. Carnelus desarrolló una infección urinaria, lo que desencadenó un parto prematuro mientras su cuerpo intentaba combatir la infección.
Los médicos confiaban en poder retrasar el parto un poco más para que el bebé tuviera más tiempo de desarrollarse. Sin embargo, cinco días después volvió a enfermar y esta vez el parto se activó.
Tras 10 horas de contracciones, los médicos advirtieron que el bebé tenía apenas un 20 por ciento de posibilidades de sobrevivir y podría nacer gravemente discapacitado.
La Sra. Carnelus dijo: «Los médicos nos sugirieron que le dejáramos nacer sin medidas para salvarle la vida y que falleciera en paz. Creían que no debíamos someterle a lo que ellos consideraban una ‘vida dura’.
«Pero pensamos: ‘¿Y si ocurriera un milagro?’ Y le querríamos saliera como saliera. Sabíamos que queríamos darle una oportunidad».
El 18 de julio del 2015, en el Providence Little Company of Mary Medical Center, nació el pequeño Jaxson; los médicos se abalanzaron sobre él porque no respiraba. Tras 24 horas en las que el pequeño fue reanimado tres veces, los médicos lo conectaron a un respirador artificial para mantener su respiración.
«Después de un comienzo aterrador, los médicos no podían creer que estuviera tan bien», dijo la madre. «Era el bebé prematuro más pequeño y joven nacido en ese hospital».
Poco después de nacer, los médicos descubrieron un soplo cardíaco que requirió su traslado a un segundo hospital, el Miller’s Children’s Hospital, para una operación inmediata. Afortunadamente, el luchador Jaxson se estabilizó poco después. Luego, a finales de septiembre del 2015, tras ser trasladado de nuevo al hospital donde nació, Jaxson desarrolló una enfermedad ocular llamada retinopatía del prematuro. Necesitó otra operación para evitar la ceguera.
La familia pensó que estaba fuera de peligro, pero tras la operación, mientras le volvían a intubar, los pulmones de Jaxson se colapsaron. Durante tres días, los padres temieron perder a su hijo. Pero al tercer día empezó a recuperarse y pudieron respirar aliviados.
El 14 de noviembre del 2015, su fecha oficial de parto, Jaxson pudo por fin recibir el alta con un tubo de oxígeno en la nariz y sesiones semanales de fisioterapia.
«Era un bebé increíble, se notaba que había tenido un comienzo difícil, pero una vez en casa, estaba feliz y prosperaba», dice la Sra. Carnelus.
Ahora, Jaxson es físicamente activo y sano, sin problemas de movilidad, pero tiene algunos problemas sensoriales y del habla debidos al autismo. Pero, contra todo pronóstico, siguió creciendo y prosperando.
La Sra. Carnelus dice que Jaxson es «alegre, divertido y hablador» y que le encanta la música y la natación. A pesar de las dificultades por las que pasó la familia, dicen que eso los unió más y fortaleció su relación.
«Aún me hace sentir humilde saber que pasamos por eso y que salimos bien», dice ella. Aunque hubo momentos duros, ahora puedo encontrar la alegría en lo duro: nuestro matrimonio se hizo más fuerte y nuestra familia más unida».
«Recuerdo que el personal del hospital me dijo: ‘Un día mirarás atrás y te darás cuenta de que lo has superado’, y es verdad, siento que podemos hacer cualquier cosa. Incluso ahora me doy cuenta de que estoy criando a alguien que luchó mucho para estar aquí.
«Pasamos por dificultades, pero nunca perdimos la fe».
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