Una bebé que nació 15 semanas antes de lo previsto era tan pequeña que los médicos la metieron en una bolsa de sándwich para imitar el vientre de su madre y mantenerla caliente. Ahora, siete meses después, la pequeña ha desafiado todos los pronósticos y está sana y en plena forma.
Vanessa Findlay, de 32 años, mesera, de Catterick, en North Yorkshire, Inglaterra, se enteró que estaba embarazada en mayo de 2020, cuando su esposo, Kurt, un cabo primero, estaba de viaje en Afganistán con el ejército.
«Había perdido bebés antes y había tenido complicaciones, así que lo consideraron de alto riesgo», dijo Vanessa.
Empezó a sufrir hiperémesis gravídica —una enfermedad que causa horribles vómitos y náuseas constantes— y durante la mayor parte del embarazo tuvo que guardar reposo. Además, Vanessa entraba y salía del hospital porque estaba muy deshidratada, hasta el punto en que sus venas colapsaban.
«Fue horrible, y como Kurt no estaba en casa, tuve que seguir cuidando a mis dos hijos, algo que apenas podía hacer», explicó.
La mamá de tres niños se sometía a exploraciones periódicas y, a las 19 semanas, los médicos descubrieron que apenas le quedaba el cuello del útero y que había que operarla de urgencia para ponerle un punto de sutura que lo mantuviera cerrado.
«Mi médico llamó a mi esposo para que regresara a casa, lo cual fue un gran alivio», dijo Vanessa. «Después de la operación, estuve en estricto reposo en cama».
Los médicos también pudieron hacer una prueba que determinó que Vanessa probablemente se adelantaría al parto. Ella describió la experiencia de ese embarazo como «horrible», ya que siempre temía perder a su bebé.
«A las 22 semanas rompí fuente, pero me mantuvieron en el hospital y trataron de mantener al bebé dentro de mí el mayor tiempo posible», dijo.
Vanessa logró mantener a su bebé dentro hasta que empezaron las contracciones a las 26 semanas, momento en el que la llevaron a la sala de partos del Hospital Universitario James Cook, en Middlesbrough, North Yorkshire, para dar a luz.
«Primero tuvieron que quitarme los puntos y en 15 minutos ya estaba fuera», recuerda Vanessa. «Me tranquilicé mucho cuando escuché un pequeño llanto».
La pequeña Faith Findlay nació diminuta, pesando solo una libra y media (0.87 kg) el 13 de septiembre de 2020, mediante una cesárea de emergencia.
Inmediatamente, los médicos introdujeron a Faith en una bolsa transparente para sándwiches, que imita el útero materno y evita que su temperatura corporal descienda.
Faith, que pesaba menos que media bolsa de azúcar y era más pequeña que la mano de su mamá, fue trasladada a cuidados intensivos, donde los médicos dijeron a sus padres que no sabían si sobreviviría o no.
Vanessa y Kurt pudieron ver a Faith ese mismo día.
«Parecía tan pequeña con todos esos cables y en su incubadora», dijo Vanessa. «No teníamos ni idea de si lo lograría».
Faith tenía un agujero en el corazón y una lesión cerebral —una mancha en el cerebro que podría indicar daño cerebral— y tuvo que permanecer en la unidad de cuidados intensivos neonatales durante 79 días.
Pero, milagrosamente, la pequeña Faith desafió los pronósticos y se fue a casa con sus felices padres el 2 de diciembre de 2020, después de un embarazo traumático y unos meses llenos de tensión.
«Nos enteramos hasta el día en que pudimos llevarla a casa», dijo Vanessa. «El hospital llamó de repente y dijo: ‘Ya pueden traer la silla del auto'».
«Creo que no pegué ojo esa primera noche que llegó».
Ahora Faith es una niña valiente y sana de un año, y está muy bien, pero todavía tiene un agujero en el corazón, que los médicos esperan que se cierre solo.
«Todavía es una niña muy pequeña de un año, pero es una pequeña luchadora», dijo Vanessa. «Estoy muy contenta de que esté sana y siga creciendo».
Con información del personal de Epoch Times.
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